Monzón ha explicado que el ranking busca, entre sus objetivos principales, "ayudar a que la universidad sea lo más provechosa posible para la sociedad", al mismo tiempo que sirve de utilidad tanto a la universidad como a los diferentes agentes implicados: alumnado, profesorado, familia, etc.
En una línea parecida se ha expresado Martí Parellada, director del Ranking CYD y catedrático en la Universidad de Barcelona especializado en universidad y crecimiento: "Queremos que sea un ranking que impulse a la participación y sea cada vez más usado. Es un medio para que los estudiantes tengan el mejor conocimiento para optar".
Tanto Monzón como Parellada han insistido mucho en que el Ranking CYD no constituye una clasificación al uso, pues no dice qué universidad es mejor o peor que las demás, sino qué centro académico ha destacado en qué indicadores; y que la valoración de mejor o peor depende de las necesidades e intereses de quienes desean acceder a la formación superior. Aclarado este punto, Parellada ha ofrecido algunos datos que hacen del Ranking CYD "el mejor análisis del estado" según Rafael Fontana, miembro del patronado de la Fundación CYD y representante de Cuatrecasas, el bufete de abogados que ha acogido la presentación del evento.
El Ranking CYD analiza cinco dimensiones –Enseñanza y Aprendizaje, Investigación, Transferencia del conocimiento, Orientación Internacional y Contribución al desarrollo regional-, cada una de las cuales incluye una serie de indicadores, hasta sumar un total de 33. Los resultados del análisis de dichos indicadores en 69 universidades españolas se han agrupado, a su vez, en tres tramos: grupos de mayor rendimiento relativo, grupos de rendimiento intermedio y grupos de menor rendimiento relativo.
Por universidades, por ejemplo, se observa que las instituciones académicas que han obtenido más indicadores en el grupo de mayor rendimiento relativo son, por este orden: la Universitat Autònoma de Barcelona (24), la Universitat Pompeu Fabra (24), la Universidad de Navarra (20), la Universitat de Barcelona (18), la Universitat Rovira i Virgili (17), la Universidad de Deusto (16), la Mondragon Unibertsitatea (16) y la Universitat Ramon Llull (16). Ahora bien, el ranking permite una búsqueda personalizada de los datos, de tal manera que se pueda saber en qué indicadores destaca concretamente cada universidad.
Por ámbitos de conocimiento, las personas interesadas pueden ver cómo puntúan los diferentes ítems en las áreas de conocimiento de Biología, Empresariales, Economía, Física, Historia, Ingeniería Informática, Ingeniería Civil, Ingeniería Eléctrica, Ingeniería Industrial/Producción, Ingeniería Mecánica, Ingeniería Química, Matemáticas, Medicina, Psicología, Química, Sociología y Trabajo Social.
Finalmente, el ranking también permite extraer los resultados por Comunidades Autónomas obtenidos de la agregación de los datos del conjunto de las universidades de cada territorio. Este análisis revela que las regiones con un mayor número de indicadores de mayor rendimiento relativo son Catalunya (25), Navarra (22), Madrid (22), Aragón (17) y País Vasco (15). Ahora bien, todo depende de lo que se busque. Por poner un par de ejemplos: si interesa la dimensión de Enseñanza y Aprendizaje, las que suman más indicadores de mayor rendimiento relativo son Aragón, Navarra y Castilla y León; si se busca la Transferencia del Conocimiento, Aragón, Catalunya y Madrid.
España, fuerte en la contribución de la universidad al desarrollo regional
Los promotores del ranking han apuntado también algunos rasgos del sistema universitario español en su conjunto, que según ellos se caracteriza por su diversidad y pluralidad. "Tiene mucho potencial por desarrollar y capacidad para poner en valor", ha destacado también Javier Monzón durante la presentación.
Ahora bien, si se observa el lugar de España en el U-Multirank 2017, un ranking promovido por la Comisión Europea en el que participan 1.497 universidades de todo el mundo, se observa que el sistema universitario español destaca sobre todo por su Contribución al desarrollo regional (66% de las universidades se sitúan por encima del promedio) y Enseñanza y Aprendizaje (51%), mientras que ocupa un lugar más bajo en Orientación internacional (40%), Investigación (37%) y Transferencia del conocimiento (27%).
Entre las tablas mostradas por Martí Parellada durante su intervención, también se ha observado que España presenta porcentajes inferiores al resto de universidades en los primeros grupos de rendimiento, salvo en la tasa de graduación de másteres, manejo de fondos privados, patentes de empresas privadas, ingresos de formación continua, movilidad de estudiantes, prácticas en empresas de la región, fondos de investigación regionales y publicaciones regionales.
Puntos fuertes y débiles de los rankings
Tras la exposición de los datos, ha tenido lugar una mesa redonda en la que representantes de diferentes sectores han expuesto su opinión sobre el valor y la utilidad de los rankings. Existe un consenso generalizado en que este tipo de clasificaciones han venido para quedarse y que, con el tiempo, serán más diversos y completos.
Ahora bien, todos los ponentes han insistido en que han de ser analizados con cautela. En este sentido, el Secretario General de Universidades, Jorge Sainz, ha advertido que los rankings "no pueden ser la base de los sistemas de financiación, ahora que se están negociando los contratos programa". Algo parecido ha señalado el director de Estrategia y Desarrollo de la empresa Agbar, Manuel Cermerón, al advertir que estas clasificaciones "deberían ser una entrada más de información en la toma de decisiones".
Entre los puntos más favorables, el rector de la Universitat Ramon Llull, Josep Maria Garrell, ha destacado que, gracias a los rankings, hemos entrado "en la cultura del medir y comparar. También nos han hecho más humildes. Estimulan nuestro sentido crítico y nos obligan a mejorar", entre otros aspectos.
El presidente del Consejo Social de la Universitat Politècnica de Catalunya, Ramon Carbonell, ha sido probablemente quien mejor ha expresado el cambio de perspectiva respecto a este tipo de instrumentos, al reconocer que antes los ignoraban o menospreciaban, mientras que ahora se tienen más en cuenta, pues permiten "gestionar la competencia en un mercado escaso".
Finalmente, ha tomado la palabra Manuel Assunçao, presidente de la European University Continuing Education Network (EUCEN), quien ha destacado bondades como la rendición de cuentas y la oportunidad de fomentar el autoconocimiento propio y el benchmarking o comparación de indicadores, pero también ha advertido su mediatización y politización. No en vano, a lo largo de la presentación se ha criticado a los medios de comunicación, por su afán de buscar ganadores y perdedores, y los departamentos de marketing de las universidades, más preocupado por su imagen que por su afán de servicio.
Assunçao ha recalcado también la importancia de la fiabilidad, la calidad de los datos y la metodología, algo en lo que ya había incidido antes el rector de la Universitat Ramon Llull. Y ha recuperado una idea que ha presidido toda la sesión: que no hay universidades mejores en todo, y que eso "obliga [a los usuarios del ranking] a tener objetivos propios. ¿Para qué queremos mirar?". Todo ello requiere una cultura de la transparencia y obliga a las partes interesadas a saber interpretar los rankings. Sólo así se convertirán en un auténtico servicio público.