Nadie está sobreformado, y perdonen que empiece con semejante obviedad. Formarse, a cualquier nivel, desde leer un nuevo libro hasta abordar un programa universitario, siempre es positivo para el desarrollo de las personas. Y, en este caso, cuanto más mejor. De hecho, es recomendable no dejar de hacerlo nunca durante la vida, porque la formación conlleva reflexionar y es esencialmente una cuestión de crecimiento personal. Algo que no tiene fecha de caducidad ni límites más allá del tiempo y la voluntad.
Formarse es descubrir cosas nuevas y abrir la puerta a nuevas ideas y nuevas formas de hacer. Nos formamos para mejorar nosotros y para contribuir a mejorar nuestros entornos. Allá va otra obviedad: no hay innovación sin formación, simple y llanamente.
Así que la cuestión que se plantea en estos renglones no se limita a las lógicas ventajas del hecho de formarse, frente a los rotundos peligros de no hacerlo, en una sociedad que se rige mayormente por el conocimiento y la información. La intencionalidad aquí es afinar un poco más el tiro, abordando algunas claves para situar nuestras ganas de aprender en las mejores circunstancias para que esas formaciones nos salgan más a cuenta.
Un ejemplo claro son los programas formativos que implican networking, conocer a personas que tienen un mismo interés y que se dedican a un mismo sector. Estos vínculos permiten enriquecerse mutuamente, ampliar la visión e intercambiar puntos de vista. Algo que estamos mucho más predispuestos a hacer con aquello que nos apasiona e interesa de verdad.
Entrando en aspectos algo más prácticos, cuanto más técnica y especializada la formación, más va a aportar a la carrera profesional. Las formaciones técnicas tienen un nivel de salidas más amplio y mejor remunerado que las formaciones sociales. En el caso de éstas segundas, algunas bien desarrolladas pueden tener buenas retribuciones, pero nada que ver con las técnicas ya que las barreras de acceso a este tipo de trabajos son mayores. Es relativamente fácil que alguien con formación técnica pueda acabar accediendo a posiciones que no son técnicas, y muy difícil lo contrario.
Además, estoy convencido de que, en base a la experiencia que atesoramos en Hays con nuestros programas de formación interna, estos generan comunidad entre las personas que participan. Refuerzan vínculos, crean sensación de grupo y de estar en el mismo punto profesional y de crecimiento que los demas compañeros y compañeras. Y esto pasa tanto a nivel interregional, como a nivel global.
Formarse es un aspecto tan apasionante como necesario en nuestra vida, en nuestro crecimiento personal y profesional. Para plantearnos nuestros sueños y marcar el camino hacia la meta.
Formarse es descubrir cosas nuevas y abrir la puerta a nuevas ideas y nuevas formas de hacer. Nos formamos para mejorar nosotros y para contribuir a mejorar nuestros entornos. Allá va otra obviedad: no hay innovación sin formación, simple y llanamente.
Así que la cuestión que se plantea en estos renglones no se limita a las lógicas ventajas del hecho de formarse, frente a los rotundos peligros de no hacerlo, en una sociedad que se rige mayormente por el conocimiento y la información. La intencionalidad aquí es afinar un poco más el tiro, abordando algunas claves para situar nuestras ganas de aprender en las mejores circunstancias para que esas formaciones nos salgan más a cuenta.
"Cuanto más técnica y especializada la formación, más va a aportar a la carrera profesional".
Formarnos en lo que nos gusta y, si puede ser, de perfil técnico
Lo primero a comentar es que merece la pena formarse en aquello que a uno le gusta y le apasiona. Pero mucho. Es abismal la diferencia que hay, en términos de provecho, entre personas que han estudiado algo que no les gusta ni les llena ni las hace sentir realizadas, y personas que sí se han formado en temas que les apasionan. Es importante hacer esta reflexión de forma previa, porque esa es la pista desde la que vamos a despegar.Un ejemplo claro son los programas formativos que implican networking, conocer a personas que tienen un mismo interés y que se dedican a un mismo sector. Estos vínculos permiten enriquecerse mutuamente, ampliar la visión e intercambiar puntos de vista. Algo que estamos mucho más predispuestos a hacer con aquello que nos apasiona e interesa de verdad.
Entrando en aspectos algo más prácticos, cuanto más técnica y especializada la formación, más va a aportar a la carrera profesional. Las formaciones técnicas tienen un nivel de salidas más amplio y mejor remunerado que las formaciones sociales. En el caso de éstas segundas, algunas bien desarrolladas pueden tener buenas retribuciones, pero nada que ver con las técnicas ya que las barreras de acceso a este tipo de trabajos son mayores. Es relativamente fácil que alguien con formación técnica pueda acabar accediendo a posiciones que no son técnicas, y muy difícil lo contrario.
"La formación ofrece nuevas perspectivas, oportunidades y expectativas a los empleados".
Formar en la empresa, indispensable
Las personas más formadas tienen más criterio para tomar decisiones, por eso es vital que las empresas brinden formación para que sus empleados innoven y sean más productivas en su día a día. La formación ofrece nuevas perspectivas, oportunidades y expectativas a los empleados. Los capacita mejor y los mantiene actualizados en un mundo de cambio constante.Además, estoy convencido de que, en base a la experiencia que atesoramos en Hays con nuestros programas de formación interna, estos generan comunidad entre las personas que participan. Refuerzan vínculos, crean sensación de grupo y de estar en el mismo punto profesional y de crecimiento que los demas compañeros y compañeras. Y esto pasa tanto a nivel interregional, como a nivel global.
Formarse es un aspecto tan apasionante como necesario en nuestra vida, en nuestro crecimiento personal y profesional. Para plantearnos nuestros sueños y marcar el camino hacia la meta.