La escasez de talento o la llamada "brecha de habilidades" ya es, hoy en día, una situación mayoritaria en las compañías españolas. Muchas empresas se enfrentan a dificultades para hallar candidatos con las aptitudes necesarias. Y la realidad es mucho más profunda, ya que mantiene una relación directa con el sistema educativo, que precisa que se ajuste a las demandas y necesidades del mercado laboral.
En la actualidad, el mercado laboral demanda posiciones que requieren un conocimiento muy específico; podemos afirmar que no estamos ante un panorama generalista, como ha habido en otras épocas. De hecho, ya hace tiempo que estamos en un mercado en el que se generan burbujas, se genera escasez de talento en sectores donde hay mucha demanda de un determinado tipo de profesionales. Por supuesto, esto lo vemos en posiciones de IT relacionadas con la ciberseguridad y el Big Data, entre otras, dónde hay un gran desajuste entre la oferta y la demanda de estos perfiles tecnológicos.
Asimismo, esta brecha ocurre también en el ámbito de la energía, sobre todo por lo que respecta a las renovables. Hay una penetración muy fuerte del sector en España y se están demandando profesionales con requerimientos técnicos determinados y, lo cierto, es que no hay tantos, por lo que se están aumentando los salarios de estas personas. Esto pasa, por ejemplo, en posiciones de ESG (siglas en inglés de Environmental, Social y Governance), teniendo en cuenta que bancos nacionales e internacionales tienen que reportar toda la información no financiera de la empresa en la que todas las cuestiones en materia de sostenibilidad cada vez ocupan una posición más relevante. Esto se traduce en una gran escasez de talento provocada por la falta de profesionales que hay ahora mismo con estos conocimientos. Estamos ante un paradigma en el que las big four están peleando con los bancos y las empresas finales, en general debido a una demanda real dada por las obligaciones actuales.
En esta línea, existen diferentes factores que contribuyen al hecho de que haya escasez de talento en algunos puestos de trabajo y sectores productivos. En ocasiones, el mercado o la competencia va por delante, o bien las tecnologías o los requisitos. Por ejemplo, si se legisla que a determinada fecha todas las empresas cotizadas tienen que reportar su información financiera y no financiera, se requerirá una gran cantidad de estos profesionales que no ha dado tiempo a formar en el mercado. Las necesidades de los consumidores, los fondos activistas y el cliente final van por delante de las exigencias del mercado y es aquí cuando hablamos de la generación de "burbujas".
Ante esta situación, la orientación académica y profesional juega un papel muy importante. Desde HAYS llevamos muchísimo tiempo haciendo una llamada a la acción al sector educativo. Pues es un poco frustrante que, en el siglo XXI, las universidades no estén hablando con las empresas y no estén formando en lo que realmente requiere el mercado. Cada año siguen saliendo muchísimos licenciados que van a ser difíciles de colocar, sino es que acaban en profesiones distintas de las que han estudiado.
Como sociedad, estamos frustrando a nuestros jóvenes, teniendo en cuenta que una gran parte tiene unos estudios que no le van a permitir vivir de ello en un futuro. En este sentido, se trata de una cuestión que se tendría que estar abordando desde los centros educativos. De repente, hacemos elegir entre Ciencias y Letras a los estudiantes de 16 años y a los 18, una decisión más específica aún sobre qué quieren hacer. En mayor o menor medida, eso les va a condicionar y marcará su vida y su trayectoria profesional. Cabe plantearse si se ha hecho un ejercicio de reflexión sobre en qué tienen que estar formadas las nuevas generaciones, qué es realmente lo que demanda el mercado y con qué se van a poder ganarse la vida; pues profesionales con una vocación clara hay muy pocos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la relación entre el mundo educativo y el empresarial. Por ejemplo, en Alemania está completamente integrado y la empresa y el sector educativo hablan y mantienen una conexión. También, es preocupante que, en el caso de los ingenieros de caminos, por ejemplo, al no haber ni infraestructura ni obra pública en España, pagamos su formación con impuestos y los mandamos a trabajar fuera. Aquí tenemos una universidad pública buena que se financia de impuestos y estamos muy orgullosos de ello. Pero ¿de qué sirve que estudien determinadas carreras si no van a poder trabajar de ello? Es una inversión que no tiene un retorno en la economía del país.
Del mismo modo, en HAYS, hemos preferido crear nuestro HUB de recruiters en IT en Zaragoza, acompañándolos desde la base, haciendo un pacto con una Universidad para que tengan la formación adecuada que les va a permitir trabajar en este mercado, creando ad hoc un Máster para ellos. Generándoles una carrera profesional en lugar de estar robando talento de la competencia, que tendrá una rotación futura elevada, en la que el compromiso con la empresa seguramente será más bajo.
Los principales actores del mercado laboral y, por supuesto, también el sector privado deberíamos pararnos y analizar qué requiere esta sociedad, qué competencias se deben adquirir en la etapa educativa, y, si el mercado laboral va mucho más rápido que los cambios en la formación, ¿cómo podemos ayudar a las empresas a adecuar rápidamente las nuevas competencias o conocimientos al mercado?, ¿cómo podemos facilitarlo? Hemos visto en muchas ocasiones, la más reciente en la crisis bancaria de 2009, que el sector puede inflacionar los salarios y, al romperse la burbuja, como en construcción, los perfiles dejan de tener valor en el mercado o ya no es el mismo. Por ello, cuando hablamos de crear cantera en mercados nicho, tenemos que pensar cómo autogenerarla de una forma sostenible por parte de la propia empresa.
Por último, cabe mencionar que no puede haber una ley orgánica en cada gobierno que cambie las bases de la enseñanza. Siendo honestos, este no debería ser un tema político, sino un tema de Estado. Es esencial preguntarse cómo va a ser el futuro de nuestro talento, además de cuestionarnos a qué edad deben elegir los estudiantes y qué grado a información deben tener a la hora de decidir su carrera profesional. Responsabilicémonos de la sociedad que tenemos, ya que gente muy joven se está jugando el futuro.
En la actualidad, el mercado laboral demanda posiciones que requieren un conocimiento muy específico; podemos afirmar que no estamos ante un panorama generalista, como ha habido en otras épocas. De hecho, ya hace tiempo que estamos en un mercado en el que se generan burbujas, se genera escasez de talento en sectores donde hay mucha demanda de un determinado tipo de profesionales. Por supuesto, esto lo vemos en posiciones de IT relacionadas con la ciberseguridad y el Big Data, entre otras, dónde hay un gran desajuste entre la oferta y la demanda de estos perfiles tecnológicos.
Asimismo, esta brecha ocurre también en el ámbito de la energía, sobre todo por lo que respecta a las renovables. Hay una penetración muy fuerte del sector en España y se están demandando profesionales con requerimientos técnicos determinados y, lo cierto, es que no hay tantos, por lo que se están aumentando los salarios de estas personas. Esto pasa, por ejemplo, en posiciones de ESG (siglas en inglés de Environmental, Social y Governance), teniendo en cuenta que bancos nacionales e internacionales tienen que reportar toda la información no financiera de la empresa en la que todas las cuestiones en materia de sostenibilidad cada vez ocupan una posición más relevante. Esto se traduce en una gran escasez de talento provocada por la falta de profesionales que hay ahora mismo con estos conocimientos. Estamos ante un paradigma en el que las big four están peleando con los bancos y las empresas finales, en general debido a una demanda real dada por las obligaciones actuales.
En esta línea, existen diferentes factores que contribuyen al hecho de que haya escasez de talento en algunos puestos de trabajo y sectores productivos. En ocasiones, el mercado o la competencia va por delante, o bien las tecnologías o los requisitos. Por ejemplo, si se legisla que a determinada fecha todas las empresas cotizadas tienen que reportar su información financiera y no financiera, se requerirá una gran cantidad de estos profesionales que no ha dado tiempo a formar en el mercado. Las necesidades de los consumidores, los fondos activistas y el cliente final van por delante de las exigencias del mercado y es aquí cuando hablamos de la generación de "burbujas".
Ante esta situación, la orientación académica y profesional juega un papel muy importante. Desde HAYS llevamos muchísimo tiempo haciendo una llamada a la acción al sector educativo. Pues es un poco frustrante que, en el siglo XXI, las universidades no estén hablando con las empresas y no estén formando en lo que realmente requiere el mercado. Cada año siguen saliendo muchísimos licenciados que van a ser difíciles de colocar, sino es que acaban en profesiones distintas de las que han estudiado.
"Es un poco frustrante que, en el siglo XXI, las universidades no estén hablando con las empresas y no estén formando en lo que realmente requiere el mercado".
Como sociedad, estamos frustrando a nuestros jóvenes, teniendo en cuenta que una gran parte tiene unos estudios que no le van a permitir vivir de ello en un futuro. En este sentido, se trata de una cuestión que se tendría que estar abordando desde los centros educativos. De repente, hacemos elegir entre Ciencias y Letras a los estudiantes de 16 años y a los 18, una decisión más específica aún sobre qué quieren hacer. En mayor o menor medida, eso les va a condicionar y marcará su vida y su trayectoria profesional. Cabe plantearse si se ha hecho un ejercicio de reflexión sobre en qué tienen que estar formadas las nuevas generaciones, qué es realmente lo que demanda el mercado y con qué se van a poder ganarse la vida; pues profesionales con una vocación clara hay muy pocos.
Otro aspecto a tener en cuenta es la relación entre el mundo educativo y el empresarial. Por ejemplo, en Alemania está completamente integrado y la empresa y el sector educativo hablan y mantienen una conexión. También, es preocupante que, en el caso de los ingenieros de caminos, por ejemplo, al no haber ni infraestructura ni obra pública en España, pagamos su formación con impuestos y los mandamos a trabajar fuera. Aquí tenemos una universidad pública buena que se financia de impuestos y estamos muy orgullosos de ello. Pero ¿de qué sirve que estudien determinadas carreras si no van a poder trabajar de ello? Es una inversión que no tiene un retorno en la economía del país.
Del mismo modo, en HAYS, hemos preferido crear nuestro HUB de recruiters en IT en Zaragoza, acompañándolos desde la base, haciendo un pacto con una Universidad para que tengan la formación adecuada que les va a permitir trabajar en este mercado, creando ad hoc un Máster para ellos. Generándoles una carrera profesional en lugar de estar robando talento de la competencia, que tendrá una rotación futura elevada, en la que el compromiso con la empresa seguramente será más bajo.
Los principales actores del mercado laboral y, por supuesto, también el sector privado deberíamos pararnos y analizar qué requiere esta sociedad, qué competencias se deben adquirir en la etapa educativa, y, si el mercado laboral va mucho más rápido que los cambios en la formación, ¿cómo podemos ayudar a las empresas a adecuar rápidamente las nuevas competencias o conocimientos al mercado?, ¿cómo podemos facilitarlo? Hemos visto en muchas ocasiones, la más reciente en la crisis bancaria de 2009, que el sector puede inflacionar los salarios y, al romperse la burbuja, como en construcción, los perfiles dejan de tener valor en el mercado o ya no es el mismo. Por ello, cuando hablamos de crear cantera en mercados nicho, tenemos que pensar cómo autogenerarla de una forma sostenible por parte de la propia empresa.
Por último, cabe mencionar que no puede haber una ley orgánica en cada gobierno que cambie las bases de la enseñanza. Siendo honestos, este no debería ser un tema político, sino un tema de Estado. Es esencial preguntarse cómo va a ser el futuro de nuestro talento, además de cuestionarnos a qué edad deben elegir los estudiantes y qué grado a información deben tener a la hora de decidir su carrera profesional. Responsabilicémonos de la sociedad que tenemos, ya que gente muy joven se está jugando el futuro.