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Barreras en la orientación académica y profesional para las personas en riesgo de exclusión social

Artículo de opinión

  • 02/10/2019

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José Ángel Domínguez y Belén Labián, Asesores de formación del Centro Regional de Formación del Profesorado de Castilla- La Mancha
Al hablar de las barreras que dificultan el acceso a los servicios de orientación académica y profesional de las personas en riesgo de exclusión social, es fundamental describir a qué nos referimos con este término.  "Estar en riesgo de exclusión es aquella situación en la que cualquier persona se puede encontrar en un momento de su vida, y que afecta de forma negativa a su propio desarrollo, ya sea en el plano personal, social o económico. Esto supone no gozar de una participación plena en la sociedad en la que se vive", según indica la iniciativa Inclusión&Empleo.
 
Así pues, es fundamental no olvidar que el riesgo de exclusión es una situación, no una característica o una cualidad de la persona y de la que nunca se va a poder desprender.
 

¿Qué factores pueden ser detonantes para encontrarse en esta situación?

 
  • Económicos. No gozar de una estabilidad económica, tener escasez de recursos o la falta de estos, no gozar de posibilidades de acceso a las diferentes prestaciones económicas existentes, tener deudas, carecer de vivienda o residir en una infravivienda, no tener Seguridad Social, etc. Son indicadores que determinan el riesgo de exclusión social.
 
  • Laborales. Desempleo, empleos precarios o falta de estabilidad laboral o de experiencia, etc. hacen que se acabe en muchas ocasiones teniendo empleos ajenos al mercado de trabajo regulado, lo que conlleva a  a su vez, problemas para poder acceder a recursos y prestaciones y a tener dificultades económicas.
 
  • Educativos. En este aspecto los indicadores que determinan el riesgo de exclusión social son: tener un bajo nivel formativo, analfabetismo o no contar con un itinerario formativo adecuado a sus necesidades y que realmente capacite para el empleo y para poder formar parte del mercado laboral. No acceder a la Formación Profesional u ocupacional por falta de información y habilidades, o bien de reconocimiento de la trayectoria formativa.
 
  • Sociales. Carencia de vínculos familiares, amistades o red de apoyo en la comunidad, aislamiento, pertenecer a una familia desestructurada, no tener posibilidades de acceso a espacios de ocio y a relaciones sociales de forma igualitaria son algunos de los factores sociales que contribuyen a que una persona se encuentre en situación de exclusión.
 
  • Personales. Ausencia de motivación, incapacidad para tomar decisiones que afectan a su propia vida, dificultades de acceso a los servicios de salud, a los servicios sociales, dificultad para expresar o comunicar necesidades, adicciones y/o antecedentes penales.
 
  • Culturales. Pertenecer a una minoría étnica, ser inmigrante, desconocer el idioma, ser víctima de violencia o sufrir violencia de género, cargar con estereotipos o estigmas que acompañan a algunos grupos o comunidades y que combinan a su vez muchos de los factores de riesgo que se han ido enumerando en las líneas anteriores como lo son, por ejemplo: personas sin hogar, con diversidad funcional o en situación de dependencia, personas mayores, reclusas y exreclusas, personas con adicciones.
 
"Un profesional de la orientación desmotivado y/o sin formación permanente es una barrera para la inclusión".

Se puede concluir que estos factores claves que generan la situación de exclusión o inclusión de una persona en la sociedad son de carácter externo, que limitan o impiden el acceso normalizado a los servicios de orientación académica y profesional.
 
A continuación, se explican qué factores internos inciden o suponen una barrera para que los servicios de orientación funcionen con garantías:
 
  • Barreras burocráticas. El propio sistema y toda la documentación que este conlleva hace que, en muchas ocasiones, no existan equipos de orientación con todos los recursos necesarios (humanos y materiales) con la disponibilidad de tiempo suficiente para una correcta atención y asesoramiento, por la demora en trámites y solicitudes, etc. La existencia de leyes y normas contradictorias, sin posibilidad de flexibilizarlas, o el currículum estructurado en materias y libros de texto que no prepara para resolver situaciones problemáticas de la vida diaria, suponen un factor clave en el éxito de la orientación académica y/o profesional.
 
  • Barreras organizativas. En muchas ocasiones son los propios centros y profesionales los que, contando con los recursos suficientes, no los organizan conforme a criterios pedagógicos y/o profesionales para sacarles el mayor partido posible. El buen funcionamiento del servicio de orientación recae en una buena organización departamental.
 
  • Barreras culturales. La necesidad permanente de clasificar o poner etiquetas a los individuos y establecer normas que discriminan entre unos y otros (estereotipos) limita el potencial de la persona en situación de exclusión social por el peso de la estigmatización.
 
  • Barreras de formación. La formación inicial de los docentes, tanto en Magisterio como en el Máster que habilita para la docencia en Secundaria, carece de profundidad en cuanto a la respuesta al trabajo con personas en situación de exclusión social y la intervención en cuanto a diversidad se refiere en los centros. También es necesario que los profesionales de la orientación estén en continuo reciclaje profesional atentos siempre a los continuos cambios que se producen en el mercado laboral, en la Formación Profesional y ocupacional, así como en las nuevas metodologías de enseñanza-aprendizaje, etc. Un profesional de la orientación desmotivado y/o sin formación permanente es una barrera para la inclusión.
 
 
Cuando se superan tanto los factores externos como internos que limitan el acceso de las personas en situación de exclusión a los servicios de orientación académica y profesional, nos encontramos con el reto de intervenir con ellas hasta alcanzar un proceso de maduración y responsabilidad personal, integración social, autonomía e inserción laboral.

Es importante señalar que, en el trabajo con menores, especialmente si están próximos a cumplir la mayoría de edad, se debe incidir específicamente en el refuerzo de competencias para la autonomía.

Conocer y analizar las causas de las barreras que dificultan el acceso a los servicios de orientación académica y profesional permite un cambio de mirada que hace valorar la necesidad de trabajar desde una perspectiva inclusiva, que garantice la equidad entre los alumnos y alumnas con los que se trabaja, evitando la perpetuidad o cronificación de la situación de riesgo social detectada.
 

Fuentes de información


Portal sobre inclusión y empleo: www.inclusionyempleo.com

Blog del Colectivo Orienta: https://colectivorienta.wordpress.com/
 
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