Dos de los conflictos sociales a los que nos enfrentamos actualmente y, de los que casi todos somos conscientes son: la violencia de género y la discriminación por la condición sexual. Conflictos que los centros educativos no pueden obviar y aplazar a etapas de educación superior, ya que el desarrollo de una persona y el trato y respeto que vamos a tener hacia uno mismo y por lo tanto a los demás se da desde las primeras etapas de la infancia.
La UNESCO (2018) ya recoge la educación afectivo -sexual como la herramienta con la que dotar a los niños/as y jóvenes de: conocimientos, habilidades, actitudes y valores que los empoderen para mejorar su salud, bienestar y dignidad; desarrollando relaciones sociales y sexuales respetuosas; ayudándoles a considerar cómo sus decisiones afectan a su propio bienestar y el de otras personas y, a comprender cómo proteger sus derechos a lo largo de su vida y velar por ellos.
Con estos argumentos bastaría para encontrar la necesidad de impartir educación afectivo-sexual en las escuelas, ya que es nuestro objetivo como educadores y educadoras, contribuir a generar una sociedad diversificada que trabaje por el bien común, y en el que las personas se acepten y se respeten.
Pero es que, además, desde el ámbito legal, ya aparece recogida dicha formación. En las finalidades del currículum de Educación Primaria, en la que aparece "la Formación integral y el pleno desarrollo de su personalidad", no podemos obviar el ámbito de la sexualidad en el desarrollo integral de la personalidad, y de forma más concreta aparece en los objetivos de etapa: a, c, d y m, de forma específica.
Y en las finalidades del currículum de Educación Secundaria, no solo aparece reflejado la necesidad de dicha educación en los elementos transversales, sino que también aparece recogido en los objetivos a, c y d, entre otros.
Partiendo de que nuestra normativa recoge la necesidad de dicha educación, la puesta en práctica es algo muy distinto, ya que existen recursos limitados para impartirla y se suelen encargar a formadores externos a los centros que organizan talleres y charlas informativas. Algunas de las razones por las que se pide ayuda externa para dar la educación afectivo-sexual es la poca preparación que existe entre el profesorado, y el poco tiempo del horario lectivo que se le dedica, ya que se considera algo secundario frente a la carga de horas lectivas de otras materias.
De hecho, actualmente tanto desde dentro de los centros educativos como desde fuera (familias y sociedad), se empieza a abrir el debate de cómo, quién y dónde debe realizar dicha formación. La educación afectivo-sexual es algo que comienza a tener la importancia que merece, y en consecuencia cada vez existen más cursos de formación para que el profesorado se pueda preparar, y comienza a conocerse una mayor diversidad de recursos para utilizar en las aulas como, por ejemplo:
- Textos: El diario rojo de Carlota, deGemma Lienas , o El diario rojo de Flanagan Andreu Martín y Jaume Ribera
- Audiovisuales: Serie Sex education, de Netflix; película Tomboy, de Céline Sciamma; o páginas web como Salud sexual para todos; o bien aplicaciones para móvil como Sapiensex o CrEsi
- Aclarar las preguntas que realizan y, aceptar sus dudas como parte de su interés por entender el mundo.
- Responderles con naturalidad y un lenguaje apropiado, concreto y directo, sin dar más información de la que ellos están buscando.
Por último, mencionar como ejemplo de buena práctica educativa el programa Skolae con el que se está trabajando en centros de Navarra, cuyo objetivo principal es "aprender a vivir en Igualdad", y por lo tanto se ocupa de conceptos relacionados directamente con la educación afectivo-sexual, y tanto profesorado como familias están viendo una gran cambio y mejoría a partir del desarrollo de dicha iniciativa.