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Nuevas sendas, mismos objetivos

Artículo de opinión

  • 30/06/2020

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Marina Ojan, Directora Académica del IED España (Catalunya)
La educación, como uno de los grandes pilares de la sociedad, ha experimentado el impacto directo de esta crisis global, las luces y las sombras de un escenario que plantea riesgos y oportunidades.
 
De la noche a la mañana, instituciones educativas de todo el mundo tuvieron que transformarse de forma forzosa e improvisada para dar paso a la virtualización de la enseñanza-aprendizaje. En este proceso no han sido pocos los obstáculos a superar por toda la comunidad educativa (acceso a internet, adaptación de formatos, conocimiento de nuevas herramientas y metodologías, nuevas formas de socialización, etc.).
 
A las puertas de la "nueva normalidad", lo aprendido durante esta primera etapa de un viaje complejo y estimulante a la vez debe servir para cimentar la educación que viene. En el caso de IED, por ejemplo, hemos tenido la oportunidad de experimentar e innovar más que nunca, de explorar nuevos formatos, técnicas, herramientas y estrategias; también de entender que la adaptación al cambio es y será un valor inherente al proceso de enseñanza-aprendizaje y que lo físico y lo digital deberían estar a partir de ahora en interacción constante.
 
Otro aprendizaje fundamental se ha dado en el plano de las relaciones interpersonales y del sentimiento de comunidad: la comunicación a través de pantallas ha promovido nuevas formas de generar proximidad pese a las distancias físicas, de enseñar y aprender desde una perspectiva más colaborativa. Siempre hemos sido una comunidad viva y cercana, pero el actual escenario nos ha acercado todavía más si cabe.
 
 
"A las puertas de la 'nueva normalidad', lo aprendido durante esta primera etapa de un viaje complejo y estimulante a la vez debe servir para cimentar la educación que viene". 

 

Si ya entendíamos antes que la experiencia educativa va mucho más allá de las competencias académicas del estudiante, ahora tenemos que profundizar en la dimensión persona y en la promoción de nuevas habilidades. El mercado laboral, sometido al impacto de la crisis y de los avances tecnológicos, va a demandar con mayor fuerza perfiles creativos, capaces de trabajar en equipos multidisciplinares, de anticiparse y crear estrategias a medio y largo plazo, que combinen conocimientos y habilidades técnicas con soft skills. En este sentido, la responsabilidad de las instituciones formativas es clave para generar un conocimiento que pueda ser realmente útil a la hora de comprender y gestionar nuevos entornos.
 
La adaptación de los programas al trasvase virtual debería ser, asimismo, punto de partida para la actualización de estos en consonancia con el nuevo contexto. El IED, como otras instituciones formativas, seguirá siendo una escuela presencial, pero por su propia naturaleza y filosofía, la adaptación al cambio forma parte del ADN de la escuela. 
 
Es por ello, que estamos revisando toda nuestra oferta formativa con el fin de enriquecerla mediante un modelo académico mixto: clases presenciales que pueden ser impartidas tanto en nuestras instalaciones como en el aula virtual (simultáneo) junto a contenidos impartidos a distancia. Este modelo flexibiliza el seguimiento de los contenidos y facilita el aprendizaje, en consonancia con los objetivos de nuestro proyecto académico.
 
Hablando específicamente de la formación presencial, el espacio va a ser un elemento de actuación central, así como las medidas sanitarias y de seguridad a adoptar en este nuevo periodo. La necesidad de mejoras en términos de materiales, distribución, optimización, implementación de tecnologías o energías renovables es hoy ineludible. 
 
Como escuela de diseño, contamos con la ventaja de que nuestros centros educativos, en Madrid y Barcelona, son la concreción física de nuestra visión en el campo de diseño de espacios: entornos diáfanos y flexibles, pensados para las personas, sus interacciones y necesidades específicas. Con todo, estamos trabajando para mejorar aspectos relacionados con el flujo de movimiento de personas, la redistribución, la ventilación, los materiales…
 
Todos estos cambios no nos alejan de nuestro proyecto educativo, sino que, muy al contrario, lo fortalecen. Estamos abriendo nuevas sendas que persiguen los mismos objetivos: formar a profesionales del siglo 21 a través de la cultura del proyecto, la colaboración con empresas, la experimentación.

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