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Sexismo salarial

Artículo de opinión

  • 27/03/2019

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Cheila del Carmen Diego Betancourt, Ingeniera Informática de la Universidad Tecnológica José Antonio Echeverría de La Habana (Cuba)
Con el transcurso de los años, la lucha por la inclusión social de la mujer en trabajos en los que antiguamente no participaban por su sexo ha logrado notables avances en el siglo XXI. Sin embargo, la diferenciación entre hombres y mujeres en el mercado laboral aún se encuentra vigente. Una muestra de ello son los contratos de trabajo que día a día abren una brecha en la igualdad de género. Ser tratados como iguales implica el no definir las capacidades, habilidades y caracteres de una persona por su sexualidad, brindando equidad de oportunidades tanto a nivel social como personal [1].

Esta problemática viene dada por la ideología arcaica de vincular a la mujer con tareas propias del cuidado familiar, así como del pensamiento de que ambos sexos poseen intereses, habilidades y emociones diferentes, producto de la educación recibida o de la influencia de la sociedad.

Según datos de la Agencia Estatal de Administración Tributaria (por sus siglas, AEAT) a solo tres días de celebrar el Día Internacional de la Mujer del presente año, se estimó que las mujeres cobran un  29.3 % menos que los hombres, según el índice salarial [2, 3]. Esto, unido al hecho de que cada vez sean más las mujeres que obtienen malos contratos al aumentar su edad o luego de tener hijos, llama a tomar cartas en el asunto de la discriminación en el trabajo.
 
"Hay que inculcar a los niños y las niñas de que todos los trabajos pueden ser desempeñados por cualquiera de los géneros".

El primer paso en esta ardua tarea es hacer un llamado para concienciar y establecer un equilibrio en el trato de los trabajadores independientemente de su sexo. Para ello, es preciso comenzar desde las edades más tempranas, hay que inculcar a los niños y las niñas de que todos los trabajos pueden ser desempeñados por cualquiera de los géneros, incluso las tareas del hogar y así, eliminar tabúes y diferenciaciones desde el seno familiar y expandirlo al resto de la sociedad.

Sin lugar a duda, otra medida para conseguir la igualdad de género en el trabajo sería que las las organizaciones se comprometan en este sentido y que puedan ser identificadas, a través de indicadores que ayuden a distinguirlas. En ellas, los estándares principales para poder identificarlas serían los sueldos desagregados por sexo, el porcentaje de mujeres que ocupan cargos de alta responsabilidad, así como el número de féminas contratadas antes y después de su edad reproductiva.

De ahí que surja como buena práctica la eliminación de cualquier tipo de clasificación para las personas en las organizaciones, que no sea su capacidad de trabajo. Acompañado de la oferta de iguales oportunidades de superación para contribuir no solo al desarrollo del personal sino de la organización en general. Siendo preciso, además, incentivar la incorporación de madres trabajadoras a las empresas, reconociéndoles el esfuerzo y compromiso con la sociedad, pues si bien los quehaceres domésticos no son pagados, también constituyen horas de trabajo.

Entonces, unámonos en la lucha por la eliminación de las preferencias salariales por sexo y la diferenciación de tareas por roles de la sociedad. Comencemos con la educación de las nuevas generaciones y de los que ya están, pues aquí radica el papel principal para obtener el éxito de la igualdad. Hagamos del día de la mujer una fiesta no solo para ellas, sino una celebración de todos, pues todos somos el fruto de una gran mujer.

Fuentes de información

1. Rodríguez, S.I., ¿Qué es la igualdad de género? 2015, Lamalvalila.

2. La brecha salarial sigue aumentando: ¿cuántos años harían falta para eliminar las diferencias de sueldo? RRHHDigital.com 2019  11-Mar-2019

3. Agencia Estatal de Administración Tributaria. 2019  11-Mar-2019.
 
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