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La universidad profesional

Artículo de opinión

  • 30/10/2024
  • Tiempo de lectura 5 mins

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Antonio Dueñas. Profesor de Formación Profesional de la familia de Informática y Comunicaciones

La Formación Profesional está de moda y la Universidad quiere tenerla en sus campus.

Si una persona quiere avanzar en sus estudios y tener una titulación superior, después de los ciclos formativos de grado superior de FP, tendría los cursos de especialización de FP o la universidad. Y qué mejor que continuar su formación en el mismo centro donde ha estudiado FP.

Muchas universidades públicas y privadas convalidan los créditos del alumnado proveniente de FP superior. Por normativa, se pueden convalidar 30 créditos de FP de grado superior siempre que tengan relación directa con los estudios universitarios y se puede llegar a convalidar hasta el 60% de los créditos totales. Por tanto, resulta interesante una universidad que tenga planes de estudios similares a un grado superior de FP, para poder convalidar más créditos y amortizar mejor la inversión de tiempo y dinero realizada.

Si una universidad ofrece FP, está haciendo cantera de matrículas universitarias, cosa que en los últimos tiempos necesitan.

La FP tiene una amplia oferta de estudios especializados y variados en comparación con la Universidad, con una mayor velocidad para su puesta en marcha respecto a esta. Si la universidad tuviera FP, su portfolio sería más completo.

Desde el punto de vista pedagógico, la FP tiene un aprendizaje más práctico y aplicado, mientras que la universidad es más teórica, más académica para la investigación. Esto puede encajar mejor en un tipo de alumnado que en otro. Por eso, muchas veces nos encontramos alumnado de Bachillerato que ha empezado la universidad, no le ha ido bien y luego hace un grado superior de FP que le puede volver a dar acceso a la universidad.

Respecto al profesorado, la universidad tiene catedráticos/as y profesores asociados/as. Los/las catedráticos/as imparten principalmente docencia, investigan y escriben publicaciones, mientras que el profesorado asociado suele trabajar en empresas y hace tareas docentes a tiempo parcial, por lo que se puede parece más al profesorado de FP, al tener una experiencia profesional.

La mayoría del profesorado de FP tiene estudios universitarios y una mayor o menor experiencia laboral en su área de conocimiento, cosa a valorar para poder hacer una enseñanza práctica. Además, la universidad tiene profesorado de taller que también hace tareas similares a las de FP. Así, el profesorado asociado universitario y el de taller podrían encajar como profesorado de FP.

Otro tema es la ratio de profesorado por alumnos/as (el número de alumnos asignados a un profesor) que suele ser menor en la FP que en la universidad, porque hay menos estudiantes por profesor, ya que, para dar un soporte práctico y personalizado, se necesitan más personas. Y las contrataciones de profesorado universitario tienen unos requisitos y una regulación compleja.

A nivel de recursos, la universidad dispone de aularios, laboratorios y talleres para hacer las prácticas, igual que un centro de FP, por tanto, con pocas adaptaciones, podrían usarlos para impartir FP.

Y respecto a la empleabilidad, la FP tiene contacto más directo con las empresas por el hecho de que las prácticas en empresa son obligatorias para obtener el título. En cambio, en la universidad, las prácticas son voluntarias. Si ahora la universidad hace FP, tendría más conexión con el mercado laboral, además de las cátedras que tienen con empresas.

A medio camino entre la FP y la universidad teórica, en Alemania existe la Fachhochschulen, la Universidad de Ciencias Aplicadas, una universidad más práctica, una universidad profesional, con investigación y con relación con las empresas y con los centros de FP. De esta manera separan la FP de la universidad y la universidad no ofrece FP.
 

La FP y la universidad, realidades diferentes


Con todo lo expuesto y como estudiante universitario, máster, trabajador en empresa y profesor de FP, donde he podido vivir las diferentes modalidades educativas, considero que la FP y la universidad, a pesar de tener muchas cosas en común y que pueden complementarse, son realidades diferentes, tienen formas de hacer distintas y deben tratarse como tal.

No es lo mismo colaborar, tal como dice la disposición adicional tercera: colaboración entre los centros de Formación Profesional y los centros universitarios, del Real Decreto 659/2023, de 18 de julio, por el que se desarrolla la ordenación del Sistema de Formación Profesional, que hacer lo mismo y hasta ser competencia.

Como dice la frase: "cada maestrillo con su librillo".
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