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"El Big Data es un instrumento más que hay que saber utilizar, leer e interpretar"

Entrevista

  • 28/02/2017

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Miquel Àngel Prats, Profesor de Tecnología Educativa e investigador responsable del grupo de investigación de Pedagogía, Sociedad, Innovación y TIC en la FPCEE Blanquerna de la Universitat Ramon Llull (Barcelona)
Miquel Àngel Prats (Barcelona, 1970) es maestro, psicopedagogo y doctor en Pedagogía en la Facultad de Psicología , Ciencias de la Educación y el Deporte Blanquerna de la Universitat Ramon Llull en Barcelona.  Es profesor titular de Tecnología Educativa e investigador responsable de la línea eduTIC del Grupo de investigación en Pedagogía, Sociedad e Innovación con el apoyo de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (PSITIC) y asesor pedagógico del Centro de Tecnologías Ituarte de la Fundación Joan XXII. Entre 2008 y 2012 ejerció además como director del ITworldEdu Summit. 

¿Cómo definiría el Big Data y qué importancia cree que tiene para el mundo de la educación?
 
El software y el hardware de procesamiento de datos están cada vez más evolucionados y la tendencia, cada vez más generalizada, es que los sistemas informáticos puedan obtener más datos de los usuarios, de los pacientes, de los alumnos, de los consumidores… Esta tendencia lleva el nombre de Big Data, esto es, el procesamiento de datos que de alguna manera nos ayuda a detectar patrones para poder hacer predicciones sobre la toma de decisiones.
 
En el caso educativo, imaginemos los posibles patrones de datos que puede generar un alumno desde que entra en el sistema educativo y va evolucionando curso tras curso. Si nosotros, que hemos profesionalizado de alguna manera la tarea educativa y cada vez la tenemos más informatizada, si recogemos esos datos año tras año, cada vez tenemos más información de esa persona, y esa información, bien utilizada, permite detectar patrones de comportamiento y aprendizaje y realizar posibles predicciones sobre el alumno. Y, en el fondo, lo que conseguimos primordialmente con el Big Data es aproximarnos a una mejor personalización de las necesidades de aprendizaje del alumno.
 
Parece que podría ser de gran ayuda para los profesionales de la orientación, teniendo en cuenta que estos intentan ofrecer una atención adaptada a las necesidades de cada persona…
 
De cara al profesional de la orientación, la ventaja es muy competitiva. Pero cuidado, uno de los errores que podríamos llegar a cometer es confiar única y exclusivamente en los datos que nos pueden llegar a dar este tipo de predicciones. Podríamos equivocarnos al pensar que sólo con esa información es suficiente. Por lo tanto, en el fondo, el Big Data es un dato más, un instrumento más; muy potente, evidentemente, porque son datos objetivos que tenemos, pero hemos de tener en cuenta que las personas son dinámicas, pueden cambiar y están sometidas a la presión del entorno. Por lo tanto, hay que tener en cuenta el contexto de esa persona, conocerla y contrastar.
 
Por ejemplo, si nosotros tenemos una serie de pruebas que hemos realizado a un adolescente que requiere orientación sobre su carrera, pero también su expediente académico y entrevistas que hemos hecho a sus profesores, familiares y compañeros, todo eso es muy rico. Fiarse única y exclusivamente de una única fuente de datos sería un error. En el fondo, el Big Data es un instrumento más que hay que saber utilizar, leer e interpretar.
 
¿Existen otras ventajas menos evidentes?
 
Creo que llegaremos a llevarnos sorpresas cuando crucemos los datos. Ese es el verdadero fenómeno del Big Data. Por ejemplo, datos académicos con datos de salud. Si, haciendo un poco de esfuerzo de creatividad, cruzamos ambos resultados, podemos llegar a correlacionar que un alumno que tienen un buen rendimiento académico es también un estudiante que hace deporte y tiene una alimentación saludable.
 
Cuando comencemos a cruzar datos de Big Data de diferente naturaleza podremos llegar a conclusiones muy interesantes a nivel de correlaciones. Los datos intra, de naturaleza académica, ya son muy interesantes; con datos inter-naturaleza, esto es, de otra naturaleza, los serán todavía más.
  
¿Y los inconvenientes? ¿No hay peligro de caer en el determinismo, esto es, pensar que basta con conocer en detalle las acciones de una persona para predecir su comportamiento?
 
Lo que tenemos es sobre todo tendencias. Eso es bueno, porque nos da alguna pista de entrada, no partimos de cero. Pero, vuelvo a repetir, hay que ir contrastando y afinando. Es como cuando sintonizamos la radio. No basta sólo con captar el dial, sino que hay que afinar la antena o localizar más dígitos para escuchar con el máximo de calidad.
 
¿Y qué me dice de la privacidad? ¿Qué ocurre con la información que no es pertinente para la enseñanza o la orientación?
 
Claro, la pregunta es hasta qué punto podemos llegar a trabajar con confidencialidad, privacidad y reserva todo esto.  Porque el Big Data puede llegar a contener el ADN de la persona y puede generar muchos problemas éticos y legales, y la persona, ante todo, merece el máximo respeto. Por tanto, los inconvenientes vendrán por el uso que se haga o se pueda llegar a hacer de todo ello.  Ahora más que nunca se pone de manifiesto que la información es poder. Y la ética tiene que ser un principio básico a ejercer.
 
¿Existen estudios que hayan evaluado los beneficios reales del tratamiento masivo de datos?
 
Yo, de entrada, los desconozco. Es un mundo en el que todavía se está explorando, y en campos por separado. La verdadera revolución, como digo, vendrá cuando podamos cruzar datos del mundo educativo con el sanitario, el laboral o el económico-financiero… Y las herramientas tecnológicas sean más populares.
 
¿Y podría mencionar algunos casos de buenas prácticas?
 
No conozco, pero los informes Horizon realizados por el New Media Consortim y la organización sin ánimo Educase Learning Initiative contienen una sección dedicada a Big Data que puede aportar luz en este sentido.
 
¿Qué competencias debería adquirir un profesional de la orientación para aprovechar al máximo las posibilidades del Big Data?
 
Creo que sobre todo debe saber leer los datos e interpretarlos. Que no es nada más que lo que ya está haciendo ahora, en el fondo. Es saber leer la información, organizarla, categorizarla e interpretarla. También debe tener la suficiente capacidad para saber buscar otras fuentes de información y contrastar. Por no hablar, lógicamente, de que el Big Data reclama la adquisición y dominio de competencias digitales.
 
¿Y no requeriría también más competencias éticas sobre temas tan delicados?
 
Evidentemente. Los orientadores profesionales serán las personas que tocarán material muy frágil y tendrán los pequeños tesoros, los pequeños cofres de la información de las personas. De alguna manera, el Big Data deberíamos imaginarlo como una mina en bruto (minería de datos), de manera que, en función del pico y cómo trabajes, van saliendo diamantes. El orientador es aquél que es capaz de convertir la información bruta en diamantes. Y por eso debe saber leer e interpretar y saber salvaguardar, sobre todo, la privacidad de las personas.
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