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"La tarea orientadora debe ser una cuestión de centro"

Entrevista

  • 08/06/2023
  • Tiempo de lectura 7 mins

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Alba Díaz Durán. Orientadora en el departamento de orientación del Institut Ribera Baixa, en El Prat de Llobregat
Alba Díaz Durán es orientadora en el Institut Ribera Baixa, en el Prat de Llobregat (Barcelona). Es licenciada en Pedagogía, especializada en educación emocional y bienestar, y en mediación comunitaria. Con formación en el ámbito de la neuroeducación, la programación neurolingüística y la comunicación no violenta. Con una larga experiencia en el acompañamiento a personas en diferentes procesos de vida. Con formación permanente en los campos de las violencias patriarcales aplicadas al ámbito educativo, los procesos de pérdida y duelo, la cultura de la restauración, la coeducación, los trastornos del aprendizaje y la atención a la diversidad.

Realiza funciones de orientación académica y profesional en Unidades de Escolarización Compartida, centros públicos de Educación Secundaria Obligatoria (sobre todo en los niveles de 1º y 4º de la ESO).
 
¿Quiénes son los responsables de la orientación en su centro?  ¿Cómo participa la comunidad educativa en la orientación del alumnado para la toma de decisiones sobre sus estudios?

Las personas preferentemente responsables de la orientación académica y profesional, en el centro público de Educación Secundaria Obligatoria en el que ahora mismo me encuentro trabajando, son quienes ejercen la función de tutoría en los distintos grupos. Siempre con el asesoramiento y acompañamiento del departamento de orientación, que trabaja por expandir la cultura de la orientación hacia todo el personal del centro, y desde todos los niveles educativos, empezando ya en 1º de la ESO. La tarea orientadora, pienso, debe ser una cuestión de centro.
 
A partir de su experiencia, ¿puede explicar algunos ejemplos de acciones concretas para acompañar a los jóvenes en la elección de estudios y formación?

Estoy plenamente convencida de que cualquier acción de acompañamiento, y especialmente en cuestiones de orientación, debe hacerse desde la calma, con tiempo, sin prisas. Y recalco, con calma. Qué hacer en un futuro inmediato (o no tanto) es una decisión importante, pero no nos va la vida en ello. Y me refiero con esto a las presiones que se ejercen, en ocasiones, sobre personas de 15 y 16 años que acaban sufriendo el proceso de elección de una proyección de futuro que, lejos de agobiarles y generarles ansiedad, debería de vivirse con ilusión y motivación. Bajo presión, no se pueden tomar decisiones en coherencia con lo que siento y necesito. Para ello, es fundamental apostar por un trabajo de autoconocimiento, de autoconciencia. El conocimiento de las propias capacidades, de las propias habilidades y, sobre todo, de los propios deseos, es fundamental para todos los aspectos de la vida; y, en especial, para la toma de decisiones conscientes. Y este trabajo desde iniciarse a una muy pronta edad.
 
¿Qué condicionantes externos influyen más en las decisiones académicas y formativas de los estudiantes que orienta actualmente? (tanto los habituales -género, familia, etc.- como otros que han surgido en los últimos años).
 
En los últimos años estoy observando mucho malestar emocional y mental en las personas jóvenes, y sin duda esto influye profundamente en una proyección de futuro que implica una toma de decisiones consciente. Las preocupaciones que les ocupan hoy dificultan mucho el hecho de proyectarse con optimismo e ilusión en el mañana. Pienso que esta es una cuestión muy importante y que debe ocuparnos a toda la sociedad.
 
Por otro lado, también estamos, ahora mismo, inmersas e inmersos en una sociedad de la total inmediatez. La vida es aquí y ahora, el mañana es algo que difícilmente me planteo. Lo que me ocupa se encuentra aquí y, además, tengo la facilidad de conseguir inmediatamente aquello que deseo. Y esto choca frontalmente con la cultura del esfuerzo y del trabajo por un objetivo a largo plazo.
 
A todo esto, podemos sumarle el estilo de referentes que, en muchos casos, tiene ahora mismo el alumnado de entre 14 y 17 años: personas populares en redes sociales, por ejemplo. Personas de las que no nos preguntamos qué formación pueden tener porque el contenido que generan y del que somos consumidores no nos invita a ello, detalle que ni siquiera nos preocupa. ¿Qué tiene más peso para los jóvenes cuando deciden sus estudios, las expectativas de inserción laboral o los contenidos y actividades de aprendizaje que más les atraen? ¿Por qué cree que sucede?
 
Mi experiencia me dice que, antes de entrar en el mercado laboral, es difícil proyectarse en las facilidades o dificultades que este puede generarnos. Por mucho y muy bien que nos hablen de sus experiencias personas que ya hayan pasado por ello.
 
Es por este motivo que recalco la importancia de conocerse bien y de saberse con las herramientas necesarias para enfrentar una situación nueva que, muy posiblemente, nos colocará en innumerables ocasiones en situaciones que deberemos enfrentar con calma, paciencia, asertividad y, también, con contundencia y decisión, entre otras herramientas de las que podamos disponer.

La falta de autoconocimiento sitúa a las y los jóvenes en cambios constantes de decisión frente a la incerteza de quién soy y qué es aquello que realmente deseo hacer.
 
Pienso que las expectativas de inserción son algo que no se plantean, por lo general, o no de manera auténtica. Y, sinceramente, yo a su edad tampoco lo hacía.
 
Se dejan llevar más por los deseos. Pero ¿son reales estos deseos?, ¿hablan realmente de mí?

Todo esto hace muy complejo el hecho de la orientación. Y aquí emerge la necesidad de crear un vínculo sólido, estable, seguro, de confianza; para que las y los jóvenes puedan ser, expresar, compartir…, y conjuntamente encontrar el camino que realmente desean caminar. Y que podrán ir actualizando a medida que lo vayan transitando.
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