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Las formaciones cortas como motor del aprendizaje continuo

Artículo de opinión

  • 30/01/2025
  • Tiempo de lectura 3 mins

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Julia Rodríguez. Directora de Desarrollo de la Fundación ManpowerGroup

En un mundo marcado por la aceleración tecnológica, la globalización y las nuevas demandas del mercado laboral, la capacidad de aprender y adaptarse ha dejado de ser un simple atributo deseable para convertirse en una competencia clave. Esta realidad no solo transforma el modo en que los profesionales gestionan sus carreras, sino que también representa una solución práctica frente a la creciente dificultad que enfrentan las empresas al intentar encontrar perfiles que se ajusten a sus necesidades.

En este contexto, las formaciones cortas han ganado protagonismo como herramientas esenciales para promover el aprendizaje permanente.

Con su capacidad para responder de manera ágil y efectiva a las necesidades de empresas y profesionales, estas modalidades formativas se han consolidado como una respuesta dinámica en un mercado laboral en constante evolución.

Las formaciones cortas engloban una amplia gama de opciones diseñadas para adquirir competencias específicas en periodos reducidos de tiempo. Desde cursos intensivos y talleres prácticos hasta bootcamps, webinars, microcredenciales y nanogrados, etc.
Estas iniciativas destacan por su enfoque en habilidades específicas y directamente aplicables al entorno laboral. Por ejemplo, los bootcamps han cobrado especial relevancia en el ámbito tecnológico, donde las empresas demandan talento especializado en programación, análisis de datos y ciberseguridad.

Por su parte, las microcredenciales certifican conocimientos específicos a través de plataformas en línea y entidades reconocidas globalmente, facilitando el acceso a formaciones impartidas por universidades y organizaciones de prestigio.

Razones por las que las formaciones cortas ganan adeptos

Pero ¿por qué se han convertido en un complemento educativo ideal? Una de las principales razones por las que estas formaciones han ganado adeptos es su flexibilidad. Diseñadas para ser compatibles con el trabajo y la vida personal, muchas de ellas se ofrecen en formatos digitales, lo que permite a los participantes aprender a su propio ritmo y desde cualquier lugar.

Además, su capacidad para responder rápidamente a las necesidades del mercado las convierte en herramientas valiosas: cuando un sector identifica una carencia de habilidades, estas iniciativas pueden desarrollarse e implementarse en plazos muy cortos.

El coste también juega un papel crucial en su popularidad. En general, las formaciones cortas son más asequibles que los programas tradicionales, haciéndolas accesibles a una mayor diversidad de profesionales. Por último, su enfoque en competencias específicas garantiza una aplicabilidad inmediata, un atributo especialmente valorado en sectores técnicos y tecnológicos.

La digitalización ha revolucionado el acceso a la formación, democratizándola y colocando un vasto abanico de opciones al alcance de cualquier persona con conexión a Internet.

Las plataformas de aprendizaje en línea ofrecen cursos que abarcan desde habilidades técnicas hasta competencias blandas como liderazgo o comunicación efectiva. Asimismo, organismos públicos y privados han desarrollado iniciativas subvencionadas para apoyar tanto a profesionales en activo como a personas en situación de desempleo.

Un ejemplo destacado en el ámbito europeo es el proyecto EMPASS, liderado por la Comisión Europea en colaboración con la Fundación ManpowerGroup, Junior Achievement y otras 12 entidades. Este programa se centra en desarrollar microcredenciales orientadas a certificar competencias blandas, especialmente dirigidas a jóvenes estudiantes de Formación Profesional, contribuyendo así a su inserción en el mercado laboral.

Además de EMPASS, muchas universidades y organizaciones internacionales han comenzado a colaborar con empresas para diseñar programas específicos que combinen conocimientos teóricos con proyectos prácticos, asegurando una transición más fluida entre la educación y el empleo.

Las formaciones cortas cierran brechas de habilidades

Por tanto, las formaciones cortas no solo abordan de manera efectiva las necesidades cambiantes del mercado laboral, sino que también actúan como catalizadoras del aprendizaje continuo. En una sociedad donde el cambio es constante, invertir en este tipo de iniciativas permite a los profesionales mejorar su competitividad y capacidad de adaptación, y potenciar su desarrollo integral.

Para las empresas, estas formaciones representan una herramienta eficaz y rápida para cerrar brechas de habilidades, garantizando su capacidad de innovación y competitividad en un entorno globalizado y digitalizado. También les permite atraer y retener talento, ya que los empleados valoran cada vez más las oportunidades de aprendizaje y desarrollo profesional que sus empleadores les ofrezcan.

En definitiva, las formaciones cortas son más que una tendencia; son un motor esencial del aprendizaje permanente y una pieza clave en la construcción del futuro profesional. En un escenario donde la adaptabilidad es la moneda de cambio, estas iniciativas ofrecen un puente entre la educación, el mercado laboral y el crecimiento personal.
 
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