Algunas de estas cualidades son innatas a las personas, pero otras se pueden aprender y, en cualquier caso, siempre se puede mejorar. Los beneficios de realizar un curso sobre habilidades para trabajar en equipo pueden ser muchas, pero para asimilar los contenidos y alcanzar tus metas, la actitud con la que acudas será determinante. Hay que asistir con la mente abierta, receptivo a todo aquello que te propongan, participativo, con ganas de aprender, de experimentar y también con espíritu de autocrítica.
Para sacar el máximo partido a estos programas, lo primero que hay que tener claro es que un equipo no es solo un grupo de personas que trabajan juntas. Son profesionales con rasgos y capacidades diferentes que se complementan con los demás miembros del grupo y que unen sus esfuerzos para conseguir una meta común.
Es cierto que en muchas empresas la incorporación a un grupo o a un departamento nos viene impuesta, pero, cuando sea posible, hay que tener en cuenta que para que un equipo sea efectivo debe formarse atendiendo a tres puntos claves: el objetivo, es decir, cuál es la meta que queremos lograr; el rol de cada profesional, qué se espera de cada participante teniendo en cuenta cuáles son sus conocimientos y habilidades y los procedimientos, cómo se van a repartir las tareas y cómo se va a coordinar toda la actividad del grupo.
Además de estas indicaciones, los cursos de trabajo en equipo se centran en describir y enseñarnos cómo desarrollar las habilidades más importantes para desempeñar un papel eficaz y determinante en un grupo de trabajo. Estas son algunas de ellas:
- Conocerse a sí mismo. Ser sincero y analizar en qué somos buenos y en qué aspectos podemos mejorar. Definir en qué tipo de tareas o actividades puedo aportar más al grupo.
- Saber aceptar críticas. Cuando se trabaja codo con codo con otras personas, es normal que surjan comentarios y críticas sobre nuestro desempeño y resultados. Saber aceptarlas y verlas como una forma de mejorar es esencial para nuestro crecimiento.
- Flexibilidad y capacidad de adaptación a los cambios. El trabajo en equipo es dinámico. Aunque haya un plan establecido, siempre aparecerán circunstancias que alteren el ritmo. Ante estos cambios debemos saber reaccionar rápida y eficazmente. De nada sirve quejarse o lamentarse. En un equipo eficaz todos sus miembros deben tener la flexibilidad suficiente para afrontar los cambios y seguir adelante.
- Creatividad. Buscar continuamente nuevas formas de hacer las cosas es una de las máximas de los equipos de trabajo. Como profesional hay que ser receptivo a todo lo que nos rodea e idear nuevos métodos y procedimientos para nuestras tareas.
- Participación y polivalencia. Ser miembro de un equipo significa sumar. No podemos permanecer a la sombra. Hay que ser un profesional activo que aporte sus ideas, sus dudas, sus comentarios y sus expectativas. También participar en un grupo dentro de una compañía requiere saber ser polivalente para desempeñar otras funciones o realizar tareas que en principio no nos han sido asignadas.
- Comunicación. Muy relacionada con la participación está la comunicación. No hay que tener miedo a hablar. La comunicación directa y en todas las direcciones en una herramienta fundamental.
- Compañerismo y confianza. Un ambiente de trabajo distendido y donde reine la confianza es el entorno más apropiado para que todos los miembros de un equipo se sientan a gusto, implicados con el proyecto y puedan dar lo mejor de sí mismos. Para ello es determinante crear un ambiente de confianza, aprender a ser sinceros y decir las cosas a la cara evitando las tensiones, las envidias y las rivalidades, que lo único que consiguen en minar la efectividad y productividad del equipo.
