Nuestros comentarios fueron de asombro: "Serán pocos los que ya se jubilen manteniéndose durante tantos años en una misma empresa, y realizando prácticamente un mismo trabajo". Nuestra reflexión es que si esto lo veíamos muy difícil hace un año y medio, el COVID-19 ha acelerado este proceso de cambios.
Es por ello que tenemos la necesidad de ser permeables a los cambios rápidos que se producen en el contexto social y especialmente en el mercado de trabajo: cambios demográficos, económicos, productivos, ambientales, sociales… y que impactan directamente en el mercado de trabajo.
Para ello es necesario una correcta gestión del conocimiento. Estar atentos, conocer nuestro entorno laboral, atender las nuevas tendencias laborales, nos permitirá transformarnos, reinventarnos, adaptarnos, anticiparnos a los cambios que se vayan produciendo y al nuevo contexto laboral.
Así pues, será necesario identificar las tendencias del mercado de trabajo, detectar cuales son los distintos sectores en los que se destruye ocupación o aquellos en que se está generando. Podemos identificar, en este sentido, que durante esta pandemia algunos de los sectores que han generado y están generando empleo: las TICS, a consecuencia de las necesidades de adaptación de las empresas y los domicilios al teletrabajo, los sectores esenciales como salud, cuidado de persona, educación, seguridad... y también aquellas relacionadas con la administración pública.
La pandemia ha acelerado los cambios anteriormente mencionados, pero lo ocurrido con las nuevas tecnologías es de vértigo, generando nuevos yacimientos de ocupación y en otros casos enterrando empleos que ya no volveremos a ver. Tendremos que hacer una puesta al día en este sentido, siendo la formación la herramienta que disponemos para ello.
Tendremos que poner en juego capacidades y recursos que las personas disponemos, competencias que teníamos olvidadas y en muchos casos desconocíamos. Para ello es necesario identificarlas, ponerlas en valor y potenciarlas.
Como ejemplo: un profesor tendrá que potenciar y poner en valor competencias que quizás hasta ahora no eran importantes en su puesto de trabajo, tales como: competencias digitales, gestión de la incertidumbre, adaptación a los nuevos medios de enseñanza, comunicación y dinamización telemática… Y que después de la actual situación parece que van a ser determinantes.
Una vez determinadas qué competencias debemos mejorar para mantener o tener posibilidades de encontrar un trabajo debemos definir un PLAN DE MEJORA DE COMPETENCIAS.
Se trata de un plan de mejora abierto, que podemos adaptar o variar en cualquier momento que sea necesario hacerlo.
Plan en que nos marcamos unos objetivos de mejora, y qué debemos hacer para conseguir esta mejora, así como qué recursos y personas nos pueden ayudar. Para ello deberemos también definir qué esperamos conseguir con esta mejora, cuál es la finalidad y cómo valoraremos si lo hemos conseguido. Es importante marcar el tiempo que disponemos para ello, y el tiempo necesario para conseguir nuestros objetivos.
Será necesario identificar qué competencias debemos potenciar para reunir los requisitos que las empresas precisan. Aquí tenéis una clasificación de competencias profesionales.
Tendremos que adaptar nuestras competencias a los nuevos requerimientos que realizan las empresas, para atender los cambios en la tipología de las ocupaciones. EXPLORAR, TRANSFORMAR, REINVENTAR, ADAPTAR, NUESTRAS COMPETENCIAS PROFESIONALES.
Todo ello no lo podremos realizar si nuestra actitud no es la de aceptar los cambios, analizarlos y reinventarnos.
"Lo difícil no es adaptarnos a los cambios, sino nuestra resistencia a que ellos se produzcan, estos en muchos casos son inevitables y no dependen de nosotros".