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La FP en la universidad, una cuestión de exigencia

Artículo de opinión

  • 30/10/2024
  • Tiempo de lectura 5 mins

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Adam Abadías. Profesor universitario y de FP

La Formación Profesional (FP) está viviendo su prime time en España. Hoy en día, son muchos los estudiantes que optan por un tipo de educación que parece estar de moda.

De hecho, según el Observatorio de la Formación Profesional, se ha alcanzado el estudiante número 1.000.000 en la FP. Este dato es impactante si lo comparamos con las cifras del curso 2017.2018, cuando había alrededor de 800.000 estudiantes.

Además, si analizamos la evolución de las matrículas en Bachillerato o grados, vemos que estos últimos se han mantenido más o menos estables en términos absolutos. Sin embargo, si miramos los porcentajes respecto al total de estudiantes, la FP ha ganado unos 5 puntos, mientras que el bachillerato y los grados han perdido 2 y 3 puntos respectivamente.
 
Lo dicho: la FP está de moda. En este contexto, las universidades han encontrado una gran oportunidad para captar el interés de aquellos estudiantes que no se sienten atraídos por las "carreras". Al mismo tiempo, las instituciones se adaptan a un entorno educativo cada vez más competitivo y mercantilizado, donde confluyen los sectores público y privado..


Razones por la que la FP crece en alumnado


Si analizamos las razones que justifican, desde una perspectiva teórica, el aumento de estudiantes que prefieren la FP como vía laboral, podríamos destacar varios aspectos que la hacen atractiva:
 

  • La rápida inserción laboral.
  • La colaboración con el tejido empresarial.
  • La flexibilidad académica.
  • La necesidad de cubrir perfiles técnicos.
 
Y si buscamos el origen de estas razones, seguramente te resulten familiares algunos de los siguientes indicadores que describen parte del panorama laboral español, según Eurostat y el Instituto Nacional de Estadística (INE):
 
  • La tasa de desempleo más alta de la UE: 11,7% (media de la UE: 6%).
  •  La tasa de desempleo juvenil más alta de la UE: 28,3% (media de la UE: 14,15%). Un país de PYMES y microempresas (más del 90% del total).
  • Un país dedicado al sector terciario y el segundo del mundo en ingresos por turismo.

 
Llegados a este punto, parece lógico pensar que la FP, más que una oportunidad, se ha convertido en una necesidad para cubrir las carencias laborales en una situación compleja. Esto es especialmente relevante cuando España es uno de los países de la UE con mayor porcentaje de personas con estudios básicos, según Eurostat.
 
Dado que este escrito es un artículo de opinión, y por lo tanto subjetivo, voy a desgranar lo que, a mi parecer, ha despertado el interés de tantas personas en la FP, basándome en mi experiencia como profesor universitario y más recientemente también en la FP.
 
Muchos estudiantes eligen estos estudios porque los consideran más fáciles, con menos riesgos, más flexibles, más entretenidos, o incluso como una opción secundaria al no poder acceder a la universidad vía EvAU.

A menudo, cuando hablo con mis alumnos y les pregunto por qué estudian lo que estudian, me comentan que optaron por la FP porque no sabían qué hacer, porque no quieren "hincar codos", o porque les parece más práctico. Esto puede parecer más o menos adecuado, pero es una realidad. Lo cierto es que hoy en día les resulta más atractivo que hace una década.


Los beneficios de estudiar FP en la universidad


En este escenario, las universidades están intentando atraer a los estudiantes ofreciendo también Formación Profesional. Creo que esto puede ser beneficioso para los estudiantes, especialmente en nuestro país, y os diré por qué.

La universidad española cuenta con un prestigio y una trayectoria envidiables. Aunque es cierto que como institución puede mejorar en muchos aspectos, y lo digo por mi experiencia como profesor, alumno y trabajador, el sistema universitario prepara a los estudiantes mejor que nadie. Sé que esto puede sonar impopular, sobre todo con los comentarios comunes del tipo "en la universidad solo se memoriza y no se aprende", pero creedme: tenemos profesionales excelentes que salen de las aulas universitarias, y la universidad sigue siendo un refugio idóneo para el conocimiento y el progreso social.

Este prestigio puede y debe ayudar a la FP a ganar el reconocimiento que merece, permitiendo que sus estudiantes se beneficien de la experiencia acumulada por la universidad española a lo largo de los siglos.
 
¿Os imagináis lo que puede suponer para un estudiante de FP recibir clases de profesores que, a menudo, son investigadores de renombre o profesionales destacados en su sector? Esto puede despertar vocaciones.

Quiero dejar claro que no estoy diciendo que los profesores de instituto no estén lo suficientemente preparados, al contrario. Sin embargo, no es ningún secreto que el nivel de especificidad, exigencia académica y/o experiencia para acceder a la universidad es mucho mayor para el profesorado universitario. Con esto en mente, sería lógico pensar que el nivel de la FP aumentará, aprovechando las sinergias generadas por un entorno universitario que fomenta la investigación como herramienta para la generación de conocimiento.
 
Esa es la clave. Habiendo trabajado en ambos ámbitos (universitario y FP), puedo decir que la universidad incrementa el nivel de exigencia de los estudiantes. El nivel de los estudiantes de FP, si nos fijamos en las competencias básicas, no parece estar en su mejor momento. Se suele comentar que algunos alumnos llegan a la FP infantilizados y con un bajo nivel desde etapas educativas anteriores, y es aquí donde el Bachillerato y, por ende, la EvAU, actúan como filtros, promoviendo de alguna manera la excelencia educativa, a pesar de sus imperfecciones.
 
En definitiva, la universidad no puede adaptarse a la FP tal y como la entendemos actualmente. Para ello, deberá transitar entre modelos pedagógicos radicalmente distintos y ante realidades aún más diversas. Para las instituciones universitarias, la única forma de adaptarse al nuevo contexto será mantener su esencia y su enfoque en el conocimiento, más que en responder a un mercado laboral cada vez más volátil y fragmentado.

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