Elegir alargar los estudios más allá de la enseñanza obligatoria es un acierto seguro. El logro de finalizar una carrera universitaria tiene su recompensa, ya que a mayor nivel formativo mayor probabilidad de conseguir un empleo cualificado, mantenerlo y promocionar profesionalmente, según el Plan para la reducción del fracaso escolar en Cataluña, 2012-2018, publicado por la Generalitat de Catalunya en 2013.
En la actualidad, los centros educativos que llevan a cabo tareas de orientación profesional y vocacional coinciden en una misma problemática según publicaron en 2020 Mudarra, González-Benito y Velaz de Medrano en su artículo Debilidades del Sistema de Orientación Español según los tutores y directores de Educación Secundaria, que es disponer de poco tiempo y recursos para esta tarea concreta.
La ratio orientador-alumnos no permite cubrir las necesidades de orientación de todo el alumnado. Además, a menudo el orientador pedagógico y académico-profesional coinciden en la misma persona, sobrecargándoles de tareas y obligándoles a priorizar la orientación pedagógica por delante de la vocacional por pura necesidad. La consecuencia directa es la sensación de desatención y desinformación en cuanto a qué estudios elegir. De la calidad de este servicio de orientación al alumnado depende en parte que los itinerarios elegidos sean más acordes a los auténticos intereses y prioridades de la población estudiantil. Por lo tanto, reducir esta ratio se traduciría en una mejora en la distribución de talento en la comunidad y por lo tanto la economía del territorio.
Para la toma de decisión acertada, el alumnado expresa que necesita:
Los/las estudiantes tienen a su alcance mucha información acerca de la oferta formativa. Los recursos digitales, como los que ofrece Educaweb, cumplen con creces esta necesidad de información. Ahora bien, adentrarse y esperar que vayamos a encontrar "La Respuesta" sin más puede generar ansiedad por la cantidad de información disponible. Y los test de intereses, aunque aportan información útil, no son suficientes por sí solos. La orientación vocacional no es un proceso que llega a un final por sí solo ni es el resultado de introducir variables en una fórmula. Elegir estudios es una decisión compleja por la información que maneja y requiere voluntad, tiempo, recursos y esfuerzo.
Por lo tanto, un conocimiento básico de la oferta formativa será suficiente información para empezar. Más adelante, durante el proceso se llevarán a cabo tantas consultas como sea necesario a estas fuentes de información, con el objetivo de mantener o descartar opciones.
El trabajo duro viene en relación con el autoconocimiento o cómo me ubico yo en el mundo y dónde quiero ubicarme en el futuro. Se requiere un esfuerzo introspectivo que puede venir de la mano de conversaciones profundas con personas de referencia como padres, madres, tutores/as, profesores/as y/o profesionales especializados/as como Orientados.cat. En este caso, los profesionales de la orientación ayudan al alumnado j a situarse y a realizar un análisis de sus posibilidades, ser más conscientes de sus capacidades y establecer objetivos lo más realistas posibles. Las herramientas terapéuticas y de inteligencia emocional son un acelerador en los procesos de orientación.
Según menciona Pérez Olvera en 2006 en su artículo Desarrollo de los Adolescentes III. Identidad y Relaciones Sociales, diversos estudios (Cauley&Tyler, 1989; Metcalfe, 1981; Reynolds, 1980) han demostrado científicamente que un mejor autoconcepto y autoestima incide positivamente en el rendimiento académico y un buen rendimiento académico dilata los años de estudio. Observamos así que el bienestar emocional de los/las jóvenes correlaciona positivamente con su rendimiento escolar.
No confundamos bienestar emocional con tener a los estudiantes en una "nube de algodón", darles todo lo que piden o con intentar evitar que se frustren o se enfaden. La autoestima llega de la mano del concepto de autoeficacia, sentirse capaz de hacer cosas, tomar decisiones y sobre todo de asumir errores. Es responsabilidad de todos confiar y brindar al alumnado las oportunidades para ello en su proceso de convertirse en personas adultas autosuficientes, proporcionándole herramientas que le serán útiles y beneficiosas para el resto de su vida.
En esta misma línea, elegir una carrera y abandonarla no debe ser interpretado como un error sino como una experiencia más. La autoestima y un buen autoconcepto son los principales aliados de las llamadas habilidades blandas o soft skills, cada vez más valoradas a la hora ser seleccionados/as para un puesto de trabajo. Las habilidades blandas son aquellas competencias que se ponen de manifiesto en la interacción con los demás, por citar algunas: comunicación, escucha activa, liderazgo, trabajo en equipo, flexibilidad, negociación, etc. Los beneficios de este tipo de competencias son muchos: permiten preservar un buen ambiente de trabajo; predispone al personal a colaborar; facilita la creatividad y el trabajo en equipo; y dispone al trabajador/a para dar lo mejor de sí mismo/a. Vemos que en la base de una buena trayectoria académica y profesional se encuentra también una buena gestión emocional.
Mi recomendación a las familias es otorgar más importancia y atención a la información que se transmite a los hijos e hijas sobre las profesiones, evitando prejuicios y manifestando absoluto respeto. No escatimar en detalles cuando nuestras personas más jóvenes manifiestan interés por algunas profesiones e invitarlas, acompañarlas si es necesario, a buscar más información sobre las mismas a partir de sus preguntas y dudas. Escuchar sus reflexiones, ampliar sus miras y ayudarlas a tomar conciencia de las posibilidades que les ofrece su entorno. Animarlas, siempre que sea posible, a alargar al máximo la etapa escolar sin presionar hacia un camino u otro. Tener en cuenta que antes que precipitarse, se puede posponer la decisión y aprovechar ese tiempo para adquirir otras experiencias. Animarlas también a adquirir experiencia profesional siempre que se pueda, ya que les proporcionará autoconocimiento y autonomía, aspectos fundamentales para su capacidad de responsabilizarse de ellos mismos y por lo tanto mejorar su autoestima.
Es sabido que, en el mercado laboral actual, buscar o cambiar de empleo se dará en varias ocasiones a lo largo de la vida. La orientación vocacional o profesional, por lo tanto, no es un proceso exclusivo de la adolescencia. Ser competente emocionalmente, es decir, saber identificar, gestionar y regular con eficacia nuestras emociones no sólo contribuye a un mayor bienestar general, sino que ahora también sabemos que nos brinda mejores oportunidades laborables.
En la actualidad, los centros educativos que llevan a cabo tareas de orientación profesional y vocacional coinciden en una misma problemática según publicaron en 2020 Mudarra, González-Benito y Velaz de Medrano en su artículo Debilidades del Sistema de Orientación Español según los tutores y directores de Educación Secundaria, que es disponer de poco tiempo y recursos para esta tarea concreta.
La ratio orientador-alumnos no permite cubrir las necesidades de orientación de todo el alumnado. Además, a menudo el orientador pedagógico y académico-profesional coinciden en la misma persona, sobrecargándoles de tareas y obligándoles a priorizar la orientación pedagógica por delante de la vocacional por pura necesidad. La consecuencia directa es la sensación de desatención y desinformación en cuanto a qué estudios elegir. De la calidad de este servicio de orientación al alumnado depende en parte que los itinerarios elegidos sean más acordes a los auténticos intereses y prioridades de la población estudiantil. Por lo tanto, reducir esta ratio se traduciría en una mejora en la distribución de talento en la comunidad y por lo tanto la economía del territorio.
Para la toma de decisión acertada, el alumnado expresa que necesita:
- Información sobre la oferta formativa y planificación
- Comunicación con las familias y el profesorado
- Herramientas para el autoconocimiento.
Los/las estudiantes tienen a su alcance mucha información acerca de la oferta formativa. Los recursos digitales, como los que ofrece Educaweb, cumplen con creces esta necesidad de información. Ahora bien, adentrarse y esperar que vayamos a encontrar "La Respuesta" sin más puede generar ansiedad por la cantidad de información disponible. Y los test de intereses, aunque aportan información útil, no son suficientes por sí solos. La orientación vocacional no es un proceso que llega a un final por sí solo ni es el resultado de introducir variables en una fórmula. Elegir estudios es una decisión compleja por la información que maneja y requiere voluntad, tiempo, recursos y esfuerzo.
Por lo tanto, un conocimiento básico de la oferta formativa será suficiente información para empezar. Más adelante, durante el proceso se llevarán a cabo tantas consultas como sea necesario a estas fuentes de información, con el objetivo de mantener o descartar opciones.
"De la calidad de este servicio de orientación al alumnado depende en parte que los itinerarios elegidos sean más acordes a los auténticos intereses y prioridades de la población estudiantil".
El trabajo duro viene en relación con el autoconocimiento o cómo me ubico yo en el mundo y dónde quiero ubicarme en el futuro. Se requiere un esfuerzo introspectivo que puede venir de la mano de conversaciones profundas con personas de referencia como padres, madres, tutores/as, profesores/as y/o profesionales especializados/as como Orientados.cat. En este caso, los profesionales de la orientación ayudan al alumnado j a situarse y a realizar un análisis de sus posibilidades, ser más conscientes de sus capacidades y establecer objetivos lo más realistas posibles. Las herramientas terapéuticas y de inteligencia emocional son un acelerador en los procesos de orientación.
Según menciona Pérez Olvera en 2006 en su artículo Desarrollo de los Adolescentes III. Identidad y Relaciones Sociales, diversos estudios (Cauley&Tyler, 1989; Metcalfe, 1981; Reynolds, 1980) han demostrado científicamente que un mejor autoconcepto y autoestima incide positivamente en el rendimiento académico y un buen rendimiento académico dilata los años de estudio. Observamos así que el bienestar emocional de los/las jóvenes correlaciona positivamente con su rendimiento escolar.
No confundamos bienestar emocional con tener a los estudiantes en una "nube de algodón", darles todo lo que piden o con intentar evitar que se frustren o se enfaden. La autoestima llega de la mano del concepto de autoeficacia, sentirse capaz de hacer cosas, tomar decisiones y sobre todo de asumir errores. Es responsabilidad de todos confiar y brindar al alumnado las oportunidades para ello en su proceso de convertirse en personas adultas autosuficientes, proporcionándole herramientas que le serán útiles y beneficiosas para el resto de su vida.
En esta misma línea, elegir una carrera y abandonarla no debe ser interpretado como un error sino como una experiencia más. La autoestima y un buen autoconcepto son los principales aliados de las llamadas habilidades blandas o soft skills, cada vez más valoradas a la hora ser seleccionados/as para un puesto de trabajo. Las habilidades blandas son aquellas competencias que se ponen de manifiesto en la interacción con los demás, por citar algunas: comunicación, escucha activa, liderazgo, trabajo en equipo, flexibilidad, negociación, etc. Los beneficios de este tipo de competencias son muchos: permiten preservar un buen ambiente de trabajo; predispone al personal a colaborar; facilita la creatividad y el trabajo en equipo; y dispone al trabajador/a para dar lo mejor de sí mismo/a. Vemos que en la base de una buena trayectoria académica y profesional se encuentra también una buena gestión emocional.
Mi recomendación a las familias es otorgar más importancia y atención a la información que se transmite a los hijos e hijas sobre las profesiones, evitando prejuicios y manifestando absoluto respeto. No escatimar en detalles cuando nuestras personas más jóvenes manifiestan interés por algunas profesiones e invitarlas, acompañarlas si es necesario, a buscar más información sobre las mismas a partir de sus preguntas y dudas. Escuchar sus reflexiones, ampliar sus miras y ayudarlas a tomar conciencia de las posibilidades que les ofrece su entorno. Animarlas, siempre que sea posible, a alargar al máximo la etapa escolar sin presionar hacia un camino u otro. Tener en cuenta que antes que precipitarse, se puede posponer la decisión y aprovechar ese tiempo para adquirir otras experiencias. Animarlas también a adquirir experiencia profesional siempre que se pueda, ya que les proporcionará autoconocimiento y autonomía, aspectos fundamentales para su capacidad de responsabilizarse de ellos mismos y por lo tanto mejorar su autoestima.
Es sabido que, en el mercado laboral actual, buscar o cambiar de empleo se dará en varias ocasiones a lo largo de la vida. La orientación vocacional o profesional, por lo tanto, no es un proceso exclusivo de la adolescencia. Ser competente emocionalmente, es decir, saber identificar, gestionar y regular con eficacia nuestras emociones no sólo contribuye a un mayor bienestar general, sino que ahora también sabemos que nos brinda mejores oportunidades laborables.