En la última década, la IA ha experimentado un desarrollo vertiginoso y, especialmente en los últimos años, ha ganado en visibilidad entre el gran público. Ya está transformando la forma en que interactuamos con el mundo y su huella empieza a ser evidente en distintos sectores. De hecho, desde 2017, las empresas han duplicado su adopción, en distinta medida, de esta tecnología. El impacto es patente, pero sus consecuencias plantean tanto desafíos y como oportunidades para los profesionales.
Una de las principales conclusiones del Informe sobre el Futuro del Empleo (2023), publicado por el Foro Económico Mundial, hace alusión a que la implantación de la IA será el principal motor de transformación de los empleos en los próximos cinco años. De hecho, más del 85% de las empresas prevé una importante disrupción tecnológica que afectará tanto a sus instalaciones, como a sus equipos.
IA, ¿aliado o enemigo?
A medida que la inteligencia artificial continua su expansión, tanto los profesionales, como las organizaciones deben abordar los retos que se plantean y prepararse para aprovechar el potencial que ofrece este desarrollo.Aunque en una primera instancia parecería lógico pensar que esta tecnología pueda reemplazar al talento humano para el desempeño de las tareas rutinarias, todo apunta a que el futuro pasa por una colaboración entre humanos y máquinas, para que estas ayuden en la toma de decisiones a través de un aumento de la precisión en tareas de analítica de datos y acelere la resolución de problemas.
El potencial de automatización que traen consigo los algoritmos impulsados por la IA puede liberar a los trabajadores de tareas repetitivas y permitirles centrarse en actividades capaces de aportar un mayor valor a sus organizaciones.
La creatividad, la intuición, la curiosidad, la empatía o la capacidad de raciocinio son, además de inherentes al ser humano, factores insustituibles en muchos sectores. El caso de la medicina es uno de los más claros, pues la IA puede contribuir a diagnósticos más precisos mediante el análisis de grandes volúmenes de datos, pero lo que no desaparecerá nunca será la figura del médico y su relación con el paciente.
Siguiendo con ese mismo ejemplo, vemos que en este nuevo panorama que dibuja la IA importa más el qué que el cómo. El buen funcionamiento de la tecnología depende en gran medida de las personas y de la gestión que se haga de ella.
En este sentido, para que la inteligencia artificial nos aporte, de verdad, valor, debemos saber hacer las preguntas adecuadas a las herramientas; ser capaces de alimentar a la IA con la información adecuada; y revisar los resultados obtenidos para poder identificar cuándo falla y corregirlo. Solo así tendremos soluciones y respuestas útiles. Por tanto, será el talento humano el que marcará cómo de determinante es la IA.
La formación, un factor clave más allá de las competencias técnicas
Según el informe mencionando anteriormente, los especialistas en IA y aprendizaje automático serán los empleos que más rápidamente crecerán, con un aumento de más del 35% entre 2023 y 2027. Ante este panorama previsiblemente cambiante en el ámbito laboral, debemos poner el foco en la formación. Para afrontar con mayor preparación el impacto de la IA en los puestos de trabajo es necesario una reevaluación de los conocimientos y un enfoque integral que combine habilidades técnicas y humanas.
En ese sentido, conocimientos en programación, estadísticas y ciencia de datos serán un reclamo más frecuente, pues forman la base para el desarrollo, implementación y optimización de sistemas de IA. Además, la capacidad de trabajar con algoritmos de aprendizaje automático, redes neuronales y procesamiento del lenguaje natural permitirá a los profesionales adaptarse a las demandas cambiantes de la automatización y la toma de decisiones basada en datos.
A estas competencias técnicas debemos sumar un conjunto sólido de soft skills. La creatividad y la capacidad de pensamiento crítico se volverán esenciales para resolver problemas complejos y desarrollar soluciones innovadoras. La colaboración y la comunicación efectiva también serán cruciales, ya que los equipos interdisciplinarios trabajan en conjunto para desarrollar soluciones integrales que aborden desafíos complejos de IA.
Todo ello no hace sino resaltar la adaptabilidad y la disposición para el aprendizaje continuo que han de tener los profesionales del futuro (no tan lejano). Estos deben estar dispuestos a actualizar constantemente sus conocimientos y habilidades para mantenerse relevantes.
También tendrán que echar mano de la resiliencia emocional para confrontar la incertidumbre que, al menos a corto plazo, generará la transformación digital y la automatización en el entorno profesional. Aquellos que pueden gestionar el cambio con una actitud positiva serán capaces de enfrentar los desafíos con mayor determinación.
Por otro lado, la propia inteligencia artificial está jugando un papel en el campo de la formación. Está ayudando a mejorar la calidad del aprendizaje y la enseñanza. También contribuirá a que los alumnos puedan aprender de manera más efectiva al personalizar la experiencia de aprendizaje con la capacidad de ofrecer retroalimentación en tiempo real. En general, la IA tiene el potencial de mejorar la formación al hacerla más personalizada, eficiente y accesible
Combatir el desajuste de talento, el gran reto de las corporaciones
El nuevo paradigma laboral que propone la tecnología, con gran protagonismo de la IA, es un desafío que han de afrontar todas las compañías, desde las pequeñas hasta las más grandes, pues todas acusan un importante desajuste de talento tecnológico.
La demanda de perfiles IT se ha incrementado más de un 31%, pero, por el momento, no existe suficiente talento formado para la cantidad de puestos generados por las nuevas tecnologías.
La disponibilidad de programas educativos relacionados con la inteligencia artificial ha experimentado un notable incremento en el mercado, multiplicándose por 10 para cubrir una gran variedad de áreas y perfiles profesionales. Esto refleja cómo la IA está emergiendo como un campo de conocimiento significativo y relevante en múltiples sectores, generando una mayor demanda de expertos cualificados.
La formación que reciban tanto trabajadores como directivos y las compañías en su conjunto debe provenir de programas formativos alineados con las necesidades del mundo laboral actual y que comprendan desde conceptos básicos hasta aplicaciones prácticas en el ámbito empresarial. Así se podrá garantizar que el paso de lo tecnológico sobre lo analógico no habrá sido en vano. Si se realiza de la forma adecuada, la IA será un aliado para realzar el talento humano del presente y el futuro.