Los empleos asociados a la digitalización de la economía son ya el presente del trabajo. El entorno virtual es un espacio social alternativo para la generación y distribución de riqueza. El Foro Económico Mundial en su informe sobre el futuro de los empleos (octubre, 2020), explica que en el año 2020 el 14% de las ofertas de trabajo no existían hace 15 años y el 85% de los trabajos que se oferten en 2030, no están inventados. La otra gran tendencia es la automatización: las máquinas desplazarán 85 millones de empleos en todo el mundo y se prevé que para el año 2025 el reparto del trabajo se realizará prácticamente al 50% entre robots y humanos.
Estas previsiones no implican, como se ha demostrado a lo largo de la historia que haya menos trabajo en el futuro. De hecho, al tiempo que las máquinas asumen el trabajo humano, aumenta la producción y se generan otros empleos. De hecho, en este mismo informe se pronostica que en el año 2022 se habrán creado 50 millones de empleos más de los que se habrán destruido, ligados a la inteligencia artificial, la creación de contenidos y al sector de los cuidados.
La economía de plataformas, representadas por empresas como Uber, Amazon Mechanical Turk o Upwork, que no ha dejado de crecer especialmente tras la crisis financiera de 2008, han consolidado la expresión "capitalismo de plataformas" indisociable del "trabajo digital". El modelo de organización del trabajo en estas plataformas digitales consiste en que una empresa crea una plataforma que funciona como un mercado virtual, donde las personas que buscan empleo (muy numerosas) se ofrecen para realizar las tareas (generalmente "micro tareas" o "trabajo por proyectos") que solicitan las empresas clientes. Por tanto, las plataformas funcionan como intermediarias entre trabajadores independientes y empresas clientes.
Estas empresas se presentan como la mayor reserva de empleos en un mundo donde casi todo lo demás (trabajo de fábrica, trabajo de oficina, trabajo de información) pronto podría automatizarse. La Comisión Europea prevé que la economía digital alcance en 2025 un volumen de negocio de 60.000 millones de euros. En condiciones reguladas, permitirá aumentar la empleabilidad entre colectivos especialmente castigados, como el caso de los jóvenes.
Si bien los estudios indican que no habrá problemas con el volumen de empleo derivados de la transformación digital de la economía, no se puede negar que habrá trabajadores que no tengan la posibilidad de adaptarse como consecuencia de las disrupciones tecnológicas. Los nuevos empleos no siempre serán ocupados por los trabajadores que pierdan los suyos, ni concentrados en las mismas regiones en las que estaban las actividades desaparecidas o transformadas. Este hecho dará lugar a grandes cambios en la distribución de la población y de su bienestar que requerirán procesos de reindustrialización y relocalización, e impulsar los nuevos sectores productivos.
El estudio Automatización y trabajo independiente en la economía digital (OCDE, 2016), demuestra que la digitalización está reduciendo la demanda de tareas rutinarias y manuales que pueden ser automatizadas, mientras que incrementa la demanda de tareas de alta cualificación (que aumentan su productividad) y de trabajos de baja cualificación (que no pueden ser automatizados ni obtienen grandes beneficios). Es decir, la digitalización está conduciendo hacia una polarización derivada de la desigual implantación de la tecnología, que convierte en muy relevante el debate sobre la regulación del "aprendizaje continuo", la implantación de sistemas de formación profesional y la adquisición de competencias necesarias para aumentar la empleabilidad.
Los momentos de disrupción tecnológica son periodos en los que aumenta la demanda de dar sentido a la evolución social. De ahí el auge de las habilidades ligadas a la "inteligencia emocional" y a las relaciones interpersonales. Estas suelen articularse en torno a dos competencias fundamentales: la capacidad para tomar decisiones y la comunicación eficaz.
La toma de decisiones se halla estrechamente ligada a la capacidad de "usar" con criterio el ingente volumen de información al que estamos expuestos. Supone introducir una dimensión ética en la gestión del conocimiento, en un mundo global. Por su parte, la comunicación eficaz, se presenta como el instrumento más idóneo para implicar a equipos de trabajo heterogéneos, sobre la base de habilidades como la asertividad y la empatía.
Por otro lado, el uso de tecnologías ligadas a la inteligencia artificial significará una gran revolución en profesiones tradicionales como la medicina o el derecho a partir de la "digitalización" del cuerpo humano, cuyo eje central gira en torno a la innovación y su requisito previo, la creatividad. Para su desarrollo, competencias como el trabajo en equipos interdisciplinares, la capacidad de delegar y la adaptación a entornos "VUCA", serán las herramientas más poderosas.
Las transformaciones tanto en el contenido como en el significado del trabajo vinculadas a la economía de plataformas y sus perfiles competenciales han dado lugar a nuevos escenarios laborales guiados por diferentes culturas que, a su vez, han ido configurando nuevas formas de identidad. Así, la implantación de modelos como el coworking (compartir un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual), o el coliving (una extensión del primero, cuyo objetivo es compartir un espacio en el que construir comunidades ligadas por la creatividad o la innovación para intercambiar experiencias laborales y vitales), el auge de la cultura del emprendimiento (Moldes y Sota, 2017), o la aparición de los Knowmads (Cobo y Moravec, 2011), personas creativas e innovadora capaces de trabajar con todos los perfiles en casi cualquier momento y lugar, deben entenderse como la cristalización de nuevos modelos de organización socio-laboral, que exigen la adopción de nuevos paradigmas formativos y de acreditación.
Si bien la economía de plataformas supone una gran oportunidad para aumentar el empleo y favorecer las transiciones digitales y ecológicas que contribuyan a configurar nuevos significados para el trabajo, en el informe titulado: Las plataformas digitales y el futuro del trabajo: cómo fomentar el trabajo decente en el mundo digital, (OIT, 2019) concluye que la mayoría de las plataformas estudiadas consideran independientes a sus trabajadores, por lo que aparecen sistemáticamente privados de las protecciones dispuestas en las legislaciones laborales.
Parece un reto inaplazable la necesidad de una regulación que garantice el derecho de los trabajadores a la formación a lo largo de la vida que permita su constante adaptación, así como la existencia de transferencias que les permitan sobrellevar estas transiciones, rompiendo definitivamente con la idea, sobre la que ha venido sustentándose la economía digital, de que los derechos de los trabajadores constituyen un obstáculo para el desarrollo de la innovación.
Referencias bibliográficas
Comision Europea. (2020) Conferencia "El futuro del trabajo: hoy, mañana, para todos"
OECD, (2016). Automation and Independent Work in a Digital Economy, Policy Brief on The Future of Work. OECD Publishing, Paris.
OIT, (2020). Perspectivas Sociales y del Empleo en el Mundo – Tendencias 2020
Moravec, J. Cobo, C. (2011). Aprendizaje invisible. Hacia una nueva ecología de la educación. Barcelona: Transmedia XXI.
Sota, F. Moldes, R. (2017) De la flexibilidad laboral a la identidad móvil: El modelo "Startups" en el marco del emprendimiento español, Revista del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Economía y Sociología, nº, 131 Pp.171-188
World Economic Forum, (2020). The Future of Jobs Report 2020. Octubre, 2020.