De hecho, tal como entendemos hoy la orientación profesional, se trata de trabajar con el individuo, especialmente cuando ha llegado a una edad madura, para que identifique sus capacidades, competencias e intereses a fin de que encuentre el significado de sus decisiones educativas, formativas y ocupacionales y sea capaz de gestionar los itinerarios vitales a la hora de aprender, trabajar y realizar acciones en las que las capacidades y competencias deban ser aprendidas o utilizadas.
Empleo, empleabilidad y responsabilidad
La estabilidad laboral tiene que ver con la empleabilidad y no con el empleo. Las trayectorias laborales lineales y predecibles han desaparecido. Actualmente son las competencias que una persona es capaz de implementar y transferir de un empleo a otro las que garantizan su estabilidad laboral. En este sentido, ser capaz de redefinir la propia trayectoria es básico, ya que hoy en día mantenerse en el mercado laboral implica creatividad, flexibilidad, proactividad, iniciativa y responsabilidad.
Sennet lo explica muy bien: "El registro de los fracasos pasados de una persona contaba menos para los emprendedores que sus contactos y su capacidad para trabajar en red". Más que caerse es importante ser capaz de volver a intentarlo y, por supuesto, nuestra red de seguridad es nuestra red de contactos.
Como muchos autores han señalado ya, en la actual sociedad líquida nos vemos abocados a ser empresarios de nosotros mismos. Esto quiere decir que todo lo que confiere a mantener la empleabilidad, incluida la creación de una marca personal, es responsabilidad de uno mismo. En este sentido, el orientador es un agente de cambio que informa, acompaña y proporciona herramientas.
El trabajo de reinserción de los orientadores y orientadoras debe tratar la relación que la persona tiene con el lugar que ocupa, con su plaza de desempleado, no únicamente con el hecho de estar sin trabajo. Es necesario proporcionarle las herramientas a la persona para que se lea de otra manera. Para lograrlo, nuestra intervención debería, en primera instancia, atender a la individualidad del sujeto, evitando el formato de "interrogatorio dirigido" y formulando preguntas abiertas que le permitiera hablar. El otro elemento fundamental es la responsabilidad, que no la culpa; se trata de facilitarle herramientas para cambiar su situación en lugar de enfrentarle a un supuesto déficit.
La orientación como proceso a lo largo de la vida
La tarea de la orientación profesional que, desde principios del siglo XX ha sido de carácter más bien negativo, en la actualidad debe reflexionarse y reconceptualizarse. Si hasta ahora estaba orientada a resolver problemas de la persona, de lo que se trata en estos momentos es de proporcionarle las herramientas para que sea mucho más proactiva: debe aprender a aprender.
"La orientación se ha convertido en un proceso a lo largo de la vida que abarca muchas facetas de la vida de las personas. Es necesario que el orientador sea un agente de cambio que colabore con ellas en el diseño de su planificación profesional".
Debemos entender la orientación desde una perspectiva mucho más holística y empoderadora, que implica ayudar a las personas a tomar decisiones sobre sus itinerarios educativos, sobre su formación continua y sobre su empleo, siendo la orientación ocupacional una de sus partes. Es precisamente ésta la que se centra en ayudar a las personas a buscar información profesional, elegir el futuro puesto de trabajo, tomar decisiones ocupacionales y mejorar competencias.
La orientación se ha convertido en un proceso a lo largo de la vida que abarca muchas facetas de la vida de las personas. Es necesario que el orientador sea un agente de cambio que colabore con ellas en el diseño de su planificación profesional. "La orientación adquirirá progresivamente una dimensión social en la que la pertenencia a un género, a una etnia y a una clase social deberá ser enfocada con rigor y eficacia para evitar los desánimos y las injusticias de la falta de trabajo y de las crisis producidas por los radicales e imparables cambios" (Watts, 1997).
Competencias para reorientar la carrera profesional en la edad adulta
Dice Johnatan Rauch en su libro "Por qué la vida mejora a partir de los 50" que "a medida que nos hacemos mayores nuestros cerebros se vuelven más resistentes al estrés, experimentamos menos remordimientos, somos más positivos, somos emocionalmente menos volátiles, aprovechamos más el momento, conectamos mejor con la gente e incluso tenemos cierta protección frente al daño emocional causado por la pérdida de salud".
Si esto es así, en la edad adulta tenemos mucho que ofrecer; no tenerlo en cuenta implica desaprovechar un capital humano de gran calidad y excluir, a priori, a un colectivo importante de trabajadores del mercado laboral, con las consecuencias sociales y económicas que ello implicaría.
La tarea como orientadores tiene que ver con hacernos eco de un cambio de valores en relación con los tabúes que hoy en día se ciernen sobre la edad y están dificultando la inserción laboral de los desempleados que rondan los 50. Nuestra función, en este sentido, es divulgativa y didáctica para el conjunto de la sociedad y, a la vez, debe proporcionar herramientas y acompañamiento a quienes tratan de reorientar su carrera profesional, guiándolos a descubrir sus competencias.
- Aprender a aprender: Como hemos visto más arriba esta es la competencia básica que englobaría todas las demás y que ya hemos asociado a la responsabilidad y la flexibilidad. Sin embargo, hay otras que ejercen un papel fundamental cuando nos referimos a la reorientación de la carrera profesional en la edad adulta. Veamos los más importantes.
- Orientación estratégica: Capitalizar la experiencia. Construir un perfil atendiendo a todo el conocimiento, las habilidades y actitudes implementadas a lo largo de la propia trayectoria profesional y personal. Diseñar un mapa en forma de esquema o relato puede resultar muy útil a la hora de identificar los puntos fuertes y los rasgos más significativos.
- Creatividad: Dar lugar a nuevas conexiones con el mercado laboral. Se trata, por un lado, de conocerse a uno mismo e identificar las demandas del mercado laboral y, por otro, de ser capaces de conectar el perfil profesional con esas demandas. Identificar la formación necesaria para asegurar la conexión con las demandas del mercado en cada momento es un "arte" y es este uno de los puntos donde la "correcta" intervención de los orientadores es importante.
- Iniciativa: Crear oportunidades. Las posibilidades están ahí, pero no siempre están a la vista. Cuando un perfil no es demandado hay que ser capaz de ofrecerlo como posibilidad de mejora para el contratante. En este sentido, el dominio de las TIC y la capacidad de trabajo en red contribuye al desarrollo de una marca personal, a la mejora de la auto candidatura, a ampliar y consolidar una red de contactos que permita acceder a nuevas posibilidades, acredite y aporte valor a la trayectoria profesional y dé lugar a nuevas posibilidades de desarrollo.
- Implementar una lógica colaborativa. Trabajo en equipo y dejar que la comunicación fluya. El individualismo y la competitividad aíslan y barran la puerta al nacimiento de nuevas oportunidades mucho más afines a esta nueva realidad. En este ámbito, iniciativas como las lanzaderas de empleo han dado muy buenos resultados.
Retos de la orientación y herramientas actuales
Para finalizar el artículo, a continuación, expongo los retos de la orientación, nuestros retos como agentes sociales y algunas herramientas actuales.
- Retos a los que se enfrenta la orientación: Llamada a la flexibilidad, responsabilidad y libertad propia de los discursos del emprendimiento: útiles para lidiar con las inclemencias del mercado laboral actual y herramientas al servicio de los intereses del neoliberalismo al mismo tiempo. Por ello, la faceta educativa y la apuesta por la reflexión, el trabajo colaborativo y el pensamiento crítico son imprescindibles para conseguir lo primero y zafarse de lo segundo, que, a estas alturas, no tenemos poder para cambiar, pero si la responsabilidad social de gestionar.
- Nuestro reto como agentes sociales: Podemos entender la desocupación como carencia o como pérdida. Decantarnos por esta segunda opción es establecer un diálogo de adultos, repartir responsabilidades, gestionar conocimientos, abrir espacios donde construir relatos significativos que den lugar a nuevas posibilidades. En definitiva, el reto está en la mirada y en las acciones que se derivan de ella, sin esperar que el sujeto haga esto o intervenir para que haga lo otro. Una mirada crítica y comprometida que no pierde de vista el contexto.
- Herramientas: Cada época pone en marcha los recursos para lidiar con sus inclemencias, mejor vamos a decir: características. En relación con esa llamada a la responsabilidad, al concepto de empleabilidad y a las competencias asociadas el coaching, el mentoring, el mindfulness y las referencias al Ikigai son herramientas excelentes.
Fuentes de información
Z. Bauman (2006) "Vida líquida". Paidós
Byung-Chul Hang (2017) "La agonía del Eros". Herder
Sennett (2015) "La corrosión del carácter". Anagrama
Johnatan Rauch "Por qué la vida mejora a partir de los 50"
Z. Bauman (2006) "Vida líquida". Paidós
Byung-Chul Hang (2017) "La agonía del Eros". Herder
Sennett (2015) "La corrosión del carácter". Anagrama
Johnatan Rauch "Por qué la vida mejora a partir de los 50"