Las cadenas globales de valor (global value chains) hacen referencia al proceso por el cual las diferentes fases de elaboración de un producto (diseño, producción, comercialización, ventas, etc.) se realizan por trabajadores procedentes de diferentes países. Estas cadenas globales de valor (CGV) han de tenerse muy en cuenta, pues "los países que mostraron el mayor aumento de participación en CGV durante el periodo 1995-2011 han obtenido un crecimiento anual adicional de productividad laboral de la industria". El porcentaje oscila entre el 0,8% y el 2,2%, siendo el más elevado en las industrias de mayor potencial, como las dedicadas a las manufacturas de alta tecnología.
La OCDE también ha observado que la mejora de las competencias de los trabajadores contribuye a la participación en los mercados globales y a la especialización en industrias tecnológicamente avanzadas. Al mismo tiempo, la adquisición de competencias permite hacer frente a los efectos negativos de las cadenas globales de valor, como la deslocalización de la producción, ya que permite a los empleados adaptarse más fácilmente a los cambios, desarrollarse en sus actividades y conseguir puestos de trabajo de mayor calidad y remuneración. Y, por supuesto, invertir en formación contribuye a la mejora de la competitividad y el progreso económico del país.
Ahora bien, todavía queda un largo camino para conseguir un desempeño óptimo en determinadas competencias básicas. Así, la OCDE advierte que más de 200 millones de adultos pertenecientes a alguno de los 35 países que integran la organización posee escasas aptitudes en alfabetismo y aritmética (uno de cada cuatro aproximadamente), y el 60% de ellos carece de ambos tipos de competencias.
Una combinación de competencias cognitivas, sociales y emocionales
Sin negar la importancia de aumentar las competencias de la población adulta, todavía resulta complicado saber cuáles de ellas son las que más contribuyen a integrarse y desarrollarse en mercados globales. En todo caso, parece asentado entre los expertos que el nivel de formación de un país ya no resulta tan determinante como la calidad de las competencias que puede adquirir, su uso efectivo y su adecuada adaptación a la industria.
Basados en encuestas a adultos y la experiencia de los países que mejores resultados han obtenido en la aplicación de las cadenas globales de valor, los autores del informe recomiendan apostar por una combinación de competencias (skills mix). Así, "cada individuo necesita disponer de un alto nivel en mucho tipos de competencias, más que especializarse en una única habilidad". En concreto, son necesarias:
- Competencias cognitivas, esto es, alfabetismo, nociones de cálculo aritmético y capacidad de resolución de problemas, así como una gran capacidad para aprender.
- Competencias sociales y emocionales como capacidad de comunicación y organización.
- Competencias en tecnologías de la información y la comunicación, gestión, marketing y contabilidad, aunque el dominio requerido varía en función del nivel tecnológico y la complejidad de la industria del país.
Mejor formación y más coordinada con el mundo laboral
El informe también incluye algunas recomendaciones para gobiernos y administraciones, como apostar por la formación y la educación. También aconsejan alinear mejor las competencias que se aprenden en los centros formativos con los requerimientos de la industria, para lo cual propone una "colaboración más estrecha entre el sector privado, las instituciones de educación superior y los institutos de investigación". Otras propuestas se centran en favorecer la formación de adultos, eliminando barreras que les impidan acceder a la educación formal y facilitando la compaginación del trabajo y la capacitación.
Los autores del Skills and Global Value Chains también apuntan la necesidad de fomentar la cooperación internacional en las políticas de competencias, ya que de este modo se podría asegurar la calidad y mantener el conocimiento y las competencias que las naciones necesitan para aprovechar las cadenas globales de valor.