Agustín Rodríguez-Esteban es Doctor en Psicología por la Universidad de León, Licenciado en Psicología Educativa por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) y cuenta con una Diplomatura en Trabajo Social.
También es profesor e investigador en la Universidad de León, concretamente en el área de Métodos de Investigación y Diagnóstico del Departamento de Psicología, Sociología y Filosofía de la Facultad de Educación.
En los últimos años, ha desarrollado dos inestigaciones relativas a los condicionantes de género en la elección de estudios: Expectativas y motivaciones en la elección de estudios universitarios desde una perspectiva de género (2023). Y Diferencias según el género en los intereses académico-profesionales: ¿persisten los estereotipos? (2022).
¿Cuál cree que es el factor predominante por el que sigue existiendo la brecha de género en la elección de estudios y profesión?
Es una realidad que el incremento del nivel educativo de las mujeres en las últimas décadas, especialmente visible en el nivel universitario, no ha venido acompañado de una distribución igualitaria en la representación de ambos sexos por ramas de conocimiento o titulaciones. Casi un 60% de los estudiantes egresados en la universidad durante el curso 2020-2021 fueron mujeres. En la rama de Ingeniería y Arquitectura, sin embargo, este colectivo representa solo el 27% del total.
Estas diferencias de género en las elecciones académico-profesionales se pueden explicar en base a distintos intereses y motivaciones vocacionales. Son estos intereses los que configuran las distintas preferencias de atracción y rechazo en chicos y chicas hacia determinadas ocupaciones. Por ejemplo, mientras que los hombres muestran mayor preferencia hacia carreras orientadas hacia las cosas, las mujeres prefieren carreras orientadas hacia las personas. Las motivaciones sociales y de ayuda son también más habituales en el caso de las mujeres. Los hombres revelan, en mayor medida, motivaciones extrínsecas relacionadas con el desarrollo profesional o los beneficios económicos.
Quedan por determinar cuáles son los factores que explican estas diferencias, que no se pueden justificar en base a diferencias en capacidades. Tal y como ha señalado recientemente el propio Ministerio de Universidades el rendimiento de las alumnas universitarias es superior al de los hombres, tanto en Grado como en Máster y su tasa de abandono de los estudios es inferior.
La mayor parte de la investigación apunta a la influencia de los factores sociales. Desde su infancia, niños y niñas reciben experiencias ambientales distintas que darán forma a sus intereses y creencias de autoeficacia.
La experiencia vicaria también es fundamental. Sin embargo, son escasos los modelos de referencia femeninos relevantes en el ámbito científico-tecnológico; no porque no existan, sino porque su presencia en los medios de comunicación (y añado entornos educativos) es muy escasa.
¿Qué condicionantes y/o estereotipos siguen estando presentes actualmente entre los jóvenes y que contribuyen a que la brecha de género no se estreche?
Como he señalado, el componente sociocultural es determinante. El sesgo androcéntrico de la ciencia ha asociado tradicionalmente una identidad de género, transmitida y mantenida a través de distintos mecanismos de socialización, al desarrollo de ciertas ocupaciones al considerarlas típicamente masculinas o femeninas. Si las profesiones asociadas a la enseñanza o al cuidado y la salud se asocian con el género femenino, muchas mujeres presentarán una mayor probabilidad de manifestar una imagen acorde con estos estereotipos y tenderán a formar intereses (vocacionales) de forma consistente con esta identidad.
"Los estereotipos aún no han sido eliminados. Quizá su persistencia radica en que una vez formados es muy difícil esta eliminación ya que se transmiten de forma no consciente".
Hemos realizado recientemente un estudio con estudiantes de secundaria que ejemplifica el mantenimiento de estos estereotipos. Se les preguntó por su preferencia para contratar a alguien en distintos sectores profesionales. Los porcentajes más altos se encontraban en la categoría ‘indiferente' en todas las áreas. Sin embargo, en el sector informático, un 13% prefería contratar a hombres (un 3% señaló que mujeres). En el caso del cuidado a personas mayores, un 24% prefirió a una mujer, solo un 1% optaría por un varón.Según el informe Radiografía de la brecha de género en la formación STEAM, del Ministerio de Educación y FP (MEFP), hay ámbitos de estudio como informática, ingeniería y tecnología, donde predominan los hombres, y otros estudios relacionados con sanidad, educación e imagen personal, donde las mujeres son una clara mayoría. ¿Por qué hay carreras, ciclos formativos y profesiones elegidas en su mayoría por hombres o mujeres?
Sí, como he señalado, tradicionalmente las profesiones relacionadas con la educación o el cuidado se han asociado con el género femenino, y las ingenierías han sido ocupaciones tradicionalmente asociadas a los hombres. Ningún dato objetivo o evidencia empírica valida esta asociación. Como he mencionado, no existen diferencias en las capacidades. Respecto al rendimiento académico, la propia OCDE señala que los hombres obtienen puntuaciones superiores en ciencias y matemáticas cuando se comparan con sus puntuaciones medias en el total de asignaturas. En el caso de las mujeres, los resultados comparativos son más altos en la competencia lectora. Por tanto, aunque la realidad es que no hay diferencias en el rendimiento promedio entre hombres y mujeres, es probable que las decisiones se tomen basándose más en los puntos fuertes comparativos que en los puntos fuertes absolutos: ¿dónde soy (o creo ser) mejor?
Hay que considerar las creencias de autoeficacia. Estas son superiores en los chicos, especialmente cuando se analizan áreas vocacionales con una mayor presencia masculina, como las ingenierías.
Sin embargo, en los últimos años, esta situación está cambiando. El número de mujeres se incrementa en las ocupaciones tradicionalmente masculinas y su presencia es más equitativa en las llamadas "titulaciones verdes" o ingenierías del sector agroalimentario.
¿En qué medida el entorno social y económico condicionan a los niños y jóvenes a la hora de decidir a qué quieren dedicarse?
Si atendemos a las políticas en materia de igualdad de los últimos años, podemos decir que el contexto socioeconómico no debe ser un elemento que condicione las decisiones académico-profesionales de los jóvenes. La realidad, sin embargo, es todavía distinta; no solo porque los mecanismos de transmisión intergeneracional de oportunidades siguen estando presentes, sino también porque los estereotipos aún no han sido eliminados. Quizá su persistencia radica en que una vez formados es muy difícil esta eliminación ya que se transmiten, en gran medida, de forma no consciente. Según los últimos datos de inserción laboral de egresados universitarios que ofrece el INE, las mujeres, no solo se titulan en menor medida en el sector de las ingenierías, sino que, además, se arrepienten, en mayor medida que los hombres, de haber estudiado estas titulaciones. La discriminación no solo afecta a los procesos de elección vocacional, también está presente en el mercado laboral.
"Proyectos como STEM Talent Girl o los STEM Colloquium, desarrollados para llevar a los centros de secundaria sus experiencias profesionales en áreas STEM, están contribuyendo a reducir esta brecha".
¿Cómo pueden los centros educativos contribuir en la reducción de la brecha de género en la elección de estudios y profesiones?
El papel del sistema educativo es fundamental para orientar, y posteriormente retener, a las mujeres en las ocupaciones STEM. La LOMLOE establece que las Administraciones educativas deberán impulsar el incremento de la presencia de alumnas en estudios del ámbito de las ciencias, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas. Sin embargo, y como ya ha ocurrido en otros ámbitos, este objetivo no debe quedarse en una mera declaración de intenciones. Deben promoverse entornos que favorezcan el desarrollo de experiencias de aprendizaje que incrementen el interés y la curiosidad por estas disciplinas en niñas y adolescentes. Utilizar modelos de referencia donde se visibilice y analice la presencia exitosa de la mujer en el sector tecnológico. Debatir críticamente esta realidad en grupos de trabajo para identificar y reducir estereotipos. Apoyarse en tutorías entre las estudiantes de secundaria y alumnas universitarias de ingenierías.
Se hace necesario trabajar también a nivel individual con las estudiantes para ayudarlas a desarrollar una identidad profesional ajustada a sus propias características y a identificar, y en su caso eliminar, ciertas ideas preconcebidas favoreciendo el desarrollo de creencias de autoeficacia y expectativas de éxito.
¿Y las familias, de qué manera pueden ayudar a reducir la brecha de género?
El papel de la familia, en cuanto principal agente socializador, es también determinante. Desde edades tempranas, niñas y niños reciben numerosas experiencias ambientales en su entorno familiar que irán dando forma a sus intereses y futuras creencias de autoeficacia. Que estas experiencias contribuyan a mantener los estereotipos actuales o a contrarrestar estas tendencias, será, en gran medida, responsabilidad del entorno familiar. Sin duda, aquí también estamos cambiando. Un reciente estudio realizado en Italia por Barone y Assirelli ha puesto de manifiesto, por ejemplo, el importante apoyo que desde el entorno familiar recibían las hijas que decidían realizar carreras ‘atípicas'.
Sin embargo, modificar actitudes y cambiar comportamientos quizá no sea suficiente; no debemos olvidar la influencia del contexto socioeconómico familiar. Existe una clara relación entre el estatus de los progenitores y los logros ocupacionales de los hijos. Los hijos tienden a elegir con mayor frecuencia titulaciones similares a la ocupación de los padres. Las familias más desfavorecidas, además, tienen dificultades para proporcionar la mayor inversión económica que exige este tipo de trayectorias profesionales y un menor número de redes sociales de información y acceso al mercado laboral. La igualdad de género en este sector pasa también por favorecer los procesos de movilidad social y para ello el apoyo, también económico, a la familia es fundamental.
¿Qué estrategias o programas educativos se están implementando para fomentar una mayor equidad de género en la elección de estudios y profesiones?Creo que se están produciendo grandes avances fruto de la puesta en práctica de numerosas iniciativas promovidas desde el ámbito formal-institucional. Proyectos como STEM Talent Girl o los STEM Colloquium, desarrollados por investigadores de la universidad para llevar a los centros de secundaria sus experiencias profesionales en áreas STEM, están contribuyendo a reducir esta brecha. La OCDE advierte sin embargo que, curiosamente, la diferencia de género a favor de los chicos en los puntos fuertes relativos en ciencias es mayor en los países con mayor igualdad de género y la proporción de mujeres que obtienen un título universitario en STEM es menor. Queda por investigar este patrón. Atender a la influencia ‘oculta' que los jóvenes reciben a través de otros canales ‘informales' como son las redes sociales y que, sin duda, contribuye a forjar sus actitudes puede ser un comienzo.
¿Cuáles son las consecuencias sociales y económicas de la persistente brecha de género en la elección de estudios y profesiones?
Organismos internacionales como la UNESCO o la OCDE alertan sobre las consecuencias que, tanto a nivel personal como social, tiene la menor participación de las mujeres en el sector tecnológico. A nivel personal, porque, sin duda, estamos hablando de profesiones con una alta remuneración y perspectivas de carrera profesional. Pero también se producen consecuencias a nivel social, debido a la pérdida de capital humano que supone la infrarrepresentación de las mujeres en este sector, lo que ya se conoce como la ‘pérdida del talento STEM'.
Pero el problema no es solo de tipo horizontal -entre titulaciones-, sino también de tipo vertical; me refiero concretamente al llamado ‘Techo de cristal'. Anteriormente ofrecí el dato de la mayor tasa de graduación de mujeres en grados universitarios (60%). Pues bien, cuando nos referimos a la tasa de graduación de estudiantes de doctorado, las mujeres representan solo el 49% del total. Dando un paso más, las mujeres matriculadas en estudios de doctorado en informática solo representan el 21,31% del total. Hemos hablado de la (aparente) preferencia de la mujer por las titulaciones sanitarias; sin embargo, si comparamos los datos entre las titulaciones de Enfermería y Medicina, observamos que, mientras que más de un 50% de los hombres eligen medicina, solo un 38% de las mujeres eligen esta titulación frente a enfermería. No quiero que esto se entienda como un desprestigio de una titulación frente a otra, pero desde muy joven siempre me llamó la atención el hecho de que, aunque a las mujeres se les asociaba con las labores de la cocina, los grandes cocineros (al menos los más prestigiosos en los mass media) eran mayoritariamente hombres. Quizá todavía algo estamos haciendo mal.