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Orientemos hacia el futuro

Artículo de opinión

  • 22/05/2019

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Mar Montón García, Profesora e investigadora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y sociales de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid)
Desde mi punto de vista y siendo profesora-orientadora desde hace 16 años, he observado a lo largo de todo ese tiempo que existe la necesidad de convertir a la orientación en una parte significativa para todos los alumnos de la ESO y el Bachillerato; así como para aquellos que en sí misma no reconocen nuestra función.

Este trabajo ejercido a lo largo de todos estos años, juntamente con el de profesora universitaria en la carrera de Derecho, me ha hecho aprender de las necesidades reales a las que se enfrenta el alumnado y las carencias con las que llegan a primero y segundo de carrera. Una gestión que me ha aportado más de lo que yo imaginé en un principio, de la que me siento tremendamente orgullosa y que me ha ayudado a ejercen mi labor docente con mayor seguridad en mí misma. Me ha ayudado a entender a cada uno de los jóvenes a los que me enfrentaba en cada sesión orientativa, y a saber realizar las preguntas precisas a aquellos que se encontraban perdidos para que juntos consiguiéramos orientar su camino.

En mi opinión los jóvenes no reciben una orientación cualificada. No estoy diciendo con ello que el departamento de orientación de cada colegio e instituto no lo haga de forma correcta, quiero decir que no lo hacen de la manera personal y más positiva para cada uno de los alumnos y las alumnas. Creo que la orientación pre-Universitaria es más que un apoyo psicológico que el equipo de orientación de cada centro pueda realizar de la manera más efectiva. La orientación debe ser personalizada para cada uno de los estudiantes, desde que inician sus estudios en primero de la ESO hasta que están a un paso de terminar el Bachillerato e iniciar su carrera universitaria.

 
"Existe la necesidad de convertir a la orientación en una parte significativa para todos los alumnos de la ESO y el Bachillerato;".
 
Y en realidad no lo hacen de esa manera, su orientación se centra en explicarles cada una de las titulaciones de Grado a las que pueden acceder dependiendo de la vía en la que estén y que han elegido sin conocer a ciencia cierta cuáles son las posibilidades de futuro que hay en cada uno; así como a hacerles un croquis territorial y económico de las universidades a las que pueden acceder, ya sean públicas y privadas.

A partir de ese momento, que será ya en 2º de Bachillerato, recibirán un aluvión de opciones que cada universidad y todos ofertamos lo mismo, pero de diferente manera. En realidad, y aunque suene frío y calculador, todo es marketing, y quien mejor lo "venda", de la manera que lo haga, "convencerá" a esos chicos y chicas. Jóvenes que, teniendo una ingente cantidad de información, de dudas, de inseguridades, no sólo tienen que decidir cuál va a ser el camino universitario más correcto, sino también elegir la universidad a la que quieren acudir a desarrollar durante cuatro, cinco o seis años su preparación, para enfrentarse a un mundo laboral que también se lo vendemos como complejo y complicado.

Los jóvenes se convierten en una bomba de relojería en un momento extremadamente delicado al recibir presión no solo por parte de su entorno familiar, de los profesores y de ellos mismos al querer o intentar conseguir las mejores calificaciones. Todo para enfrentarse a una última evaluación con las mejores notas para a continuación dar un paso más y luchar por una nota de corte de acceso a la universidad elegida y a la titulación que más se adapta a sus deseos, que esperemos, siendo positiva, que en la mayoría de ellos sea el más correcto.

Pero si la realidad vista así, ya resulta complicada, lo es más cuando no son bien dirigidos por profesionales en dicha orientación preuniversitaria. Y es que, a mi manera de ver las cosas, y habiendo recorrido durante más de15 años kilómetros y kilómetros por la Comunidad de Madrid, (unos 20.000 km al año) paseando la oferta académica que ofrecía la universidad donde trabajo por diferentes centros educativos; realizando visitas por grupos y áreas, ferias pequeñas, medianas y grandes; siempre he llegado a la misma conclusión que paso a resumir en varios puntos:

 En primer lugar, debe existir una orientación preuniversitaria en alumnos de la ESO, analizado su evolución, sus deseos y sus cambios de lo que desean hacer en un futuro, atendiendo a sus gustos en las asignaturas propias de cada curso, ya sea Física, Química, Biología, Lengua y Literatura, Matemáticas, Geografía… Y es que durante esos cuatro años que en ningún momento reciben información sobre el abanico de titulaciones que en un futuro no tan lejano tienen que optar, comienzan a formarse las bases de la decisión que tendrán que tomar en 2º de Bachillerato.
 
"Los jóvenes deberían recibir atención y seguimiento individual y personalizado por profesionales de la orientación cualificados".
 

En segundo lugar, y como acabo de comentar la falta previa de información y ayuda personalizada y seguimiento en las asignaturas que más les gustan o que más detestan a lo largo de esos cuatro cursos, y que todos sabemos que dependiendo del propio docente y su manera de impartir hay materias más o menos entretenidas y que les pueden llegar a resultar más atractivas o tediosas… Aun así y como digo, se enfrentan a un momento que es, en mi opinión, el más importante y relevante a la hora de, ellos sin saberlo, ir eligiendo su futuro. Pero ¿cómo van a conseguir ellos, por sí solos o con escasa orientación, tomar su propia elección? No ya para optar por Ciencias, Ciencias de la Salud, Artes y Humanidades, Ciencias Sociales, sino que de manera indirecta y sin tener conocimiento, se cierran posibilidades de optar a otra titulación, debido a las temidas ponderaciones cuando alcancen la EVAU. ¿Cuántos casos hay de alumnos que han decidido optar por ejemplo por la vía de Sociales y luego desean realizar una titulación incluida en Ciencias de la Salud?

El problema es complicado, aunque de solución clara y precisa: seguimiento personal desde edades más tempranas, desde los 12 años. Aunque parezcan demasiado jóvenes, actualmente la capacidad mental de los no tan niños ha evolucionado estrepitosamente y si saben cómo funcionan los recodos informáticos de las apps más avanzadas en móviles y tablets, también tienen la capacidad para conocer a aquello a lo que se van a enfrentar en un tiempo cercano y sobre lo que, reitero, no reciben información ninguna.
Los jóvenes deberían recibir atención y seguimiento individual y personalizado por profesionales de la orientación cualificados y conocedores de todas las opciones a las que pueden acceder, atendiendo a sus deseos y preferencias, las cuales van evolucionando desde los 12 hasta los 17 años, momento en el que comenzarán a volar solos. Llevando este control psicológico, permanente y reiterativo tendremos suficiente información para colaborar con ellos y ayudarles a la hora de su importante toma de decisión.

En tercer lugar, la posición de los padres o entorno familiar es muy relevante, ya que no sólo tienen que colaborar en la orientación de sus hijos, sino también informarse de todo aquello a lo que pueden optar. Deben ayudarles, orientarles, dirigirles, pero nunca obligarles a estudiar algo que los chicos o chicas no desean hacer o no les ilusiona realizar. He visto muchos padres que aun pensando que ayudan a sus hijos, les incitan a estudiar una titulación que ellos piensan que es la correcta, pero los propios menores no desean cursar. Por ello considero que los profesionales de la orientación tienen que encauzar por el camino más correcto las preferencias de sus pupilos y también deben informar a los progenitores de los deseos, miedos e inseguridades de éstos, para que entre este triplete les ayudemos a encaminar su vida hacia el fin más correcto.

No hay situación que pueda hundir el futuro de un estudiante que una elección no personal y dirigida por una falta de decisión. Démosles tiempo, pero también démosles información, ayuda, seguimiento, consejo, oídos y ojos para encaminar su futuro.

El paso que tienen que dar en un momento determinado, independientemente de la madurez que tenga cada uno va a marcar su vida, por lo que deberán elegir bien, estudiar, analizar y valorar todas las opciones que se ofertan y optar por las que más le gusten, y para ello debería haber personal cualificado, informado, empático, con vocación, con capacidad de entender todos los problemas que la preadolescencia y la adolescencia, los cuales comienzan a incidir en su personalidad. Y es que siendo ya difícil el tránsito de niño a adolescente, si lo unimos a que ese jovenzuelo tenga que tomar decisiones con la madurez que se le exige o autoexige, ofrezcámosle gente capaz que sepa ponerse en el lugar del menor que comienza a abrir las puertas de un futuro que tiene en las manos.

¡Al final no es sólo su futuro, es el futuro de todos!
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