Orientación y orientaciones
Los calificativos de orientación que se barajan en este asunto son: académica, profesional y vocacional. Se emplean de forma indistinta en muchas ocasiones, cuando en realidad se refieren a aspectos muy diferenciados.
La orientación académica es la que se utiliza dentro del sistema educativo para orientarse y tomar decisiones dentro del mismo. Es el proceso por el que se eligen optativas e itinerarios y no tiene sentido hablar de orientación académica para las personas que ya han egresado del sistema educativo, porque esta orientación se circunscribe solo al ámbito escolar y académico.
La orientación profesional es justamente la que empleamos para referirnos a la orientación que necesitan las personas que van a realizar su inserción laboral, ya sea por primera vez, en cuanto a la incorporación a un puesto de trabajo, ya sea referida a las posibilidades de formación y de promoción dentro de una carrera profesional. Asimismo, la orientación profesional es especialmente relevante en los cambios de puestos de trabajo que una persona va a realizar a lo largo de su vida, los cuales serán más satisfactorios si se producen acompañados de un adecuado proceso de orientación profesional, ese que siempre requiere de un orientador especialista que guíe a la persona en su toma de decisiones profesionales.
La orientación vocacional es mucho más amplia que todo eso, puesto que la vocación está enraizada en lo más profundo de la persona: es algo que atañe de forma directa a su proyecto de vida, es decir, a sus objetivos vitales, metas, valores y cosmovisión personal. Por eso, si la orientación vocacional recoge la "llamada" en cuanto a su origen del latín "vocatio", la vocación es algo así como un instinto que seguir para encontrar el propio camino en la vida. Se trata de una voz interna que emerge y señala el sendero a seguir, algo para lo que hay que preparar a las personas desde la más tierna infancia, para "escuchar esa llamada" y prepararse para la vida que cada uno quiere llevar para ser feliz, de ahí que consideremos que es imprescindible que la orientación vocacional se trabaje en las etapas de Infantil y Primaria.
La orientación vocacional en Infantil y Primaria
La etapa de Infantil y los primeros años de Primaria corresponden a un momento evolutivo de las personas caracterizado por la plasticidad, esa capacidad de aprender con facilidad, especialmente cuando los contenidos a aprender son significativos, atractivos e incluso divierten. Por ello, es singularmente interesante que el alumnado de estas etapas se encuentre con el mundo de las profesiones para que, a modo de juego, comience a experimentar y a situarse en roles profesionales, a fin de ir construyendo su vocación de forma divertida, aunque no por ello menos rigurosa, gracias a la implementación de programas de orientación vocacional.
De forma natural, los niños y las niñas observan su entorno y deciden imitarlo y jugar a ello. Se fijan también en los roles profesionales que encuentran en su entorno más próximo del hogar, así como en la realidad virtual de la pantalla, y se divierten sintiéndose en la piel de ese profesional. Esta sensación placentera del niño o la niña de "hacer de..." policía, médico/a, abogado/a, enfermero/a, cocinero/a, albañil, maestro/a, fotógrafo/a, etc., se produce un aprendizaje acerca de sí mismo de un enorme valor, máxime en la etapa de construcción de la propia identidad.
En ese proceso de "juego de roles", el niño o la niña se mide en relación con lo que conoce de esa profesión y experimenta si esos "zapatos" le resultan cómodos, de modo que es fácil observar cómo tienden a repetir los papeles que se atribuyen en el reparto. Es más, ya desde este momento inicial podemos observar cómo se van produciendo asociaciones entre el género y las profesiones, asociaciones que hunden sus raíces en estos primeros momentos, generando unas atribuciones entre roles de género y características de las profesiones que resultan consistentes a lo largo de la vida y que serán determinantes en la toma de decisiones profesionales del futuro.
El fundamento de los programas de orientación vocacional que precisamos poner en marcha en las etapas de Infantil y Primaria va intrínsecamente unido a la construcción del proyecto de vida y a los aspectos que lo conforman:
Los programas de orientación vocacional en las etapas de Infantil y Primaria han de cuidarse de forma tan esmerada como se hace en la Secundaria obligatoria y las enseñanzas postobligatorias, porque son las etapas que sirven de pilares para todas las decisiones posteriores. El juego de roles profesionales al que antes nos hemos referido puede ir dirigido por el profesorado si se introduce la perspectiva de género y esta a su vez se mantiene en la coordinación con las familias.
Del mismo modo, aun dejando fluir este juego de roles profesionales, también puede trabajarse la toma de conciencia del autoconocimiento del alumnado en su reconocimiento de las cualidades, habilidades y características que le hacen sentirse cómodo en determinados roles, lo que estará poniendo sobre la mesa las primeras piedras para la construcción del autoconocimiento. De la misma forma se descubren los talentos, pues las personas tienden a repetir aquellas acciones que les resultan exitosas dentro de un bucle por el que la satisfacción del trabajo bien realizado se convierte en un placer que refuerza de forma intrínseca la realización de esa actividad, máxime si esta recibe la felicitación-refuerzo afectivo de las personas del entorno.
El autoconocimiento es imprescindible para la construcción de la propia identidad, al tiempo que resulta ser también la primera fase de la orientación vocacional y fuente de autoestima y, por consiguiente, de bienestar emocional. Nuestras niñas y niños deben crecer en contextos donde se valoren sus cualidades y se sientan seguros, de cara también al éxito educativo y la escuela, en coordinación con las familias y el entorno, que deben indudablemente contribuir a ello.
Cómo llevar la orientación vocacional a las etapas de Infantil y Primaria
Desgraciadamente, en el actual planteamiento que tiene el sistema educativo para las etapas de Educación Infantil y Primaria resulta difícil encajar la orientación vocacional. Sin embargo, son varias las organizaciones y entidades especializadas que recomiendan que la orientación vocacional se trabaje en dichas etapas, por ejemplo: el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (CEDEFOP) en su informe Investing in Career Guidance (2019), la Comisión Europea, la European Training Foundation (ETF), la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la UNESCO y la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (COPOE) en su comunicado Propuestas de COPOE para mejorar la calidad del sistema educativo español 2019-2020.
Algunos de los ajustes para que la orientación vocacional sea una realidad en estas etapas pasan por un reforzamiento de la orientación donde se aborden primordialmente al menos dos reformas que necesita nuestro sistema educativo:
- La ratio de estudiantes por orientador debe seguir las recomendaciones de organismos internacionales como la UNESCO y COPOE, esto es, 250 estudiantes por profesional de la orientación, si queremos que se hagan intervenciones de calidad.
- El tiempo para dedicar a las actividades de orientación y acción tutorial debe estimarse en el currículo, de modo que es necesario que se cuente con una hora semanal de tutoría lectiva en la etapa de Primaria. La experiencia en la práctica demuestra que en muchas ocasiones no se abordan expresamente programas de orientación vocacional, porque no hay tiempo en el horario lectivo que se pueda emplear para ello.
Podríamos seguir planteando propuestas para que la orientación vocacional llegue a las aulas de Educación Infantil y Primaria, y estas irían especialmente relacionadas con la formación para la implementación de estos programas y la ratio de estudiantes en relación con el profesorado. Sin embargo, el punto de inflexión para que alguna vez veamos la orientación presente en estas etapas consiste en que exista voluntad política para cuidar de esta, para que "ninguno se quede atrás", pues es evidente que no por tratarse de los pequeños de edad merecen menos atención, sino más bien al contrario. Como proclamaba el lema de la campaña que nació en el CEIP María de la O de Málaga para conmemorar el Día de los Derechos de la Infancia, el 20 de noviembre de 2019: "Los pequeños, lo primero".