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Las tensiones entre la oferta formativa y la demanda de perfiles de Formación Profesional

Artículo de opinión

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Xavier Dalmau Graupera. Director de FP de Jesuïtes Educació - UOC (Catalunya)
Es cierto que actualmente existe un desajuste entre la oferta y la de perfiles de Formación Profesional. Es decir, los perfiles profesionales que demandan las empresas, en algunos casos, no se corresponden con la oferta de plazas que generan dichos perfiles en los centros formativos. La solución no es en absoluto nada fácil, porque esta realidad es consecuencia de diferentes contextos, tanto de la empresa como de las escuelas de FP. Vayamos por pasos.
 
La continuidad de toda actividad formativa, igual que la empresarial, requiere una sostenibilidad económica en el tiempo. En el caso de las empresas, su actividad depende, entre otros factores, de la competencia profesional de sus trabajadores, es decir, de la calidad de la formación recibida y de su experiencia profesional. En el caso de los centros, se requiere que cada año haya tantos o más estudiantes como plazas se ofrecen, para asegurar su sostenibilidad. Y ¿de qué depende este factor? Pues en buena parte depende de los gustos y preferencias de los estudiantes, aunque éstas no estén acordes con las necesidades de las empresas.
 
Se da la situación, en más de un caso, que un centro puede ofrecer una alta calidad de formación en una especialidad muy demandada en su zona de influencia pero que ésta no coincida con las preferencias de los potenciales estudiantes. En ese caso, el centro posiblemente acabe cambiando a la especialidad más demandada por los estudiantes para poder asegurar la sostenibilidad a su proyecto.
 
De este modo, el punto que determina la oferta que pueden desplegar los centros es la atracción que siente un estudiante respecto a una determinada especialidad.
 
¿Y qué determina la actividad de una empresa? Los gustos y necesidades de sus clientes. Y esta situación acaba impactando sobre el estudiantado en su inserción laboral. Así, año a año comprobamos cómo en las especialidades con alta demanda empresarial la inserción laboral es, generalmente, inmediata. Como también vemos que, si se estudia una especialidad saturada en el mundo laboral, la inserción laboral será más costosa. Independientemente de la calidad que haya ofrecido el centro formativo.
 

El papel de la Administración pública

Ante esta situación, la pregunta que nos hacemos rápidamente es en qué medida pueden contribuir las administraciones para que la oferta Formación Profesional crezca de acuerdo con las necesidades de las empresas. La solución no es fácil y tampoco única, y seguramente requeriría de un triple compromiso que involucrara al sector empresarial, los centros formativos y la Administración.
 
Por un lado, las Administración puede regular la oferta a nivel de país o por zonas de actividad económica, para hacer posible que exista una oferta que pueda cubrir las necesidades más urgentes de las empresas . En este caso los centros deberían ser apoyados para que su sostenibilidad económica no se viera comprometida, aún cuando determinados ciclos tuvieran al inicio un número bajo de estudiantes matriculados.
 
Finalmente, las empresas deberían jugar un papel prescriptor, para animar a los estudiantes a ocupar las opciones formativas de su especialidad y, por supuesto, ayudar a la sostenibilidad económica de estos centros de FP, puesto que estarían invirtiendo en talento.
 
Se trata de soluciones complejas, que deben abordarse potenciando a la vez la orientación profesional al estudiante, incluso en las etapas previas a la decisión de estudiar Formación Profesional.
 
"Las empresas deberían jugar un papel prescriptor, para animar a los estudiantes a ocupar las opciones formativas de su especialidad".


Lo que es evidente es que, en un entorno en el cual la sostenibilidad económica siga marcando la continuidad de la actividad formativa, el crecimiento de la oferta se hará en base a un estudio de mercado en el que se refleje dónde hay más demanda por parte del alumnado. Si este estudio muestra datos en que la demanda de estudiantes coincide con la demanda de las empresas, la elección se hará prioritariamente de estos ciclos formativos y también bajo criterios de visión, misión y valores del centro.

 
Otra alternativa es orientar a los colectivos de jóvenes y adultos sin trabajo hacia formaciones prácticas necesarias en el mercado laboral como pueden ser los PFI – Programas de Formación e Inserción –. Estos cursos podrían jugar un papel determinante en orientar y conducir a estos colectivos hacia las necesidades más urgentes de las empresas, generando incluso un papel motivador para volver al sistema educativo.
 

Más colaboración centros-empresas

Se pueden buscar vías alternativas en base a convenios de colaboración entre empresas y centros formativos, siempre y cuando los riesgos de sostenibilidad sean compartidos. Por ejemplo. una empresa puede acordar con un centro de formación que sea su escuela insignia de su especialidad, sobre la base que el resultado debe ser positivo para la empresa que obtiene profesionales cualificados y el centro que debe mantener una sostenibilidad económica.

 
En este marco de los convenios de colaboración también se tendría que sistematizar las estancias prácticas del profesorado en las empresas, como parte de su formación continua y poder estar capacitados para los últimos avances de cada sector productivo según la especialidad. No podemos perder de vista que el mercado avanza a una velocidad superior a la del sistema educativo, así que deben existir sistemas de sincronización que igualen en lo máximo posible las tecnologías usadas en la empresa con los contenidos curriculares.
 

El valor de la buena orientación académica al alumnado

La orientación académica en los centros debe buscar que la elección de estudios del estudiantado sea la más acorde con sus intereses académicos y profesionales. Este apoyo debe ser una acción constante a lo largo de toda la vida del alumnado en el centro, y eso requiere que, desde los primeros cursos de la vida escolar, se hable de cómo dibujar un futuro profesional y qué opciones son las más aconsejables, según los gustos y aptitudes de los alumnos, teniendo en cuenta como decíamos las necesidades del mercado laboral.
 
A medida que se acerca el momento de la toma de decisión por parte del alumnado, las empresas pueden estar más presentes en el aula, para explicar sus posibilidades y que los estudiantes tengan la oportunidad de ver e incluso probar la experiencia de un día en la empresa. Sería en este momento donde se debería introducir el concepto de empleabilidad por sectores, para proporcionar una visión que permita al estudiante realizar una selección valorando la situación del mercado de trabajo y la posible progresión en el mismo, es decir la proyección profesional a futuro.
 
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