Un estudiante que opta por cursar Formación Profesional se cualificará en una profesión de manera inmediata, tendrá muchas posibilidades de encontrar un trabajo en los seis meses siguientes a la finalización de sus estudios y además también podrá desarrollar una carrera profesional completa. Esta opción cada día se tiene más en cuenta entre los estudiantes y sus familias, aunque la mayoría de ellos seguirán eligiendo un itinerario académico hacia el Bachillerato y la Universidad.
Esta mejora en el número de matrículas ha sido un camino difícil, lleno de estereotipos y en un contexto cultural e histórico, el de nuestro país, poco propicio para ello. Pero, ¿qué factores han influido para cambiar la tendencia? ¿Cuáles son las medidas o políticas para mejorar, si cabe, la situación actual?
En primer lugar, uno de los elementos claves para la mejora ha sido optimizar la visibilidad y el conocimiento de la Formación Profesional, pues las administraciones públicas, las instituciones, empresas o los medios de comunicación han hecho un esfuerzo por dar a conocer y fomentar esta opción y, efectivamente, esta mejora en la información y orientación ha acabado repercutiendo en el aumento de las matrículas.
En segundo lugar, los cambios legislativos producidos a partir de los años 90, especialmente respecto a la reordenación propiciada por la LOGSE, acompañada de otras reformas legales posteriores, tuvieron el acierto de configurar una nueva Formación Profesional, más atractiva, específica y pegada a la realidad productiva.
No olvidemos, por ejemplo, que la Formación Profesional de los años 90 fue el primer nivel formativo en España que impuso la obligatoriedad de la formación en centros de trabajo para completar una titulación académica. Esta actualización del modelo lleva redundando en la mejora de la percepción de las posibilidades de la FP, poco a poco, pero con un crecimiento sostenido desde entonces. Es necesario recordar que los cambios en los hábitos o creencias culturales de una sociedad se producen muy lentamente… No hay fórmulas mágicas, ni efecto inmediato en los cambios sociales con lo que respecta a la educación o la formación. Eso son más bien "unicornios" o ficciones propias de las campañas electorales o de los falsos gurús.
En tercer lugar, hay que señalar la terquedad de la realidad: nuestro tejido productivo necesita cualificación profesional de calidad en los niveles medios y técnico profesionales y eso es una evidencia estadística. Los investigadores nos lo decían año tras año y parece que también se han dado cuenta, por fin, los responsables de selección de personal de las empresas:que la contratación de un trabajador universitario no es lo mejor si lo que estás buscando es un técnico o un técnico superior. De hecho, la selección de personal con cualificación universitaria para el desempeño de tareas de técnico supone que las empresas deban invertir más tiempo y dinero en la adaptación al puesto de trabajo, acumulando también los lastres productivos y emocionales de la llamada "sobrecualificación" o "infravaloración" de las personas..
Finalmente, hay que señalar, que las modificaciones establecidas en la LOMCE para facilitar el acceso desde la FP Básica a los Ciclos de Grado Medio y de éstos a los Ciclos de Grado Superior han permitido concebir todo el itinerario como una verdadera carrera profesional y ha facilitado la permanencia en el Sistema Educativo de estudiantes para los que afrontar la prueba de acceso a ciclos superiores era un reto insalvable, puesto que ésta se limitaba a evaluar con exámenes teóricos convencionales.
Todos estos factores, además de otros, como los informes sobre las ofertas de empleo dirigidas específicamente a titulados de FP, o la inclusión de los estudios de FP en el Programa Erasmus, así como los reconocimientos de créditos universitarios por algunas universidades de los programas de FP, han hecho que en los últimos años esta modalidad formativa se haya convertido en una opción más elegida, aunque quedan algunos retos para consolidar y mejorar esta tendencia.
"Debemos hacer un esfuerzo en generar un sistema integral de orientación desde la Educación Primaria hasta el Bachillerato, pero también de forma transversal para todos los actores del sistema educativo y las familia".
Cómo fortalecer la FP
Si queremos fortalecer y afirmar la tendencia, nuestra sociedad debe plantearse dar prioridad a la inversión en Formación Profesional, por lo menos en los mismos niveles que nuestros homólogos europeos, o al menos en la misma proporción que invertimos en el mantenimiento del sistema universitario.
Por otro lado, es evidente que se debe ayudar a los centros de FP reforzando la autonomía real de gestión, pues tal y como nos señala la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos? (OCDE) o el Centro Europeo para el Desarrollo de la Formación Profesional (Cedefop), estos centros son clave para mejorar los resultados de formación porque están más ligados a las necesidades del entorno y son capaces de dar respuestas eficaces a esa realidad. Hay que transformar el modelo de centro educativo burocrático en un centro educativo innovador.
También debemos hacer un esfuerzo en generar un sistema integral de orientación desde la Educación Primaria hasta el Bachillerato, pero también de forma transversal para todos los actores del sistema educativo y las familias. La FP debe ser un opción conocida como un itinerario válido y equivalente, y dentro de este esfuerzo, seguir trabajando para evitar la brecha de género que amenaza a algunas familias profesionales.
Asimismo, hay que agilizar por parte de las administraciones públicas la actualización de los títulos de Formación Profesional y la puesta en marcha de cursos de especialización oficiales, quizás poniéndonos como objetivo que desde la detección de la necesidad de actualización por parte de las instituciones sociales hasta la puesta en marcha de la oferta en los centros educativos no pasen más de dos años.
Finalmente, queremos destacar la importancia de la flexibilización de la oferta de formación, que no debería restringirse en la oferta de ciclos de 2.000 horas en dos cursos. Hay que potenciar la oferta parcial, especialmente pensando en los adultos y personas desempleadas que están buscando un puesto de trabajo, o en aquellas que quieren "reconvertirse" o "actualizarse" al mismo tiempo que trabajan o que concilian con la vida familiar.
En resumen, si bien estamos posicionando la FP en el lugar que le debería corresponder tanto en influencia como en número de matrículas, se hace necesario dar un impulso por parte de toda la sociedad para que esta tendencia finalmente consiga el objetivo de que la FP sea una primera opción para el alumnado.