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La inversión imprescindible en investigación educativa y orientación

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Ana Cobos Cedillo, Presidenta de COPOE y orientadora profesional del IES Ben Gabirol, Málaga (Andalucía)
El sistema educativo español adolece de un escaso cultivo de investigación educativa. Parece que se trata de un mal endémico eso de que en España nunca nadie se basa en estudios que ofrezcan datos acerca de "lo que funciona" para tomar decisiones, reforzando así las prácticas eficientes.
 
Este hecho ha ocurrido siempre, a lo largo de nuestra historia y es una tradición de nuestro sistema educativo que se fundamente en las buenas intenciones del último político, cuando no en ocurrencias e improvisaciones. Esta falta de rigor ocurre no solo en el tiempo, sino también en el espacio, es decir bajo el techo de los colegios e institutos.
 
En los centros se toman decisiones sin basarse en la investigación y a la vez, en los despachos donde se legisla tampoco nadie acude a los datos empíricos, ni a expertos en Pedagogía, ni a quienes están cada día en las aulas, ni siquiera se escucha a la comunidad educativa, esto es, familias y alumnado… Nadie pregunta a nadie y siempre se empieza de cero. Incluso el profesorado jubilado se lleva el capital profesional acumulado en su experiencia en el sistema educativo sin que redunde en el beneficio de los noveles y del propio sistema. Son tantas las evidencias en el sentido contrario, que podemos decir que sí hay datos que corroboran que el sistema educativo español no se fundamenta en la investigación.
 
Este hecho genera un círculo vicioso por el que, como no se recurre a la investigación para fundamentar las decisiones, tampoco se ve su utilidad práctica y por consiguiente no se fomenta desde la administración educativa y así sucesivamente: hay poca investigación, no se recurre a ella y por ese motivo, se investiga poco. Es más, en niveles distintos de la Universidad podemos decir que apenas se investiga nada.
 
"Necesitamos saber qué tipo de datos se requieren para mejorar el sistema educativo y en función de ello, diseñar las investigaciones que los aporten".

 

La orientación educativa y la Psicopedagogía, así como las Ciencias de la Educación, también se ven afectadas por esta falta de tradición en investigación, por eso podemos decir no solo que se investiga poco, sino que además lo que se investiga apenas tiene repercusión en la toma de decisiones de la práctica educativa.

La situación actual es lamentable. No obstante, hay que reconocer de dónde partimos en investigación educativa para vislumbrar las metas y poder trazar el camino que nos acerque a ellas. En principio, necesitamos saber qué tipo de datos se requieren para mejorar el sistema educativo y en función de ello, diseñar las investigaciones que los aporten. La información que se necesita para mejorar la calidad del sistema educativo está en los centros educativos, pues en la práctica cotidiana es donde surgen las demandas y también las respuestas, es imprescindible dar protagonismo al profesorado si se quiere hacer una apuesta firme.
 
A grandes rasgos, las investigaciones que más se demandan en los centros pueden agruparse en las siguientes categorías:

  • Metodologías educativas que proporcionen más y mejores aprendizajes, significativos y perdurables.
  • Metodologías que posibiliten mayor motivación, implicación y esfuerzo por parte del alumnado.
  • Técnicas para mejorar la convivencia.
  • Estrategias para atender a la diversidad en el aula.
 
Que estos grandes bloques temáticos correspondan con las investigaciones que más necesita ahora el sistema educativo significa poner de manifiesto nuevamente la necesidad de que la Didáctica y la Psicopedagogía ahonden más en las propias raíces de su epistemología, como ya hemos reiterado en tantas ocasiones.
 
Concretamente en orientación educativa y en relación con la orientación académica y vocacional deberían hacerse estudios longitudinales que nos aporten datos de cómo ha ido evolucionando el desarrollo del proyecto vital y profesional de las personas. Serían investigaciones muy pertinentes para conocer si la inversión que se ha hecho en educación ha sido rentable, no solo en términos económicos sino sobre todo en satisfacción personal.
 
Conocer en términos numéricos el porcentaje de población de cada cohorte que consigue el graduado o una cualificación profesional es sencillo, pues se trata de un dato que fácilmente se obtiene a través de las páginas webs oficiales del Ministerio y es una información imprescindible para seguir avanzando en la calidad y cantidad que queremos. En cambio, saber cómo las personas obtuvieron su cualificación y cuáles fueron las variables realmente decisivas en la toma de decisiones vocacionales a lo largo de toda la formación y desarrollo de la vida profesional, son estudios cualitativos que es necesario realizar con profundidad y rigor para poder seguir orientando con la referencia del conocimiento de las variables de eficacia que aportan las evidencias previas de éxito.
 
Son muy pocas las investigaciones que se han puesto en marcha para saber los factores realmente influyentes en la vida personal y profesional, pero algún día habrá que potenciar este tipo de estudios, así como prolongarlos durante décadas si decididamente queremos conocer las claves del éxito educativo.
 
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