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La labor del docente en el desarrollo de la educación sexual, un tema de actualidad

Artículo de opinión

  • 27/02/2020

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Haydée Cachimaille, Erick Mendoza y Cenia Otamendy, Profesores de la Universidad de Guantánamo (Cuba)
La educación en Cuba se concibe como un proceso permanente que prepara al ser humano en la satisfacción de sus necesidades, a partir de su realidad objetiva y subjetiva que le permita crecer, realizarse y convertirse en artífice de su propia existencia, así como actor de las transformaciones sociales. La educación afectivo-sexual, como componente esencial de la educación de la personalidad, constituye un complejo fenómeno social que garantiza en las personas el descubrimiento del yo interior, la plena satisfacción de su espiritualidad y el respeto a los otros en la dinámica de la vida.
 
Tal encargo social exige la formación pedagógica-psicológica y humana del profesorado, en la que se reconozca la diversidad de subjetividades y experiencias del alumnado y se potencien valores como el respeto, la tolerancia y la solidaridad. Lo anterior se concreta en la dinámica del proceso de enseñanza-aprendizaje pues se ejecuta como un proceso interactivo, dinámico, creador. Este proceso es un marco propicio para preparar a los estudiantes acerca de los principios de la educación afectiva-sexual. Se trata de satisfacer las necesidades de aprendizaje del alumnado en esta materia potenciando sentimientos y emociones que tengan repercusión en su salud y vida sexual.
 
Los estudiantes necesitan apropiarse y desarrollar un pensamiento crítico que posibilite la adopción de actitudes positivas y responsables hacia la sexualidad, pues persisten tabúes que limitan la comunicación y la comprensión. El conocimiento de los estudiantes hacia los temas de educación afectivo-sexual se puede perfeccionar reconociendo que esta rebasa el aprendizaje de los procesos fisiológicos que experimenta el adolescente en cada momento de la vida, sino que también incluye el aprendizaje sobre cómo relacionarse, sentir y convivir en sociedad. 
 
"Los estudiantes necesitan apropiarse y desarrollar un pensamiento crítico que posibilite la adopción de actitudes positivas y responsables hacia la sexualidad".


Así, la importancia que se le conceda a la educación afectivo-sexual y la tarea del profesorado en el desarrollo de actividades interdisciplinarias relacionadas, permitirá reforzar comportamientos sociales a favor del cuidado de la salud sexual, conocimientos de lo que significa el embarazo en edades tempranas, la formación de la autoestima, entre otros aspectos necesarios que se deben abordar desde diferentes disciplinas. Las orientaciones metodológicas y curriculares vigentes en Cuba priorizan el tratamiento de las particularidades bio-psicosexuales de los estudiantes como punto de partida de la educación afectivo-sexual y propician el despliegue de acciones didácticas que perfeccionen el modelo de educación hacia una sexualidad responsable. Dentro de estas acciones se encuentran:

 
  • El diagnóstico de necesidades básicas de aprendizaje del alumnado, profesorado y la familia en su interacción.
  • El diseño de planes de acción cuya principal vía es la armonización del currículum. Esto es, que se les brinda la posibilidad a los docentes de integrar temas relacionados con la educación sexual teniendo en cuenta el contenido del currículum.
  • La experiencia pedagógica en la gestión de la educación afectivo-sexual, que causa un impacto positivo en el marco escolar en tanto que condiciona determinados estilos de trabajo al respecto.
  • La determinación de promotores y un equipo escolar que dirija en cada contexto todas las acciones de educación afectivo-sexual bajo una estructura de mando, con especial tratamiento a través del claustro de cada etapa. Esto es, que se conciben grupos de estudiantes que promuevan la educación sexual y sean participes en talleres, cursos, etc., todo coordinado por el claustro.
 
Lograr esta labor didáctica hacia la educación afectivo-sexual precisa que el profesorado conozca puntualmente los contenidos que integran su asignatura, las posibles relaciones interdisciplinarias, e intradisciplinarias que se puedan suscitar a partir de esta. De igual manera, es necesario que el estudiante esté sensibilizado para aprender los contenidos de la educación sexual. Es por ello que, desde las primeras edades, el tratamiento a la sexualidad requiere de una atención especial que involucre a toda la sociedad como uno de los objetivos esenciales de la educación de la personalidad de las jóvenes generaciones.
 
En definitiva, la efectividad de la labor educativa no puede limitarse a los resultados del alumnado en las diferentes asignaturas. Esta debe apreciarse en un objetivo más amplio, la formación de un hombre o mujer capaz de pensar, sentir y actuar integralmente, en correspondencia con las necesidades de la sociedad en que vive, y el marco concreto de la comunidad en que se desarrolla. En este sentido es deber del  docente la integración de los contenidos con el objetivo de perfeccionar el desarrollo de la personalidad humana.
 
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