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¿Cómo son los nuevos funcionarios?

Artículo de opinión

  • 28/09/2017

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Ángela de las Heras, Jefa de Estudios del área de oposiciones del Centro de Estudios Financieros (Madrid)
Las cifras de la última oferta de Empleo Público han supuesto un hito importante en el camino de su recuperación, tras las penurias de los pasados años. Y no sólo por el número de plazas convocadas, uno de los más elevados de los últimos tiempos, sino porque además ya avanza cómo va a ser parte de la planificación del año próximo. Un hecho insólito y que hace abrigar fundadas esperanzas acerca del futuro inmediato del Empleo Público en España.

Por otra parte, la presente convocatoria hace hincapié, entre otros, en dos aspectos decisivos para la mejora de nuestra Administración: la especial atención a los cuerpos que atienden a los ciudadanos y su apuesta por la digitalización y modernización. Este reto por la mejora necesita imperiosamente apoyarse en un cuerpo funcionarial cada vez más implicado y plenamente consciente de la importancia de la labor que desarrolla; nada menos que garantizar el buen funcionamiento de ese enorme organismo que es la Administración. Es momento de preguntarnos qué cualidades, competencias y valores debe reunir el buen funcionario, para acabar con las ideas preconcebidas y lograr el reconocimiento que sin duda merecen.

El funcionario que inicie su labor en los cuerpos administrativos va a necesitar sin duda de un proceso de adaptación. No siempre es fácil encajar en una maquinaria grande y compleja como es la administración, donde abundan los procesos, procedimientos y una operativa en ocasiones no todo lo ágil que sería deseable. Acostumbrarse a esa dinámica de trabajo requiere buenas dosis de orden y metodología, rigor, disciplina y sistematización en sus tareas. También habilidades sociales y de trabajo en equipo, una de las claves para que el funcionario público lleve a buen término su trabajo. Por último, los nuevos métodos de trabajo y la revolución tecnológica en la que nos hallamos inmersos también exigen al funcionario de nuevo cuño destrezas digitales que doten a sus actuaciones de una mayor frescura y efectividad.

Y es que estos factores hemos de añadir otro aspecto muy importante: la proactividad. El buen funcionario debe ser respetuoso y disciplinado, pero en ningún caso conformista o sumiso. Debe demostrar su inquietud por mejorar las cosas y aportar nuevas visiones y formas de trabajar dentro de sus posibilidades y de su radio de acción. Cada nuevo servidor público ha de convertirse en una gota de la nueva savia que ha de impregnar nuestra Administración en busca de un progresivo marco de excelencia y de modernización.

Otro aspecto ineludible es el de los valores que han de caracterizar al buen funcionario. Será difícil que un servidor público desarrolle su labor a la perfección sin una vocación de servicio y un deseo permanente de que todo funcione correctamente para que el ciudadano se sienta respaldado por esos organismos oficiales que él contribuye a mantener. Podríamos en este caso hablar de empatía, una cualidad necesaria en todos los órdenes de la vida pero que en quien trabaja al servicio del Estado adquiere una dimensión especialmente relevante. Ponerse en la piel del ciudadano, a menudo preocupado o desconocedor de los entresijos burocráticos, hará del funcionario un buen profesional.

La nueva oferta de empleo público, más amplia que en años anteriores, abarca un buen número de cuerpos, incluidos algunos que no se convocaban desde hace varios años.  Quien se plantee preparar una oposición tendrá a su disposición una oferta muy variada para, según sus capacidades, estudios o vocación, emprender ese camino que le va a exigir una ardua preparación. Para aquellos que cumplan con los requisitos que hemos comentado, se les puede abrir  una vía profesional que le permitirá cubrir sus expectativas profesionales. Más allá de las condiciones laborales especiales de las que disfrutan los funcionarios, podrá contribuir a que el país funcione. No es mala recompensa. 

Posiblemente, el rasgo más destacado de la presente oferta al margen de sus cifras es el hecho de que ya avanza parte de la planificación de la de 2018 –respecto a determinadas plazas que han quedado sin cubrir, así como de provisiones de jubilaciones y excedencias-  sin necesidad de esperar a la próxima Ley de Presupuestos.  Se trata de un hecho inédito en anteriores años y que denota una mayor estabilidad y consistencia.