Cursos tutorizados, MOOCS (Massive Online Open Courses), SPOOCS (Small Private Online Course) y micro formaciones con la app Edupills han sido, entre otros, los métodos con los que los profesores han aprendido a relacionarse con las nuevas tecnologías. Pero…, ¿quedarán estos métodos obsoletos en unos años? A continuación analizamos algunas posibles tendencias futuristas que nuestros nietos (o bisnietos) podrán disfrutar para formarse.
1.Las redes sociales
Tal vez incluso no haga falta mirar tan lejos. Hoy por hoy las generaciones están viviendo un cambio respecto al cómo se estudiaba hace unos años. Los ordenadores en el aula están al orden del día, y con ellos las posibilidades de distracción para el alumnado con las redes sociales -entre otras- son infinitas. ¿Qué pasaría si le diéramos la vuelta a la situación?
Las redes sociales pueden ser un medio de comunicación muy eficaz para motivar a los alumnos a implicarse en la materia. Un ejemplo de esto se vivió en 2009 en la Universidad de California. En un curso de literatura en el que se estudiaba el libro Twilight (Crepúsculo) de Stephenie Meyer, se propuso a cada uno de los estudiantes crear un perfil en Twitter que representase a alguno de los protagonistas de la saga. De esta manera se consiguió recrear la historia e implicar a los alumnos en el estudio de la materia.
Otro buen ejemplo sobre cómo pueden ser aplicadas las redes sociales en el estudio es la iniciativa llevada también en 2009 por Mediaflop. Este grupo recreó de manera cronológica los acontecimientos del 23-F por Twitter, de manera que se podían conocer los detalles exactos de lo sucedido aquel día a través su perfil. ¿Imaginas esto mismo aplicado en una clase de historia en la que cada grupo de alumnos representase un bando de la II Guerra Mundial?
2. La realidad aumentada y la realidad virtual
Si bien las redes sociales ya son una realidad en nuestra sociedad, la realidad aumentada aún tiene que dar un paso adelante para consolidarse como medio para la enseñanza. Los horizontes a los que puede aspirar el sector educativo, sin embargo, no tienen límites.
Indudablemente el poder de la interacción para recrear un momento de la historia como el comentado en el punto anterior puede motivar a los alumnos a implicarse en la materia.
Ahora bien, el poder ver a través de unas gafas de realidad virtual el desembarco de Normandía o presenciar al detalle a través de la realidad aumentada las entrañas del cuerpo humano mientras se da una lección, supone elevar la educación al siguiente nivel.
Un ejemplo de esto es el Expeditions Pioneer Program de Google, una iniciativa que ayuda a los docentes a trasladar a cualquier parte del mundo a sus alumnos, de manera que, por ejemplo, se puede explicar al alumnado aspectos la cultura india desde el corazón de Nueva Delhi.
3. Pantallas flexibles
El adiós del papel puede parecer una utopía que lleva más de una década anunciándose, pero su desaparición está hoy más cerca que nunca. Si bien durante los últimos años se han ido sustituyendo progresivamente los folios por ordenadores o tablets como método para tomar apuntes, en un futuro las pantallas flexibles pueden dominar las aulas.
Esta tecnología, basada en pantallas OLED, podrá incluso llegar a dotar a los estudiantes de la posibilidad de disponer de un dispositivo con la tecnología de una tablet y la ligereza de un papel. Un método que aunaría innovación con tradición y permitiría realizar un esquema a mano en un dispositivo electrónico, a la vez que se busca información en internet para, tras acabar la lección, simplemente doblar o enrollar el dispositivo y volver a casa.
Augurar cuándo llegarán las pantallas flexibles a las aulas resulta aún imposible, pero ya existen diferentes empresas tecnológicas como Microsoft o Samsung que están estudiando su posible implementación en smartphones. Un futuro con pantallas extrafinas en vez de papel resulta hoy por hoy inimaginable, pero a la vez es cada día más probable.
4. El profesor, ¿futuro guía?
Aventurándonos a un futuro más lejano, existen miles de teorías sobre cómo será la educación en unas décadas. Y viendo el ritmo de evolución de la sociedad y la tecnología, casi ninguna de ellas es descartable. Lo que parece prácticamente indiscutible es que con la innovación tecnológica el papel del profesor en el aula cambiará.
En 2016, en el instituto de secundaria japonés Soshi se empezó a utilizar a "Pepper", el primer robot androide capaz de expresar y entender emociones, para ayudar al alumnado a mejorar su inglés. En junio de ese mismo año, el Technical College de la Universidad de Londres anunció también su intención de incluir a "Pepper" como apoyo al docente para asignaturas de diseño e ingeniería.
¿Pueden sustituir los robots a los docentes en un futuro? Tal vez sí, o tal vez no. El tiempo lo dirá, pero hoy por hoy los expertos parecen descartar esa idea, al menos, a corto plazo. En las encuestas realizadas en 2015 a más de 1500 miembros de World Innovation Summit for Education (WISE) por parte de Gallup, un 78% de los expertos aseguraron que era mejor invertir en profesores de calidad antes que en innovación tecnológica. A su vez, un 74% apuntó que la tecnología ayudaba a los estudiantes a aprender mejor, y 7 de cada 10 coincidieron en que el rol del profesor evolucionará al de ser guía educativo del alumno por internet u otras vías tecnológicas para alcanzar el nivel de conocimiento adecuado.
Sin embargo, en una infografía publicada por este mismo organismo en 2017 se aseguró que tan sólo un 40% del profesorado utiliza las TIC como parte de su práctica docente, por lo que el cambio de modelo educativo parece estar aún en fase embrionaria.
5. Los cambios en el aula: el ejemplo español
En 2017 el CEIP José Hierro de Madrid inauguró el primer aula "maker" de España. Se trata de un espacio dedicado al aprendizaje a través de proyectos tecnológicos, en el que el alumnado puede mediante diferentes herramientas entrar en contacto con áreas como la computación, la programación o la robótica.
Por otro lado, con esta aula también se pretende fomentar las habilidades de creación, reflexión y discusión del alumnado. Para ello, se ha dividido el aula en cuatro grandes espacios. En ellos se encuentran pufs de colores que invitan a reflexionar, mesas redondas para dialogar, un espacio con una gran pantalla para exponer proyectos a la vez que se trabaja de forma simultánea con diferentes ordenadores, y por último una impresora en 3d con la que las ideas y trabajos de los alumnos se harán realidad.
Para poder articular una educación eficaz en una clase de estas características, la dirección y los docentes del José Hierro han recibido una formación especial con tal de conseguir explotar todas las posibilidades que les brinda este lugar. En conexión con el punto 4, esta pequeña revolución parece corroborar que poco a poco el papel del profesor en el aula dejará de ser el de transmisor del conocimiento, para convertirse en un guía hacia el saber.