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"Hemos descubierto con esta pandemia que la escuela es un lugar imprescindible en la sociedad"

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Alfredo Hernando Calvo. Psicólogo, educador, especialista en innovación educativa y creador del proyecto Escuela21 (Madrid)
 
Alfredo Hernando Calvo es psicólogo, educador y especialista en innovación educativa. Es creador del proyecto escuela21.org y forma parte del equipo que está desarrollando el nuevo proyecto de Fundación Santillana: La escuela que viene, una iniciativa que busca recoger las experiencias de la comunidad educativa para reflexionar sobre el futuro de la escuela a partir del COVID-19. También es autor de los libros Viaje a la escuela del siglo XXI. Así trabajan los colegios más innovadores del siglo XX1 (2016), para el que recorrió más de 50 escuelas para analizar sus metodologías educativas, y Escuelas innovadoras y familias creativas. Una guía por las mejores prácticas del mundo.
 
¿Considera que la crisis sanitaria del COVID-19 es una oportunidad para mejorar la educación y la escuela? ¿Por qué?
 
La crisis sanitaria ha sido una crisis en toda regla. Ha golpeado a nivel internacional a los países de distintas maneras. Algunos han visto sus escuelas cerradas durante 2 meses, otros durante 6 meses y otros todavía no han abierto las escuelas y se calcula, por ejemplo, que en toda Latinoamérica las escuelas estarán cerradas una media de 10 meses.
 
La crisis del coronavirus se ha convertido en una prueba de estrés para sistemas sanitarios, porque ha sido una crisis sanitaria, para los sistemas económicos y los educativos.
 
Parece que los sistemas educativos llevaban mucho tiempo organizando y buscando planes de formación digital, procesos de mejora del profesorado y de actualización de sus competencias. Pero ahí es donde quizás encontramos el espacio de oportunidad. Es decir, cuando nos damos cuenta de que aquellas escuelas, distritos o centros educativos o de formación que habían iniciado un camino de trabajo en equipo, que tenían una mejor organización digital, que habían sido capaces de tener un proyecto más consolidado, han visto cómo vivir la crisis les daba una respuesta de garantía y de mejora ante la situación tan complicada.
 
Porque lo que tenemos que decir es que ha sido una crisis enorme para todos los centros educativos, el peso de la gestión y la resolución ha caído en gran medida en los centros y los docentes que se han organizado como han podido. Con mucho trabajo.
 
Lo que sí detectamos es que ha habido escuelas que han reaccionado mejor porque tenían un proyecto más consolidado previamente y pudieron utilizar la crisis como una oportunidad de revitalizar su proyecto. En cambio, otras escuelas que por diversas problemáticas e interinidades no pudieron construir un proyecto online previo a la crisis, se han visto más golpeadas por la pandemia porque ha sido más difícil la coordinación.
 
Esta pandemia nos ha servido como un laboratorio internacional de innovación educativa. Hemos visto cómo las escuelas se han comportado de diferentes maneras para resistir una situación de crisis y de pandemia. Y esos elementos sí que nos dan pistas acerca de lo que es capaz la escuela y de lo que se puede aprender incluso en tiempos de mucha necesidad y desgracia.
 
En general ¿qué ha funcionado y qué no en la educación y la formación durante el confinamiento?
 
Las respuestas generalistas son complicadas porque no tengo claro muy bien lo que no ha funcionado, pero sé que entre lo que ha funcionado está que el profesorado ha entrado en una dinámica de formación muy potente. Nadie esperaba que fuera así. Que de repente las comunidades autónomas, los centros de formación del profesorado, han lanzado muchísimas formaciones digitales y los profesores han respondido a la formación digital.
 
Es decir, nos hemos encontrado que ha aumentado la demanda y la participación en cursos de formación digital. No solo porque eran los únicos evidentemente a los que se podía asistir y a los que quizá se pueda asistir en los siguientes meses. Sino que también se reforzaron los cursos y se llenaron.
 
El profesorado, que a pesar de todo lo que se ha insistido ya en la competencia digital para docentes y alumnos, durante estos meses de confinamiento todavía se ha formado más y ha trabajado más.
 
También hemos aprendido que todo este tiempo de pantalla nos ha devuelto a todos la perspectiva que todas las cosas que ocurrían en la escuela con normalidad y que dábamos por aseguradas, como por ejemplo sonreír con los compañeros, hablar con ellos, socializar, recoger información que también es importante para la evaluación en los pasillos, otras muchas formas de evaluación. Es decir, nos hemos dado cuenta de que la pantalla, a pesar de que ha sido una ayuda para vernos, no lo puede todo, y que la escuela presencial es un lugar excelente para estar juntos y que ocurran muchos aprendizajes que no pueden ocurrir simplemente con los medios digitales.
 
Hemos echado de menos las relaciones sociales, la participación, la socialización, toda la información que también forma parte de las calificaciones y de la evaluación, que recogíamos de manera inconsciente, como por ejemplo conversaciones, diálogos o comportamientos, y que también forman parte del proceso de aprendizaje. Hemos echado mucho de menos el cuidado que se daba en las etapas iniciales, sobre todo.
 
Lo que nos llevamos también es una gran reflexión acerca de las posibilidades de la tecnología que hemos visto que da muchas oportunidades para continuar los aprendizajes. Hemos descubierto que todavía sigue habiendo una brecha digital muy grande, que mientras esta brecha no se cubra es difícil que podamos hablar de una enseñanza para todos porque lo digital da muchas oportunidades, pero también le añade una capa, que es la de la conexión, la de tener o no dispositivos y las competencias para usarlos. Entonces estas capas se añaden y si no las tenemos seguras es difícil que podamos garantizar la enseñanza-aprendizaje.
 
Pero lo que nos hemos dado cuenta también es que la escuela es un lugar maravilloso como espacio en el que ocurren muchas cosas en la vida de los alumnos más allá del aprendizaje. Donde ocurre mucha educación, no solo aprendizaje, y que por supuesto, y esto lo estamos viendo ahora mismo en la vuelta al cole, lo vimos en marzo y lo estamos viendo en septiembre: cuando los colegios se abren o se cierran es cuando empieza de verdad la pandemia o el confinamiento.
 
La escuela es la institución social que más forma parte del día a día de todas las personas del mundo, a la que menos, casi yo diría, menos respeto se le tiene. Y en cambio es la que el 13 de marzo indicó que nos íbamos al confinamiento, cuando las escuelas se cerraron. Y es por la que estamos todos en esta preocupación colectiva por su reapertura. Porque cuando las escuelas se abren, el mundo se mueve otra vez, las familias se mueven. Cambia nuestro ritmo.
 
Hemos descubierto con esta pandemia que la escuela es un lugar imprescindible en la sociedad, en la vida de todas las personas. Ya lo sabíamos que era imprescindible para los niños y las niñas, pero para los adultos y el conjunto de la sociedad la escuela es una institución primordial y tendríamos que tratarla con más cariño. Porque nos hemos dado cuenta de que cuando se abre o se cierra marca el ritmo del conjunto de la sociedad, económico y de otros muchos niveles.
 
"Hemos sido capaces de montar hospitales de campaña en espacios y en todos los lugares, y no estamos siendo capaces de montar escuelas en espacios públicos, o en espacios más abiertos que podrían proporcionar las condiciones para disminuir las posibilidades de contagio".

¿En qué aspectos se debería incidir en el curso 2020-2021 a partir de los aprendizajes que se han tenido en el confinamiento?
 
Evidentemente lo primero que necesitamos es recibir a los niños con las medidas sanitarias necesarias que podrían ser mejores. Los centros ahora mismo hay un gran debate y se mueven en dos ejes: el primero es el debate de las medidas sanitarias, que tienen que ver con medidas educativas. Pero los centros no pueden decidir solos estas medidas sanitarias. Si realmente hay que cumplir las distancias, si hay que cumplir con toda una serie de características que se imponen, esas medidas sanitarias-organizativas ya no dependen solo de la capacidad de los centros, sino de las posibilidades de los espacios, del profesorado.
 
Lo primero, habría que cumplir con unas medidas sanitario que no se están cumpliendo por las administraciones. Hemos sido capaces de montar hospitales de campaña en espacios y en todos los lugares, y no estamos siendo capaces de montar escuelas en espacios públicos, o en espacios más abiertos que podrían proporcionar las distancias adecuadas, la ventilación, las condiciones para disminuir las posibilidades de contagio. Seguimos tratando a las escuelas como una institución social un poco de segunda categoría.
 
Dicho esto, a estas medidas sanitarias que son muy necesarias, le siguen las medidas educativas, pedagógicas y organizativas propias de las escuelas. Y lo primero que se debe trabajar mucho es la pedagogía del cuidado. Hace muchos meses que el alumnado no va a la escuela, que no está con otros niños y niñas de su edad. Y lo primero que necesitamos en este momento es hacer una verbalización social y una exposición de los meses de confinamiento y lo que ha significado para todos y todas. También es importante volver a unas nuevas rutinas del aprendizaje.
 
Creo que necesitamos pensar en esa idea más cercana de cuidado por lo que han vivido todos los niños. Que no se nos olvide que han estado 100 días en algunas ciudades de España, casi la mayoría, encerrados completamente en casa.
 
Primero, más cuidado. Segundo, volver a descubrir, a pesar de que volvamos a la escuela, no hay que olvidar lo potencial de lo tecnológico. Sabemos que nos ha servido para mucho y hay que romper la gran dicotomía que hemos podido establecer entre lo que ha pasado estos meses ha solo una pausa, un mal sueño.
 
Ha habido mucho aprendizaje de tecnología educativa que cabe rescatar, Tenemos que entender que la educación va hacia modelos más híbridos, más semipresenciales, donde lo físico es muy importante, pero que lo digital y las posibilidades de la tecnología también son muy importantes.
 
Si fuéramos capaces de rescatar lo bueno que hemos aprendido de la tecnología durante el confinamiento y lo bueno que nos ofrece la socialización y la escuela como espacio social y físico, estaremos yendo hacia los modelos de transformación de mayor autonomía del alumnado, de semipresencialidad, de ir hacia los modelos educativos que esperamos que ayuden a la escuela a transformarse y continuar lo que ya se estaba desarrollando antes de esta crisis.
 
"Si fuéramos capaces de rescatar lo bueno que hemos aprendido de la tecnología durante el confinamiento y lo bueno que nos ofrece la socialización y la escuela como espacio social y físico, estaremos yendo hacia los modelos de transformación de mayor autonomía del alumnado, de semipresencialidad".

Usted participa en el proyecto La escuela que viene, de Fundación Santillana, mediante el cual docentes y diferentes agentes relacionados con la educación han reflexionado sobre cómo tendría que ser la escuela a partir de la experiencia del COVID-19. ¿Cuáles serían las tres propuestas clave de la reflexión que han tenido respecto a la educación a partir de la crisis del COVID-19?
 
Yo diría tres propuestas clave casi personales en el aprendizaje después del confinamiento. Esa pedagogía de cuidado a la vuelta, esa necesidad muy grande de preocuparse por la parte social de los alumnos y las alumnas. Por otro lado, una evaluación que confíe mucho más en los estudiantes porque ahora mismo hemos estado un montón de meses donde se ha confiado en ellos y ellas para demostrar su aprendizaje.
 
Necesitamos, y ya veníamos diciéndolo antes de la pandemia, tener más confianza en los estudiantes. Y creo que este ha sido uno de los principales aprendizajes del confinamiento. Hay que darles más responsabilidad en su propio aprendizaje y que eso se demuestre también en algo que es uno de los pilares de todo el proceso educativo, que es la evaluación.
 
Darles a ellos más posibilidades, de demostrar lo que han aprendido, en distintos formatos, con más capacidad de elección. Y menos preocupados por aquello de las trampas que los docentes les van a hacer, sino dándoles más responsabilidad. Confiando en que son ellos los que tienen que aprender y que nos lo pueden demostrar de distintas formas. Esa confianza en los alumnos y alumnas me parece fundamental, porque la hemos tenido estos meses. Hemos calificado a niños y niñas de distintas maneras sin estar con ellos. Y los adultos también se han enfrentado a exámenes y a distintas formas de evaluación conectados a internet. Y todos hemos seguido con ellos y con el aprendizaje. Darles más autonomía y más confianza es fundamental.
 
La tercera propuesta está relacionada con esta idea de una evaluación mucho más variada, que utilice distintas herramientas y nos salgamos ya de una vez por todas de determinadas formas de exámenes, sentados, presenciales, todos a la vez en una sala. Creo que estos meses también nos ha enseñado que se puede recoger información de muchas maneras. Hemos echado de menos otras muchas informaciones del alumnado que teníamos antes en el día a día para calificar y nos hemos dado cuenta. Ahora volvemos y demostraría que no hemos aprendido nada del confinamiento si volvemos a los coles y volvemos a sentar a los alumnos después de un trimestre a hacer exámenes. Cuando hemos visto durante el confinamiento que los estudiantes han salido adelante en su aprendizaje y que hay muchas formas distintas de demostrarlo.
 
¿Podría dar ejemplos de cómo tendría que ser esta evaluación en el nuevo curso?
 
Podríamos hablar de ir recogiendo a través de aplicaciones y carpetas compartidas evidencias de los trabajos. Podríamos implantar evaluaciones que los propios alumnos se hagan a sí mismos con tablas u hojas de cálculo compartidas. Se han mandado en el confinamiento lecturas a través de podcasts, se han hecho conversaciones en lenguas extranjeras a través de audios, se han hecho obras de teatro por vídeo. Creo que todos estos elementos, ya no solo los digitales, sino también los manuales, como los que se han pintado o fotografiado, van dibujando muchas formas de ir demostrando los procesos de aprendizaje.
 
Se han creado cuadernos de actividades que se han compartido. Se han pedido comentarios entre los alumnos sobre los trabajos que se han hecho. Todo eso creo que marca un camino hacia una mayor responsabilidad de los estudiantes con su propio aprendizaje.
 
 
¿Cómo ve el regreso a clases después de esta etapa de confinamiento?
 
 
Ninguna vuelta al cole en la historia de España había estado tanto en boca de todos, ni había ocupado tantos titulares y reflexiones, ni tanta difusión mediática. Creo que eso tiene un lado positivo y es que se recupera la idea de que la escuela es una institución fundamental en las sociedades y en la vida de todos, pero a veces estamos nublando lo que podía ser ese homenaje a la escuela y lo estamos nublando por todos los miedos que tenemos de contagio del virus.
 
No sabemos cómo se va a comporta, el efecto que va a tener, no lo podemos saber. Y bueno, pues estamos todos muy nerviosos porque en el fondo nos preocupa que la imposibilidad de cumplir las medidas de acuerdo con lo que hemos visto durante estos meses, que siempre hemos hablado de distancias, de mascarillas. La imposibilidad de lograr estas medidas con la vuelta al cole como la estamos haciendo, vuelve a traer un poco a los fantasmas de una segunda ola.
 
Entonces yo creo que lo que hay es mucho nerviosismo y parece que una cierta seguridad de que volveremos a confinarnos.  De que las ciudades grandes volverán a tener un confinamiento y se volverá a necesitar de modelos semi presenciales de escuela. Así que lo único que podemos hacer es estar preparados porque parece que va a ser un invierno complicado.
 
 
¿Cree que ya están más preparados los centros para otro confinamiento?
 
Espero que sí. Creo que ha habido una gran oportunidad de aprendizaje y esperemos que por lo menos a nivel de organización digital, de organización curricular, de cómo se va a volver a vivir, hemos tenido un gran ensayo que nos ha servido a todos para aprender. Esperemos que podamos vivir un momento donde el aprendizaje se interrumpa menos y se haga más llevadera la educación a distancia.
Mayra Bosada Morán Redactora
Soy redactora y editora de contenidos de actualidad de Educaweb sobre temas de educación, formación, empleo y orientación; así como responsable de comunicación. Me motiva que mi trabajo contribuya a ayudar a las personas a decidir su proyecto de vida y profesional.

Estudié la Licenciatura en Comunicación y la Maestría en Mercadotecnia en el Tec de Monterrey (México); así como un Máster en Periodismo en la Universitat de Barcelona-Columbia University. Además, tengo más de 30 años de experiencia como periodista y gestora de contenidos en empresas dedicadas a la educación y la comunicación en España y México.
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