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Plan Bolonia: los protagonistas hacen balance
El Plan Bolonia fue objeto de especial atención informativa antes de su implantación, sobre todo debido a la contestación que generó, tanto por parte de los estudiantes como de los profesores. En la actualidad pocos medios de comunicación hablan de este plan europeo, entre cuyos principales objetivos cabe destacar la mejora de la calidad de la educación superior y la movilidad de los estudiantes dentro del llamado Espacio Europeo de Educación Superior (EEES). Para saber cómo está funcionando, cuáles son sus puntos fuertes y sus puntos débiles, lo mejor es hablar con sus protagonistas. En este reportaje nos lo cuentan.
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Dificultades en su implantación
La implantación del Plan Bolonia -que algunos han comparado con la del euro, no tanto por tratarse también de ámbito europeo sino sobre todo por su complejidad- no ha sido una tarea nada fácil. Los elementos comunes de los sistemas universitarios de los países de Europa eran, antes del Plan, escasos. "Como todo proceso de cambio en una máquina grande y antigua, su implantación ha producido muchos chirridos. De todas formas, no sé hasta qué punto es Bolonia quien ha provocado los chirridos o es el modo en el que se ha implantado Bolonia en cada Facultad en concreto", dice Arturo Elosegi, catedrático de ecología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la Universidad del País Vasco.
Elosegi recuerda que "el Plan Bolonia daba la oportunidad de rediseñar el mapa de titulaciones y los contenidos de cada titulación, y de hacerlo no en base a los equilibrios de poder de los distintos ámbitos universitarios sino en base a lo que se supone que debería saber hacer una persona con una determinada titulación, eso que hoy en día llamamos las competencias. Mi impresión es que ha habido grados que se han diseñado siguiendo criterios muy razonables, mientras que en otros se ha perdido una oportunidad de oro y han mantenido el status quo". Y añade: "Cuando comento con mis colegas los problemas que produce la implantación del Plan Bolonia, me da la impresión de que las distintas opiniones que recibo reflejan más las peculiaridades de cada departamento (elementos como la proporción de estudiantes por profesor) o las preferencias de estilo de cada persona, que una fortaleza o una debilidad real del Plan".
"Hay grados que se han diseñado muy bien, otros que son sólo licenciaturas descafeinadas. En principio, no veo razones para que los grados funcionen peor de cómo funcionaban las licenciaturas. Es muy fácil lamentarse del declive en el nivel de la educación, e idealizar la formación del pasado, de cuando nosotros estudiábamos. La realidad es que los estudiantes españoles son extremadamente competitivos a nivel internacional, y no creo que la reducción de la duración de los estudios para acercarla a la práctica habitual en Europa les afecte negativamente", dice Elosegi.
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