Para la Comisión Europea, que ha creado un indicador de exclusión social a nivel europeo llamado AROPE (at risk of poverty and/or exclusion), estas personas son las que se encuentran en "riesgo de pobreza, con carencia o privación material severa o que vive en hogares con baja intensidad de empleo", según el informe El estado de la pobreza. Seguimiento del indicador de pobreza y exclusión social en España 2008-2017 (2018), elaborado por la European Anti Poverty Network. Asimismo, el Observatorio Empresarial contra la Pobreza, que promueve la lucha contra la pobreza desde la empresa, considera que "la exclusión social se presenta cuando las personas quedan al margen de la sociedad y no pueden participar plenamente en ella debido a su condición de pobreza, a su falta de capacidades básicas y oportunidades de aprendizaje, o bien como resultado de la discriminación".
La Unión Europea (UE) destaca la importancia de la orientación académica y profesional al señalar que esta debe ser accesible para todos y todas en cualquier momento de su vida y acorde con sus necesidades, según la guía Lifelong Guidance Policy Development: A European Resource Kit (2011). La publicación también enfatiza que los orientadores y orientadoras contribuyan a la inclusión social ofreciendo intervenciones individualizadas y que fomenten las competencias de gestión de la carrera, especialmente a personas más vulnerables.
Así pues, dotar de orientación académica y profesional a los individuos de entornos sociales desfavorecidos y/o que no cuentan con las cualificaciones que requiere el mercado de trabajo resulta clave para que estos puedan construir su proyecto de vida y profesional, según coinciden los expertos que participan en este monográfico sobre los retos de la orientación para la inclusión social.
Las barreras que impiden orientar a los colectivos vulnerables
Si bien la importancia de la orientación en/para? la inclusión social es reconocida por diferentes fuentes consultadas, la realidad refleja que el colectivo más vulnerable no está accediendo a estos servicios, ya sea porque los usuarios no los conocen ni saben qué beneficios les pueden aportar, o bien por la falta de confianza de las personas que, aun conociéndolos, no los aprovechan, según coinciden los expertos que han participado en este monográfico y las fuentes consultadas por Educaweb.
"Las principales barreras que dificultan el acceso a los servicios de orientación académica y profesional de las personas en riesgo de exclusión social se encuentran, generalmente, en la falta de información sobre las oportunidades que existen de utilizar estos servicios", considera Elías Amor, presidente de la Asociación Española para el Fomento de las Políticas Activas de Empleo y las Cualificaciones, AFEMCUAL, en su artículo para Educaweb.
Por su parte, el estudio L'orientació professional de joves en el desenvolupament de competències per a l'accés i la transformació del mercat laboral (2014), elaborado por la Universitat Autònoma de Barcelona, Educaweb, DEP Institut y la International Foundation for Interdisciplinary Health Promotion, concluye que existen 7 barreras que inciden en la empleabilidad de los y las jóvenes, tanto si están en riesgo de exclusión o no, e identifica 20 competencias que estas personas necesitan adquirir para superar la exclusión. Las barreras que señala el estudio son:
- El modelo económico
- La crisis económica
- Las políticas socioeconómicas
- Los estereotipos y la discriminación por razón de edad, género, etnia, origen, orientación sexual y tipo de formación
- Un sistema educativo sometido a numerosos cambios legislativos y en desajuste con el mercado laboral
- Una orientación con carencias
Asimismo, algunos expertos y fuentes consultadas mencionan otros obstáculos más, que se engloban en dos tipos:
Barreras del sistema: burocracia y falta de recursos, formación y organización
La falta de suficientes orientadores y orientadoras en los centros educativos y/o servicios sociales, así como el hecho de que estos centren sus actuaciones en la información de posibles itinerarios formativos o laborales, y no en el acompañamiento de la toma de decisiones de las personas en riesgo de exclusión, constituyen una barrera para que la orientación sea inclusiva, según las fuentes consultadas.
"El propio sistema y toda la documentación que este conlleva también hace que, en muchas ocasiones, no existan equipos de orientación con todos los recursos necesarios (humanos y materiales) con la disponibilidad de tiempo suficiente para una correcta atención y asesoramiento", opinan José Ángel Domínguez y Belén Labián, asesores de formación del Centro Regional de Formación del Profesorado de Castilla- La Mancha, en su artículo para Educaweb.
El procedimiento de evaluación psicopedagógica actual, que "obliga" a encasillar al alumnado en categorías cerradas y formuladas en términos de diagnósticos clínicos, ocupa la mayoría del tiempo de los orientadores y orientadoras de los centros educativos, evitando que puedan dedicarse a atender a la diversidad y personalizar la orientación, según miembros del Grupo de investigación Equidad, diversidad y educación inclusiva (EQUIDEI) de la Universidad Autónoma de Madrid.
"Los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica dedican entre el 70 y el 95 % de su tiempo a la evaluación psicopedagógica en perjuicio de otras tareas relevantes, considerándola, además, una barrera de gran magnitud para avanzar en el proceso hacia una educación más inclusiva", señalan en su artículo para Educaweb los investigadores Gerardo Echeita, Raquel Palomo y Cecilia Simón, que mencionan como fuente de información de estos datos un estudio del proyecto Madrid sin barreras: discapacidad e inclusión social, para el que entrevistaron a 179 profesionales de la orientación.
Barreras de las propias personas en riesgo de exclusión y sus familias
La falta de confianza y baja autoestima que las personas en riesgo de exclusión social poseen de sí mismos, resultado del contexto social y económico en el que viven, así como los estereotipos que se tiene de ellas, constituyen las principales barreras para que estas accedan a los servicios de orientación, pero también para que, aún si acceden a ellos, no los aprovechen.
"La falta de participación y la desmotivación que sufren estas personas al evidenciar las expectativas que se tienen sobre sus logros supone una barrera para que puedan acceder a la orientación", indica en entrevista para Educaweb la ex directora del Centro Aragonés de Recursos para la Educación Inclusiva (CAREI), Coral Elizondo.
Las familias de las personas en riesgo de exclusión social también constituyen otro obstáculo para que estas accedan a los servicios de orientación y para que, si llegan a hacerlo, les saquen partido, tal como señala en su artículo Amaya Oriol Vallés, orientadora educativa de la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha.
"Algunos padres y madres de estratos en riesgo de exclusión social muestran una falta de interés y motivación por los estudios de sus hijos e hijas, que se traduce en la baja expectativa hacia su realización personal en el sistema educativo", señala en su artículo Amaya Oriol, orientadora educativa de la Consejería de Educación de Castilla-La Mancha. Esto contribuye a que los propios estudiantes no confíen en sus posibilidades y esfuerzo, añade.
Otro obstáculo para la orientación es la desconfianza que los servicios de orientación pueden suponer para ellas, lo que es "frecuente cuando se trata de inmigrantes sin permiso de residencia o trabajo o se tiene la creencia de que la utilidad de estos servicios es muy limitada", señala el informe Formación y exclusión social 2012, elaborado por el Centro de Innovación y Desarrollo para la Economía Circular (CIDEC).
Retos de la orientación de las personas en riesgo de exclusión social
Uno de los retos principales de la orientación tanto de las personas en riesgo de exclusión social, y también de quienes no lo son, y que constituye la base de otros desafíos, es implementar políticas públicas que garanticen que estas personas accedan a los servicios de orientación, según el artículo L'orientació, un repte de país, elaborado por Montserrat Oliveras, cofundadora y directora de Educaweb; Josep Lluís Segú, director general de Educaweb, y Silvia Amblàs, directora de DEP Institut, para la publicación Reptes de l'educació a Catalunya. Anuari 2018 de la Fundació Jaume Bofill. Este reto incluye a su vez otros desafíos que están directamente relacionados con la necesidad de establecer políticas públicas de orientación, tales como:
- Definir de forma clara las necesidades y contenidos de orientación
- Desarrollar el perfil profesional del orientador/a
- Incidir en el acceso a la orientación promoviendo una "ventana única"
- Desarrollar un currículum de orientación
- Implicar a los diferentes agentes
- Garantizar el financiamiento y la voluntad política
Otros retos para que las personas vulnerables accedan a la orientación y logren construir su proyecto de vida y profesional, según los expertos consultados, son los siguientes:
1. Informar y motivar a los colectivos vulnerables sobre los beneficios de recibir orientación
Para que las personas vulnerables tengan acceso a los programas de orientación resulta necesario que los conozcan y participen en ellos. Para ello, se requiere una efectiva maquinaria de comunicación: difundir estos proyectos y sus resultados en redes sociales o medios de comunicación, a través de los cuales se comuniquen mensajes que incluyan testimonios de otras personas vulnerables que han podido desarrollarse académica y profesionalmente.
"Acercar su contenido a estos públicos es una acción recomendable. Motivar su participación en los programas mediante incentivos o reducir los obstáculos existentes, puede ser decisivo", añade el presidente de AFEMCUAL, Elías Amor.
2. Trabajar la autoestima de las personas en las intervenciones
Una vez que se logra que las personas en riesgo de exclusión social accedan a los servicios de orientación, ¿qué tipo de intervenciones les ayudarían a construir su proyecto de vida y profesional? Los profesionales de la orientación y la educación deben "trabajar el empoderamiento de las personas en riesgo de exclusión social potenciando su autoestima, desarrollando mensajes de autoaceptación, logrando que tengan altas expectativas, que conozcan y verbalicen lo que les gusta de los demás, de ellas mismas, que identifiquen sus fortalezas y debilidades para lograr una mentalidad de crecimiento", afirma Coral Elizondo.
Asimismo, los orientadores y las orientadoras siempre deben contar con una visión positiva de las personas que atienden. "Pensar que cuentan con recursos, habilidades e intereses devuelve a las personas una imagen de sí mismas basada en posibilidades y potenciales. Desde ese contexto, es mucho más sencillo promover la autonomía y la proactividad", indica Francisco Javier García, referente de programas de empleabilidad de la Asociación Arrabal AID, de Málaga (Andalucía), en su artículo para Educaweb.
3. Ofrecer programas de orientación que combinen aspectos formativos y de empleo
Los programas de orientación académica y profesional que engloban experiencias laborales reales permiten que los colectivos más vulnerables logren mejorar su empleabilidad. "Las buenas prácticas de información y orientación profesional que contribuyen a la inclusión social de las personas en riesgo de exclusión son aquellas que combinan, de algún modo, los aspectos formativos, de empleo y cualificación con la orientación misma", considera Amor.
En este sentido, los Premios Educaweb de orientación académica y profesional han galardonado diversos programas dirigidos a personas vulnerables que conjuntan precisamente la orientación con la formación y la experiencia laboral, como por ejemplo uno de los más recientes ganadores: el proyecto El camino al empleo, del Grupo Vips, ganador del premio Educaweb en la categoría Empresas en 2018. Esta iniciativa facilita el acceso al empleo a jóvenes en riesgo de exclusión a través de orientación y formación para el empleo, entrenamiento en un puesto de trabajo y formación para el desarrollo profesional.
Otro ejemplo lo constituye el proyecto Una orientación para todos, de Esment Escola Professional, ganador del premio Educaweb en la categoría Instituciones en 2018. Esta iniciativa ofrece programas de orientación y formación a personas con discapacidad intelectual que permiten mejorar su empleabilidad a través de programas de formación dual, que, desde el primer día, combina la formación con un trabajo retribuido.
4. Personalizar la orientación con más recursos y mejor formación especializada
Aumentar la ratio de orientador por usuario/a tanto en los centros educativos como en otras instituciones de inserción laboral, así como mejorar su formación hacia la atención a la diversidad, ayuda también a que la orientación para la inclusión sea una realidad, sostienen diferentes autores de este monográfico y fuentes consultadas.
En la conferencia de la Association for Educational and Vocational Guidance (IAEVG) de 2019, titulada Career Guidance for Inclusive Society, los participantes llegaron a la conclusión de que "la orientación accesible, asequible y de alta calidad, que se basa en las necesidades individuales de las personas en riesgo de exclusión social y tiene en cuenta sus contextos, conduce a que estas consigan tener un comportamiento profesional proactivo, desarrollen su identidad personal y gestionen de forma más efectiva sus transiciones educativas y profesionales".
Así pues, se debe "avanzar hacia este nuevo paradigma inclusivo ofreciendo intervenciones individualizadas primero en el ámbito académico y luego en lo profesional para prevenir la exclusión social", señala por su parte María Amparo Calatayud, profesora titular del departamento de Didáctica y Organización Escolar de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universitat de València, en su artículo para este monográfico.
También se requiere que los profesionales de la orientación estén en continuo reciclaje profesional y se formen de acuerdo con los continuos cambios que se producen en el mercado laboral, y en la Formación Profesional y ocupacional. "Un profesional de la orientación desmotivado y/o sin formación permanente es una barrera para la inclusión", afirman Domínguez y Labián.
5. Incluir a las familias de las personas vulnerables en el proceso de orientación
Dado que una de las principales barreras de la orientación de personas vulnerables la constituyen las familias, se requiere integrar a estas en las intervenciones. Esto "permite que los proyectos profesionales individuales sean apoyados por el sistema familiar, al entender que los logros de uno de los miembros repercuten positivamente en todo el conjunto", asegura por su parte García, de la Asociación Arrabal AID.
6. Orientar para mejorar las competencias de gestión de la carrera de estas personas
Mejorar las competencias de gestión de la carrera es un reto universal y en el caso de las personas en riesgo o situación de exclusión social debería ser uno de los principales objetivos de los programas de orientación, más allá de la mera información de posibles itinerarios formativos o laborales, coinciden los expertos y fuentes consultadas.
"Los profesionales de la orientación académica y profesional no debemos trabajar para un determinado resultado, esto dependerá de cada sujeto, sino para reforzar los puntos de referencia con los que cada sujeto va a poder pensar en su futuro", sostiene Xavier Orteu, director de Insercoop y miembro del Grup de Recerca en Educació Social (GRES), en su artículo para Educaweb.
Estos son solo algunos de los retos para conseguir que la orientación académica y profesional llegue a los colectivos más vulnerables de la sociedad, según las fuentes consultadas, pero existen sin duda otros desafíos que van cambiando o evolucionan, por lo que te invitamos a compartir tu experiencia a través de tus comentarios.