- Tener a punto las medidas de prevención y protección de la salud física y psicológica de toda la comunidad educativa.
- El cierre presencial y cercano con alumnado, familias y equipo docente, lleno de reconocimiento al esfuerzo realizado por cada uno.
- Contar con un tiempo de coordinación al finalizar el trimestre que nos permita:
- Reflexionar juntos sobre las fortalezas adquiridas y los aprendizajes realizados como docentes.
- Concretar las prioridades educativas para el curso que viene, especialmente en el primer mes.
- Redistribución del uso de los espacios y de los tiempos de trabajo.
- Reinventar la riqueza del trabajo cooperativo con estrategias que protejan la salud, pero impidan perder la excelencia de esta organización del aula y los aprendizajes.
- Diseño de las programaciones para aprovechar la crisis sanitaria mundial como fuente de aprendizajes profundos y auténticos.
- Dotación de espacio sumada a la organización flexible de los grupos para que los niños y niñas tengan un acompañamiento lo más individualizado posible.
- Ampliar, reorganizar, compartir, elaborar los miedos que nuestras chicas y chicos hayan podido tener.
Hay que garantizar una educación de calidad e inclusiva en cualquier escenario
Independientemente de que el escenario para el próximo curso sea presencial, semipresencial o virtual, debemos garantizar una educación de calidad e inclusiva.
Una escuela inclusiva es aquella que trabaja por que todos los niños, independientemente de sus dificultades o problemas y del entorno social y familiar consigan sus metas como parte de sus derechos básicos, recibiendo la mejor atención posible de acuerdo con sus necesidades, pero sin hacer que se sientan diferentes o raros por ello. Y esto es más complicado de conseguir con un modelo semipresencial u online alargado en el tiempo.
A la inclusión real sólo podemos llegar a través de metodologías que, como el modelo Helix, consigan respetar el ritmo de cada alumno, pero todos dentro del aula, ya sea real o virtual. Y esto sólo se puede conseguir cuando se programa en equipo, permitiendo trabajar y aprender desde una visión holística y globalizada aprehendiendo los retos y desafíos diarios del contexto y la humanidad para observarlos y transformarlos en expresiones del aprendizaje realizado, independientemente de la edad que tengan los niños y niñas. O se aprende con sentido o se memoriza; o se aprende haciendo o el aprendizaje se desvanece; o se enseña activando el cuerpo, la mente, las entradas sensoriales y el imaginario emocional ligado a la experiencia social o el aprendizaje pierde su sentido real; o educamos desde la vida o no educaremos para la vida.
"Esta pandemia ha puesto de manifiesto que la mayoría de las escuelas no son realmente inclusivas".
A pesar de que en España se lucha por hacer de la escuela un espacio inclusivo, lo cierto es que en muchos centros de nuestro país esa inclusión no es real, ni en lo social, ni en lo emocional, ni en lo curricular, ni siquiera en plano físico porque están sentados por separado en muchas aulas.
Esta pandemia ha puesto de manifiesto que la mayoría de las escuelas no son realmente inclusivas y que las experiencias de aprendizaje dependen de la relación del niño con un material didáctico que facilita el profesor y que no permite interacción con otros niños, ni siquiera apenas con el propio educador. "Te envío y me lo devuelves resuelto. Y si no me lo devuelves ¿es que no has aprendido?". En las experiencias auténticas de aprendizaje el educador propone desde el contexto y para el contexto, provocando interacciones permanentes del alumno con otros compañeros y con otros educadores de forma casi continua, y eso no depende de que el escenario sea real o virtual, lo importante es la figura del profesor. Él es el diseñador de los escenarios de aprendizajes auténticos. Propone experiencias externas que van desde fuera hacia dentro del niño y desde su interior regresan de nuevo hacia el exterior para transformar lo que sea necesario de la realidad. La realidad nos transforma y nosotros transformamos la realidad, para bien o para mal. La educación si no persigue transformar el mundo para bien de todos no es educación, es otra cosa, y mucho menos es de calidad.
Cuando hablamos de niños y niñas con dificultades de aprendizaje, sólo hablamos de eso, de dificultades para aprender de una manera determinada algunas cosas concretas, o con unos materiales específicos, pero eso no imposibilita a nadie para aprender. Las dificultades se deben trabajar dentro del aula y no fuera con un especialista. Cuando yo tengo dificultades para aprender en mi ámbito profesional nadie me envía a trabajar solo con un profesional que no forma parte de mi equipo. Todo lo contrario, me animan a trabajar junto a otros compañeros. Esta es la única manera de que yo pueda ser agente de aprendizaje y los otros lo sean para mí. La cooperación es la única opción que garantiza la inclusión y el aprendizaje permanente.
Los compañeros nos monitoreamos, nos tutorizamos con otro igual que está aprendiendo lo mismo que yo, pero usa diferentes vías y estrategias que me enriquecen y me sirven de modelo, según su estilo de aprendizaje y su experiencia.
Un modelo donde el alumno pueda crear sus materiales de aprendizaje a partir de un uso adecuado de otros materiales didácticos ya creados, un modelo en el que sus propias creaciones sean la expresión de lo que ha emprendido y a vez, la fuente de inspiración para aprender en otros y de autovaloración para mejorar cómo aprende ¿es un modelo inclusivo o que excluye?
Los modelos basados en generar proyectos de comprensión reflexiva y creativa hacia la realidad, con desafíos de aprendizaje dimensionados, atrayentes y retadores, que sumergen a los niños y niñas en la observación, la experimentación y el deseo de expresión, donde se trabaja como parte de un equipo, donde todos se viven necesarios para el aprendizaje de todos y donde el profesor no es ese ente al que simplemente se debe mirar o escuchar, sin interrumpir y con el micrófono apagado, son un avance hacia una educación de calidad.
Lo que se ha visto durante el confinamiento, donde había tutores que veían a sus grupos una hora semanal, donde los niños y adolescente eran bandejas de entrada de tareas sin presentación y acompañamiento de un profesor o profesora, es el caldo de cultivo para la autoexclusión, el enfado de las familias, el regreso a los deberes sin sentido ni significado, el retroceso hacia el academicismo y lo peor, hacia la soledad del aprendiz en un mundo maravilloso lleno de aprendizajes apetecibles.
No debemos olvidarnos de las medidas educativas además de las sanitarias
Se habla mucho estos días de medidas de seguridad para el curso 2020-2021. Los recursos materiales son sólo eso y la única dificultad es la económica, ya que supone un aumento del personal y de elementos materiales. Siendo esto un hándicap, no es la principal preocupación que tenemos.
Estamos preocupados porque con toda esta situación tan extraña que nos ha tocado vivir, vemos con dolor que se ha vuelto a considerar a la infancia como objeto sobre el que se decide sin tener en cuenta sus necesidades, hemos colocado el cartel de "vectores de trasmisión" y se nos ha olvidado que son población muy vulnerable, niños, niñas y adolescentes en pleno desarrollo y nos preocupa que así siga siendo en la reincorporación al próximo curso.
Las medidas de las autoridades sanitarias se cumplirán seguro en los centros, pero nos preocupan las educativas.
Ojalá todos leamos y hagamos caso a lo que nos recomienda el documento Orientaciones para la finalización del curso y la elaboración de planes de acogida al alumnado en el marco de la acción tutorial que ha redactado la Unidad de Convivencia y Contra el Acoso Escolar de la Subdirección General de Inspección Educativa.
Básicamente, es recoger a los niños y niñas, a los adolescentes en su emoción, saber qué vivencias han tenido en este confinamiento y darles un espacio para poder abordar las consecuencias generadas y evitar secuelas perdurables. Recuperar a nuestra infancia para que pueda volver a la vida en las mejores condiciones posibles.
No olvidemos que antes que el alumno está la persona y la escuela tiene la misión de acompañar en su desarrollo a nuestros niños y niñas en sus aspectos cognitivo, emocional y social.