La formación y la educación, con permiso de las normas, reglas y leyes, son los cimientos básicos de cualquier sociedad. Ante los nuevos retos y aprendizajes que hemos afrontado estos últimos años: crisis sanitarias, una sociedad más digital, subida descontrolada de precios en los combustibles (y los que seguro están por venir), la enseñanza en formato híbrido está más en boga que nunca con motivo de algunos de los retos mencionados con anterioridad. Siendo tajante, si no hay educación acompañada de formación, no se va a poder construir una sociedad más sostenible que apunte a una transición verde.
La transición verde, con la ayuda de las nuevas tecnologías, está afectando y afectará al mercado laboral tal y como lo conocemos. Por un lado, desaparecerán profesiones muy habituales hasta la fecha con poco valor añadido, siendo sustituidas por tecnología. También cambiarán algunas profesiones con una mayor eficiencia, y se abrirá paso a la creación de nuevos perfiles estratégicos que unan la transición verde con la tecnología.
Por otro lado, la transición verde, en términos de movilidad, impactará en el mercado laboral. Es decir, habrá que justificar si es o no necesario desplazarnos a nuestros puestos de trabajo en función de nuestro rol o funciones; la forma de transporte también será revisada. Es por ello, y por una cuestión de consciencia global, que se plantean a través de la tecnología nuevas formas eficientes y sostenibles de movilidad (movilidad eléctrica, compartida, nuevas infraestructuras para dar cabida a más usuarios de transporte público…).
Por otra parte, resulta difícil de prever si habrá más oferta o menos empleo con este enfoque hacia la ecología. Dependerá de la correcta utilización de la tecnología como facilitadora hacia una transición verde. Lo que sí que aparecerán son nuevas oportunidades de empleo que estarán alineadas con esta estrategia. Así, aquellos profesionales que quieran reciclarse laboralmente tendrán nuevas oportunidades, además de aquellos que quieran acceder al mercado laboral por primera vez. Lo que sí está claro es que para optar a estas nuevas oportunidades laborales se necesitará, sin duda, una formación específica.
La oferta laboral y la creación de nuevas profesiones u oportunidades estará en función de los desarrollos tecnológicos y la rapidez en implementar los cursos de formación vinculados a dichos avances.
Algunas de estas profesiones con más futuro podrían ser analistas de soluciones sostenibles, técnicos de medio ambiente, consultores de logística o movilidad sostenible, expertos en energías renovables, expertos en materiales renovables, ingenieros ambientales, entre otras muchas. Tampoco hay que olvidar el reciclaje y concienciación de actuales profesiones que se aproximan a un mundo más verde y tecnológico. Todo ello ha de venir acompañado de una formación, para los que estamos activos, y de la labor de inculcar valores a los alumnos que aún están en la escuela y nos irán relevando en los próximos años.
Si nos ceñimos a competencias, lo más importante para desarrollarlas será tener claro las que ya disponemos de forma innata. Una vez diagnosticadas, trabajar las competencias que requieren revisión y que van a ayudarnos a mejorar. Si hablamos de aquellas que nos servirán para potenciar esta transición verde, en mi opinión, las fundamentales serían: capacidad de influencia, liderazgo de equipos, habilidades estratégicas, gestión del cambio, etc., por enumerar algunas de ellas.
La tecnología apoya los avances en materia de educación y formación facilitando así las herramientas y entornos que están dibujando el futuro de nuestra sociedad, nuestros jóvenes y nuestros profesionales. Disponer de soluciones a medida para cada persona u organización, bien sea para contenidos específicos, habilidades o espacios inteligentes para agrupar, ordenar y evaluar la información o capacidades, resulta estratégico para nuestra sociedad.
La transición verde, con la ayuda de las nuevas tecnologías, está afectando y afectará al mercado laboral tal y como lo conocemos. Por un lado, desaparecerán profesiones muy habituales hasta la fecha con poco valor añadido, siendo sustituidas por tecnología. También cambiarán algunas profesiones con una mayor eficiencia, y se abrirá paso a la creación de nuevos perfiles estratégicos que unan la transición verde con la tecnología.
Por otro lado, la transición verde, en términos de movilidad, impactará en el mercado laboral. Es decir, habrá que justificar si es o no necesario desplazarnos a nuestros puestos de trabajo en función de nuestro rol o funciones; la forma de transporte también será revisada. Es por ello, y por una cuestión de consciencia global, que se plantean a través de la tecnología nuevas formas eficientes y sostenibles de movilidad (movilidad eléctrica, compartida, nuevas infraestructuras para dar cabida a más usuarios de transporte público…).
Por otra parte, resulta difícil de prever si habrá más oferta o menos empleo con este enfoque hacia la ecología. Dependerá de la correcta utilización de la tecnología como facilitadora hacia una transición verde. Lo que sí que aparecerán son nuevas oportunidades de empleo que estarán alineadas con esta estrategia. Así, aquellos profesionales que quieran reciclarse laboralmente tendrán nuevas oportunidades, además de aquellos que quieran acceder al mercado laboral por primera vez. Lo que sí está claro es que para optar a estas nuevas oportunidades laborales se necesitará, sin duda, una formación específica.
La oferta laboral y la creación de nuevas profesiones u oportunidades estará en función de los desarrollos tecnológicos y la rapidez en implementar los cursos de formación vinculados a dichos avances.
Algunas de estas profesiones con más futuro podrían ser analistas de soluciones sostenibles, técnicos de medio ambiente, consultores de logística o movilidad sostenible, expertos en energías renovables, expertos en materiales renovables, ingenieros ambientales, entre otras muchas. Tampoco hay que olvidar el reciclaje y concienciación de actuales profesiones que se aproximan a un mundo más verde y tecnológico. Todo ello ha de venir acompañado de una formación, para los que estamos activos, y de la labor de inculcar valores a los alumnos que aún están en la escuela y nos irán relevando en los próximos años.
Si nos ceñimos a competencias, lo más importante para desarrollarlas será tener claro las que ya disponemos de forma innata. Una vez diagnosticadas, trabajar las competencias que requieren revisión y que van a ayudarnos a mejorar. Si hablamos de aquellas que nos servirán para potenciar esta transición verde, en mi opinión, las fundamentales serían: capacidad de influencia, liderazgo de equipos, habilidades estratégicas, gestión del cambio, etc., por enumerar algunas de ellas.
La tecnología apoya los avances en materia de educación y formación facilitando así las herramientas y entornos que están dibujando el futuro de nuestra sociedad, nuestros jóvenes y nuestros profesionales. Disponer de soluciones a medida para cada persona u organización, bien sea para contenidos específicos, habilidades o espacios inteligentes para agrupar, ordenar y evaluar la información o capacidades, resulta estratégico para nuestra sociedad.