El origen de los Certificados de Profesionalidad data del año 1995, siendo ejecutado por el Servicio Público de Empleo Estatal. Surgieron por la necesidad de acreditar las competencias profesionales y de capacitar para la consecución de estas, tanto a la población activa no ocupada como a la ocupada.
Dentro de los objetivos de los Certificados de Profesionalidad se encuentra "mejorar la empleabilidad de los trabajadores, especialmente de los que tienen mayores dificultades de mantenimiento del empleo o de inserción laboral".
Esto ha conllevado que los Certificados de Profesionalidad se hayan desarrollado como un recurso de gran valor para aquellas personas que quieren reforzar o adquirir unas competencias técnicas, que les posibiliten la mejora de su empleabilidad, tanto a la hora de conseguir un puesto de trabajo, por hallarse en situación de desempleo, como para quienes desean cambiar de sector de actividad.
También son útiles para mejorar su situación profesional, sea dentro de la organización en la que las personas se encuentran trabajando, o para ampliar su área de actuación profesional a través del refuerzo o adquisición de una serie de conocimientos en ámbitos relacionados con aquel o aquellos en los que habitualmente desempeñan su actividad.
Por otro lado, hay que destacar los Certificados de Profesionalidad como un recurso de alto valor para las organizaciones donde desarrollan su actividad profesional las personas que los cursan. Y es que estos aportan un valor añadido y una mayor capacitación a los/as trabajadores/as que participan en esta modalidad formativa, quienes adquieren unos conocimientos y competencias en un periodo de tiempo menor al que se necesita en otros estudios de Formación Profesional, pero con una extensión y profundidad muy similar a los adquiridos en los ciclos de grado medio o grado superior. Esto favorece el desarrollo de la capacidad productiva y de la competitividad de las organizaciones.
El valor de esta formación para las empresas se puede apreciar en la contratación del alumnado que realiza en ellas el módulo de prácticas que tienen todos los Certificados de Profesionalidad, algo que demuestra la calidad de la enseñanza de estos.
Dentro de los perfiles del alumnado que se interesa por esta modalidad de Formación Profesional nos encontramos con tres grandes categorías:
Asimismo, hay quienes deciden ampliar su campo de actividad al mundo de la formación para el empleo, lo que las lleva a cursar el certificado de profesionalidad "Docencia de la Formación Profesional para el Empleo", certificado que, al igual que el resto, puede ser cursado por quienes se encuentran profesionalmente ocupados o en situación de desempleo.
A pesar de las evidentes ventajas que supondría cursar un certificado de profesionalidad, según datos del Observatorio de la Formación Profesional de CaixaBank Dualiza, nos encontramos con el hecho de que la mayor parte de la población en edad de trabajar, no han cursado ninguno, lo que nos lleva a preguntarnos el motivo de ello.
La respuesta la dan los propios alumnos/as que son potenciales usuarios: existe un desconocimiento sobre su existencia y/o una falta de visibilidad sobre su utilidad, encontrándonos, de esta manera, con la necesidad de desarrollar los mecanismos de información sobre los Certificados de Profesionalidad. También se requieren programas de dinamización entre las personas que se encuentran cursando sus estudios, con el fin de incrementar la percepción de la utilidad de cursar un certificado de profesionalidad.
Así, el espacio rural se configura, desde una perspectiva económica, como un contexto de producción y reproducción, en el que los principales rasgos definitorios han sido un bajo nivel de desarrollo debido a que la agricultura y la ganadería tienen una baja capacidad de generación de renta y empleo.
El mundo rural cuenta con un entramado empresarial débil debido a su baja dimensión y la falta de competitividad y una escasa diversidad económica, básicamente centrada en la producción agroganadera y, en determinados territorios, en el turismo. Todo esto conlleva un paulatino, pero constante, abandono del medio rural, lo que deviene en un aumento de la falta de inversiones en los más diversos sectores, derivando esto, a su vez, en un menor interés por el desarrollo y/o mantenimiento de infraestructuras de todo tipo, tanto sociales, educativas y económicas.
En el caso concreto del medio rural, la gestión de la oferta y la demanda de los Certificados de Profesionalidad se torna más compleja, ya no solo por los motivos generales planteados más arriba, sino también por las características del medio rural a las que además deben de unirse, de manera más operativa, aspectos relacionados con la propia oferta de los Certificados y su gestión en este entorno.
En este contexto, se hace muy difícil el desarrollo de los Certificados de Profesionalidad en el mundo rural debido a las carencias presentes en este entorno, especialmente en los municipios más pequeños, en materia de potenciales beneficiarios de la formación, así como de las infraestructuras necesarias para poder ejecutarla, la accesibilidad del alumnado a los centros capacitados para poder desarrollar estas acciones formativas, tanto por aspectos medioambientales, como en materia de infraestructuras viarias adecuadas, especialmente en ciertas regiones y momentos del año.
Todo esto tiende a desincentivar que los Certificados de Profesionalidad lleguen a los municipios del medio rural, especialmente a aquellos que, por sus condiciones socioeconómicas, más requieren de los mismos para potenciar el desarrollo económico de dicho municipio y, con él, del espacio supramunicipal que constituye la comarca.
Las soluciones, aun planteándose en muchas de las mismas problemáticas, no es sencilla, pues conllevan la realización de inversiones en infraestructuras, adaptación de ciertos requisitos de los Certificados de Profesionalidad a la idiosincrasia del medio rural, en dinamización en materia del valor de la formación para el empleo y de diversificación del tejido productivo, que a su vez se fundamente en la sustentabilidad de los diferentes entornos enmarcados en el medio rural.
Dentro de los objetivos de los Certificados de Profesionalidad se encuentra "mejorar la empleabilidad de los trabajadores, especialmente de los que tienen mayores dificultades de mantenimiento del empleo o de inserción laboral".
Esto ha conllevado que los Certificados de Profesionalidad se hayan desarrollado como un recurso de gran valor para aquellas personas que quieren reforzar o adquirir unas competencias técnicas, que les posibiliten la mejora de su empleabilidad, tanto a la hora de conseguir un puesto de trabajo, por hallarse en situación de desempleo, como para quienes desean cambiar de sector de actividad.
También son útiles para mejorar su situación profesional, sea dentro de la organización en la que las personas se encuentran trabajando, o para ampliar su área de actuación profesional a través del refuerzo o adquisición de una serie de conocimientos en ámbitos relacionados con aquel o aquellos en los que habitualmente desempeñan su actividad.
Por otro lado, hay que destacar los Certificados de Profesionalidad como un recurso de alto valor para las organizaciones donde desarrollan su actividad profesional las personas que los cursan. Y es que estos aportan un valor añadido y una mayor capacitación a los/as trabajadores/as que participan en esta modalidad formativa, quienes adquieren unos conocimientos y competencias en un periodo de tiempo menor al que se necesita en otros estudios de Formación Profesional, pero con una extensión y profundidad muy similar a los adquiridos en los ciclos de grado medio o grado superior. Esto favorece el desarrollo de la capacidad productiva y de la competitividad de las organizaciones.
El valor de esta formación para las empresas se puede apreciar en la contratación del alumnado que realiza en ellas el módulo de prácticas que tienen todos los Certificados de Profesionalidad, algo que demuestra la calidad de la enseñanza de estos.
Dentro de los perfiles del alumnado que se interesa por esta modalidad de Formación Profesional nos encontramos con tres grandes categorías:
- Personas que, contando con cierta trayectoria profesional en un sector de actividad concreto, se encuentran en situación de desempleo y deciden mejorar sus competencias a través de la obtención de un certificado de profesionalidad.
- El alumnado que desea especializarse en un área concreta, optando por esta modalidad formativa con el fin de ahondar en la especialización profesional y/o académica que ha desarrollado hasta ese momento.
- Personas con años de experiencia en un ámbito profesional concreto.
Asimismo, hay quienes deciden ampliar su campo de actividad al mundo de la formación para el empleo, lo que las lleva a cursar el certificado de profesionalidad "Docencia de la Formación Profesional para el Empleo", certificado que, al igual que el resto, puede ser cursado por quienes se encuentran profesionalmente ocupados o en situación de desempleo.
A pesar de las evidentes ventajas que supondría cursar un certificado de profesionalidad, según datos del Observatorio de la Formación Profesional de CaixaBank Dualiza, nos encontramos con el hecho de que la mayor parte de la población en edad de trabajar, no han cursado ninguno, lo que nos lleva a preguntarnos el motivo de ello.
La respuesta la dan los propios alumnos/as que son potenciales usuarios: existe un desconocimiento sobre su existencia y/o una falta de visibilidad sobre su utilidad, encontrándonos, de esta manera, con la necesidad de desarrollar los mecanismos de información sobre los Certificados de Profesionalidad. También se requieren programas de dinamización entre las personas que se encuentran cursando sus estudios, con el fin de incrementar la percepción de la utilidad de cursar un certificado de profesionalidad.
Los Certificados de Profesionalidad en el medio rural
El medio rural presenta múltiples definiciones, según el organismo o autor al que nos aproximemos. En su informe El Futuro Del Mundo Rural, la Unión Europea define el medio rural más allá de un simple planteamiento agrícola-ganadero. Lo define como: "un tejido socioeconómico que abarca un conjunto de actividades diversas, más allá de las agrarias, que realiza unas funciones vitales para la totalidad de la sociedad como zona amortiguadora de regeneración indispensable para la conservación del equilibrio ecológico y medioambiental, y como lugar privilegiado para el recreo y el esparcimiento"Así, el espacio rural se configura, desde una perspectiva económica, como un contexto de producción y reproducción, en el que los principales rasgos definitorios han sido un bajo nivel de desarrollo debido a que la agricultura y la ganadería tienen una baja capacidad de generación de renta y empleo.
El mundo rural cuenta con un entramado empresarial débil debido a su baja dimensión y la falta de competitividad y una escasa diversidad económica, básicamente centrada en la producción agroganadera y, en determinados territorios, en el turismo. Todo esto conlleva un paulatino, pero constante, abandono del medio rural, lo que deviene en un aumento de la falta de inversiones en los más diversos sectores, derivando esto, a su vez, en un menor interés por el desarrollo y/o mantenimiento de infraestructuras de todo tipo, tanto sociales, educativas y económicas.
En el caso concreto del medio rural, la gestión de la oferta y la demanda de los Certificados de Profesionalidad se torna más compleja, ya no solo por los motivos generales planteados más arriba, sino también por las características del medio rural a las que además deben de unirse, de manera más operativa, aspectos relacionados con la propia oferta de los Certificados y su gestión en este entorno.
En este contexto, se hace muy difícil el desarrollo de los Certificados de Profesionalidad en el mundo rural debido a las carencias presentes en este entorno, especialmente en los municipios más pequeños, en materia de potenciales beneficiarios de la formación, así como de las infraestructuras necesarias para poder ejecutarla, la accesibilidad del alumnado a los centros capacitados para poder desarrollar estas acciones formativas, tanto por aspectos medioambientales, como en materia de infraestructuras viarias adecuadas, especialmente en ciertas regiones y momentos del año.
Todo esto tiende a desincentivar que los Certificados de Profesionalidad lleguen a los municipios del medio rural, especialmente a aquellos que, por sus condiciones socioeconómicas, más requieren de los mismos para potenciar el desarrollo económico de dicho municipio y, con él, del espacio supramunicipal que constituye la comarca.
Las soluciones, aun planteándose en muchas de las mismas problemáticas, no es sencilla, pues conllevan la realización de inversiones en infraestructuras, adaptación de ciertos requisitos de los Certificados de Profesionalidad a la idiosincrasia del medio rural, en dinamización en materia del valor de la formación para el empleo y de diversificación del tejido productivo, que a su vez se fundamente en la sustentabilidad de los diferentes entornos enmarcados en el medio rural.