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Una bola de cristal para resolver el futuro académico
Artículo de opinión
Y cuando se trata de temas tan fundamentales como la educación, es necesario tener la certeza de que disponemos de todos los datos que nos permitirán valorar de forma razonada nuestras decisiones. Por eso es tan recomendable que las universidades y escuelas de negocio concurran a ferias educativas: para el asistente es muy recomendable, puesto que en un mismo día y un solo lugar se obtiene información relevante de todas las universidades o escuelas en las que se pueda tener interés.
Y para los centros educativos, los salones de educación son un pilar básico en sus estrategias de marketing y captación de alumnos. En un solo día pueden conocer las demandas de los posibles futuros alumnos: qué valoran más, qué tipo de centros docentes están buscando, cuáles son los grados y másteres que les interesan, etc. Pero, para valorar su presencia o no en estos salones y que el estar en ellos les sea rentable, los centros han de tener en cuenta unos criterios básicos: de qué recursos disponen para captar alumnos, cómo desean hacerlo y cuánto tiempo tienen para ello.
Entre otras muchas ventajas, las ferias de formación suponen un importante ahorro de tiempo también para los centros. En un mismo lugar y durante solo unas horas pueden llegar a un importante sector de su público objetivo, dedicando menos recursos de los que destinarían si tuvieran que dirigirse a cada visitante uno por uno. Pero además, el contacto directo y personalizado de los centros con cada alumno durante la celebración del salón, permitirá un intercambio de sinergias positivo para las dos partes que, en una comunicación por otra vía, no sería posible. Se entabla una relación más fructífera para todos.
Otro de los motivos por los que es interesante que los centros acudan a estas ferias de orientación es la información de calidad que los asistentes reciben: en los salones educativos se les hace una asesoría ad hoc, específica para cada demandante. El asistente a ferias de formación obtiene toda la información relevante de un centro educativo pero, lo que es más importante, obtiene la información que él necesita: pregunta todas sus dudas, que resuelven de forma personalizada los responsables de los stands sin necesidad de acudir una y otra vez a diferentes fuentes en busca de información.
Es el caso, por ejemplo, de las ferias que organiza Círculo Formación: UNITOUR y FIEP. El Salón de Orientación Universitaria UNITOUR recorre 24 ciudades españolas, 5 italianas, una portuguesa y Andorra, para dar a conocer a los estudiantes de bachillerato la oferta formativa existente, y para resolver de forma personalizada todas sus dudas sobre su formación superior: pruebas de acceso, becas, planes de estudios, etc. Por su parte, la Feria Internacional de Estudios de Postgrado FIEP, que está presente en 16 ciudades latinoamericanas, 12 españolas, una italiana y una portuguesa, asesora a los recién licenciados y jóvenes profesionales interesados en cursar un máster.
Como si de una bola de cristal se tratara, los alumnos ven en poco tiempo todos los temas que conciernen a su futuro académico y profesional, lo que garantiza su interés y su asistencia a este tipo de ferias.
Así, estos espacios resultan verdaderamente útiles para orientarse académica y profesionalmente porque ayudan al asistente a replantearse sus inquietudes y a conocer en profundidad sus necesidades, además de obtener de forma precisa toda la información que necesita. Y todo lo que sea positivo para el futuro alumno o candidato lo es también, por supuesto, para la escuela o universidad.
El vínculo directo que entablan los orientadores con los estudiantes les ayuda a evaluar su trabajo: pueden saber en qué áreas necesitan más apoyo en función de sus preguntas, descubren la opinión que los jóvenes tienen sobre sí mismos para poder ayudarles de forma más profunda, en qué tipo de universidad quieren estudiar, cuáles son sus metas profesionales, etc. Y ese contacto directo que han establecido posibilitará un seguimiento personalizado para saber en cada momento si este tipo de estrategias han tenido éxito o no.
El candidato que acude a recibir orientación no tiene que hacer ningún esfuerzo: obtiene lo que necesita de forma rápida y cómoda, pero no cabe duda de que con una labor previa de reflexión sobre las cuestiones que le inquietan la feria será mucho más provechosa. Si el alumno se encuentra completamente perdido, es más difícil ofrecerle una orientación, puesto que no sabe qué necesita ni qué puede preguntar.
Por eso, cuando el estudiante acude con algunas ideas previas sobre lo que necesita y preguntas concretas para hacer a los centros –preguntas que le ayuden a conocerse y a saber qué quiere estudiar: ¿qué áreas de conocimiento me interesan?, ¿cuáles son mis principales habilidades?, ¿en qué tipo de empresa me gustaría trabajar?-, saldrá de la feria con una percepción muy positiva: con unas ideas más claras sobre su futura formación y sin dudas que le hagan escorarse hacia una dirección equivocada.
Parte de esta labor puede hacerse en los centros educativos: es importante que los servicios de orientación ayuden a sus alumnos a realizar previamente ese ejercicio de autoconocimiento, sabiendo quiénes son, cuáles son sus habilidades y cuáles sus necesidades, etc.
Como conclusión de todo lo expuesto, animamos vivamente a todos aquellos que se encuentren en la encrucijada de decidir qué grado o postgrado elegir, que acudan a salones educativos para despejar sus dudas y así poder dibujar de una forma mucho más clara su próximo futuro profesional.
Y a las escuelas de negocio y universidades les recomendamos que acudan a estas ferias con los deberes bien hechos: orientadores que sepan explicar bien sus ofertas, stands atractivos y cómodos para los que acuden a buscar información; buenos folletos y soportes promocionales, etc; en definitiva, una interesante puesta en escena que ponga en valor su oferta formativa.
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