Como es bien sabido, el modelo universitario de la Convergencia Europea comportó el desarrollo personal, educativo y profesional del estudiante. Este paradigma educativo puso al estudiante en el centro del proceso de aprendizaje, ampliando el foco de la formación universitaria que pasaba de centrarse exclusivamente en la adquisición de conocimientos mayormente teóricos, a incorporar el aprendizaje autónomo y la inserción profesional del egresado. Ello comportó la necesidad de completar la formación con actividades de orientación tanto académica como profesional. Todo ello dio lugar a la aparición, en las universidades, de la figura del tutor académico y de los Servicios de orientación profesional.Además, para reforzar el cambio de escenario, en el marco normativo español, el derecho del estudiante a ser tutorizado y orientado a lo largo de sus estudios universitarios queda recogido en los artículos 8 y 9 del Estatuto del Estudiante Universitario (RD 1791/2010, de 30 de diciembre). En esta norma se especifica que, en los últimos cursos de la titulación, la orientación debe dirigirse a facilitar el desarrollo profesional y la inserción laboral. Así pues, la tutorización académica y profesional, que debe facilitar tanto el rendimiento académico como la incorporación al mercado laboral y el desarrollo profesional, se convierten en un derecho del estudiante durante su periodo formativo en la universidad.
Hoy, enfrentándonos en esta era post-Covid a un mercado caracterizado por la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y los problemas derivados del envejecimiento de la población y las tensiones que ello supone sobre el sistema del bienestar, se impone una reflexión profunda sobre el papel de la orientación no sólo durante la etapa universitaria, si no más allá. En paralelo a la formación a lo largo de la vida (lifelong learning), que ya se ha asentado como una realidad en toda Europa para promover la adecuación de los conocimientos y las competencias de una persona a lo largo de su vida laboral y carrera profesional, deviene indispensable que también se plantee el acompañamiento. La orientación tanto académica como profesional debe trascender los límites del periodo educativo formal para acompañar a la persona a lo largo de su trayectoria y en este ámbito las universidades tienen un reto y espacio de mejora para seguir brindando soporte a sus alumni.
En este sentido la Universidad Abat Oliba CEU ha desarrollado un programa de acompañamiento a los estudiantes de grado con el fin de facilitar, de forma gradual y progresiva, tanto su desarrollo competencial como la toma de conciencia y de decisiones en relación a su futuro profesional. Este programa consiste en una serie de talleres y actividades que se desarrollan a lo largo de los cuatro años con el objetivo de que, al final del grado, puedan acreditar una sólida formación tanto en autoconocimiento como en conocimiento del mercado de trabajo y desarrollo de competencias clave para su empleabilidad.
También facilita a los estudiantes de postgrado la oportunidad de realizar procesos de coaching individualizado Este servicio ofrece a los estudiantes cuatro sesiones, iniciándose el proceso con un test de desarrollo competencial. A partir del resultado obtenido, se decidirán qué aspectos necesita trabajar: desarrollo de competencias, apoyo en herramientas de empleo (CV, LinkedIn o marca personal), estrategias de búsqueda de empleo o preparación para afrontar un proceso de selección.
El reto que se plantea ahora es el de ir más allá y ampliar el servicio a los egresados con la finalidad de seguir acompañándolos en los procesos de desarrollo y/o cambio profesional. Este espacio de crecimiento y oportunidad supone el refuerzo del servicio de orientación y el establecimiento de unos vínculos más sólidos, duraderos y valiosos con los antiguos alumnos. Un reto ineludible e indispensable.
