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La orientación en la Formación Profesional Inicial

Artículo de opinión

  • 25/02/2021

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Benito Echeverría y Pilar Martínez-Clares. Catedrático emérito de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación e investigador de la Universitat de Barcelona, y profesora titular de la Universidad de Murcia, respectivamente
Educaweb nos invita a un debate sobre la orientación en la Formación Profesional (FP), bajo el presupuesto de que en estas enseñanzas "el alumnado recibe orientación a través del módulo de Formación y Orientación Laboral". ¿Realmente es así? Para algunos analistas, este módulo enseña, instruye y forma en algunas unidades didácticas ligadas a la orientación, pero no es propiamente una intervención orientadora. Hay incluso quienes consideran que de esta forma las administraciones tratan de "ahorrarse" a los profesionales de la orientación en los centros de FP. De hecho, solo existen en siete Comunidades Autónomas.
 
Por ejemplo, en el País Vasco "la mayor parte de los centros integrados de FP no tienen orientador educativo y lo peor es que están suprimiendo plazas. Quienes dirigen la Formación Profesional en Euskadi no son conscientes de (su) importancia y necesidad" (Gutiérrez-Crespo). Esto ocurre en una de las comunidades autónomas pioneras en el desarrollo de esta vertiente educativa, cuyo V Plan de Formación Profesional (2019) solo dedica un párrafo en el capítulo introductorio de sus 112 páginas a "la necesidad de impulsar y desarrollar una orientación profesional adecuada a las necesidades reales de una sociedad 4.0." (p.19) y otro a la "formación dirigida a las personas que desarrollan funciones de orientación e información profesional" (p.70). No dedica mucho más espacio el reciente Plan de Modernización de la Formación Profesional (2020), propuesto por el gobierno de España. Solo dos de sus 59 páginas, con vagas alusiones a algunas herramientas de la orientación y a la formación de orientadores.
 
Contrastan estas evidencias con las principales tendencias actuales de la orientación, recogidas en el reciente informe International Trends and Innovation In Career Guidance (2020) de la European Training Foundation. Sobre todo, con la tendencia segunda de más orientación enfocada al desarrollo de las competencias para la gestión de la carrera, mediante el esclarecimiento de posibilidades con sentido.
 
Como solemos recordar, su función esencial es propiciar el desarrollo de las competencias necesarias para poder identificar, elegir y/o reconducir alternativas personales, académicas y profesionales, acordes al potencial y proyecto vital de cada persona, contrastadas con las ofertadas por los entornos formativos y socio laborales (Echeverría et alt., 2008) con un enfoque sostenible y de justicia social. 
 
No deja de ser paradójico que, siendo tan necesaria en un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, como es el actual, no se dote a los centros de FP de orientadores convenientemente preparados para ejercer la trascendental función de fortalecer la competencia de acción profesional de los aprendices (Echeverría, 2010).
 
En efecto, la orientación está llamada por una parte a desarrollar las competencias "técnicas y metodológicas", propiciando el saber y el saber hacer, a base de conocimientos y experiencias acumuladas, aplicación del conocimiento a situaciones concretas, utilización de instrumentos y procesos para la solución de problemas o transferencia de conocimientos y experiencias a situaciones nuevas.
 
Ahora bien, la orientación no debe circunscribirse a perfeccionar solo estos dos componentes. Al mismo tiempo ha de focalizar la atención en las competencias "participativas y personales", es decir, en el saber estar y saber del aprendiz. En ese estar atento a la evolución social de la revolución 4.0, para establecer relaciones interpersonales e interactuar con respeto y tolerancia con quienes se convive. Pero, sobre todo, en ser personas con una imagen realista de sí mismas, disposición a aprender y desaprender, actuando de acuerdo con las propias convicciones, asumiendo responsabilidades, tomando decisiones y relativizando las posibles frustraciones
 
"La orientación en FP, como en otros niveles educativos, ha de ser sistemática y continua, con carácter relacional, integral, transversal y curricular".
 
Objetivo especial de la intervención orientadora son las competencias "transversales", entendiendo como tales el conjunto de aptitudes y actitudes, requeridas en diversos contextos y adquiridas a través de la experiencia -en acción, en gerundio-. Son esas competencias ampliamente generalizables y transferibles, que más se van a necesitar en un próximo futuro, como acostumbra a recordar anualmente el Foro Económico Mundial de Davos. Es decir, trabajo en equipo, resolución de problemas, pensamiento crítico, creatividad, inteligencia emocional, toma de decisiones, flexibilidad, etc. (Echeverría y Martínez-Clares, 2018).

Dados estos fines, la orientación en FP, como en otros niveles educativos, ha de ser sistemática y continua, con carácter relacional, integral, transversal y curricular, encauzando su intervención hacia los tres vértices del triángulo del proceso formativo.


 
  • Académico, buscando mejorar al máximo el rendimiento académico, atendiendo a los intereses y estilos de vida de los aprendices, estimulando su motivación, colaborando con el proceso de enseñanza-aprendizaje y siguiendo de cerca los resultados.
 
  • Profesional, orientando al aprendiz en la elaboración de su propio itinerario profesional. Ello conlleva potenciar el desarrollo de aptitudes de búsqueda, discriminación crítica y utilización contrastada de la información, así como interactuar con los servicios de apoyo y orientación, para configurar el Proyecto Profesional y de Vida (PVP).
 
  • Personal, propiciando la configuración de la identidad personal y social de los aprendices, hasta lograr su autonomía.
 

Para una buena intervención orientadora en FP nada mejor que el acercamiento sustancial a las necesidades de los aprendices y al seguimiento no solo del proceso de aprendizaje, sino también de su desarrollo integral, hasta que cada uno de ellos "llegue a ser el que es" (Goethe), mediante el arte de la mayéutica socrática. Este diálogo entre "maestro" y "discípulo" se ha de abordar desde la acción con una perspectiva heurística y sistemática, guiando el descubrimiento del aprendiz de tal modo que pueda encontrar las soluciones más funcionales, eficientes y eficaces a los problemas que afronta, de manera regular, ordenada y coherente.
 
Conviene para ello integrar la orientación en el currículum de FP, como un proceso de acompañamiento tendente a favorecer el desarrollo madurativo y la capacidad de autodeterminación de los aprendices, responsabilizándose éstos de los efectos positivos y negativos de su toma de decisiones y potenciando la construcción de su proyecto de vida y profesional. Un proceso propiciador de situaciones de aprendizaje que permitan al alumnado mayor autonomía y obtener experiencia de la propia subjetividad, de las metas a alcanzar, así como de los intereses y valores que le impulsan a la acción.
 
Desde esta perspectiva, la intervención orientadora ha de entenderse como nuclear en el proceso educativo, con identidad propia y no como una actividad aislada a desarrollar por el profesorado y tutores voluntariosos, sin exigencia ni reconocimiento por parte de la comunidad educativa. Debe ser uno de los mimbres esenciales del tejido de la FP que necesita nuestra sociedad. Un componente inherente y consustancial a la función formativa y profesional de carácter integral. En definitiva, un elemento de calidad y excelencia de la FP.
 

"La intervención orientadora ha de entenderse como nuclear en el proceso educativo, con identidad propia y no como una actividad aislada a desarrollar por el profesorado y tutores voluntariosos".
   
Para ello, es preciso contar con profesionales de orientación competentes (Echeverría 2007), que nada tienen que ver con esa imagen deteriorada de "pakistanís" (pa-kestan-aquí), psicólogos o "loqueros", llaneros solitarios, superhéroes, "tontos de la bandera" (abanderados), orientadores elásticos, bomberos o apaga-fuegos, etc. (Castilla, 2015). Su función no puede circunscribirse a momentos puntuales de toma de decisiones, sino contemplarse dentro de un continuo, que conlleva asumir la orientación como una acción interdisciplinar.  Es una intervención intencional previamente planificada, para entre otras finalidades:
 
  • Favorecer y potenciar el progreso y desarrollo integral de los aprendices.
  • Fomentar la adquisición y desarrollo de competencias básicas y transversales.
  • Mejorar el proceso de acompañamiento del aprendiz.
  • Colaborar en la coordinación interna y externa, así como horizontal y vertical.
  • Establecer tiempos y espacios compartidos.
  • Afrontar el persistente abandono académico.
  • Crear una política institucional que regule y gestione la orientación en FP.
  • Diseñar un modelo de orientación adaptado a las necesidades de este sistema formativo y a la propia institución donde se desarrolla.
  • Programar un plan de formación inicial y continua de formación del profesorado.
 
Las investigaciones que venimos realizando en este último trienio (Moreno, 2020), evidencian la necesidad de configurar un nuevo ecosistema de la FP, donde la orientación deje de ser una entidad abstracta y se convierta en intervención indispensable para revalorizar la FP, hasta que en nuestro país llegue a ser un apreciado itinerario formativo y una buena opción de progreso, sobre la base de la investigación e innovación (Echeverría y Martínez-Clares, 2021). Ambos procesos son sustanciales al desarrollo de la FP y principal motor de su conocimiento y de buena praxis, desde una perspectiva de crecimiento sostenible y justicia social.
 
Este es camino a seguir, para que la FP sea realmente un componente "facilitador de la recuperación, digital, ecológica y justa, no el taller de reparaciones de las transiciones sociales y económicas", como acaba de manifestar el director ejecutivo del Cedefop, Jürgen Siebel, en su comparecencia ante la Comisión de Empleo y Asuntos sociales del Parlamento Europeo,
 
 
 

Referencias bibliográficas

 
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