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Las responsabilidades de la función directiva: una experiencia

Artículo de opinión

  • 10/11/2016

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Cristina Eugenia Soto Cócera, Directora CEIP Mare de Déu dels Xics (La Font de la Figuera, Valencia)
En primer lugar, quisiera presentarme profesionalmente. Llevo 29 años de servicio en centros públicos de Educación Infantil y Primaria. Trabajo en el mismo centro desde 1989 y he sido miembro del equipo directivo en diferentes ocasiones y cargos: primero fui Jefe de estudios durante 4 años, después directora durante dos legislaturas, dejé el equipo directivo por  motivos familiares durante dos cursos y de nuevo fui Jefe de estudios durante 8 años más. y desde 2011 y hasta el curso 2020 vuelvo a ejercer de  directora, categoría que con efectos administrativos tengo desde enero de 2003. En resumen, llevo 25 años en el equipo directivo y 13 de ellos como directora.

De las 17 competencias del director que señala el artículo 132 de la LOMCE, me quedo con la última: "p) cualesquiera otras que le sean encomendadas por la Administración educativa".

Efectivamente, los directores hacemos de 'todo': somos representantes del centro y de la administración; dirigimos y coordinamos actividades;  promovemos e impulsamos proyectos y planes de mejora;  garantizamos el cumplimiento de la normativa; todo el personal  adscrito al centro depende de nosotros; favorecemos la convivencia y mediamos en la resolución de conflictos; impulsamos la colaboración con las familias, las instituciones, asociaciones, etc. y fomentamos un clima escolar que favorezca el estudio y el desarrollo integral de los alumnos y alumnas; impulsamos evaluaciones internas y colaboramos en las externas y en la evaluación del profesorado;  convocamos y presidimos los actos académicos, el Consejo Escolar y el Claustro y ejecutamos los acuerdos adoptados; realizamos la contratación de obras, servicios y suministros y autorizamos gastos, ordenamos los pagos y visamos las certificaciones y documentos oficiales; proponemos el nombramiento y cese del equipo directivo; elaboramos y aprobamos la programación general anual; decidimos sobre la admisión de alumnos y alumnas; aprobamos la obtención de recursos complementarios y fijamos las directrices para la colaboración, con fines educativos y culturales, con las Administraciones locales, con otros centros, entidades y organismos.

Además, en mi caso, coordino la acción formativa, los proyectos de formación en centro,  los proyectos de innovación; los horarios y su puesta en funcionamiento; animo a los maestros y maestras para que incorporen en su práctica diaria acciones educativas novedosas; me ocupo del blog del centro (cuando lo hemos puesto en funcionamiento); reviso las instalaciones y el material,  etc.

Pero es esa última la que realmente define nuestra función «cualquier otra encomendada por la Administración» y yo añadiría encomendada por las familias, Ayuntamientos y por la sociedad en general, ya que desarrollamos tareas tan variadas como ser psicólogos, abogados, asistentes sociales, economistas, fontaneros, informáticos, técnicos de sonido, de reprografía, etc.; registradores de la propiedad (léase banco de libros), arquitectos, enfermeros, gestores, etc., sin olvidar que también hemos de ser maestros y dar clase.

No creo que ninguno de los directores, pensáramos cuando accedimos al cargo que teníamos que saber tanto y de tantos temas, y ejercerlos todos al mismo tiempo, y además sin la preparación adecuada.

No sólo esa preparación para la dirección tendría que formar parte específica de la formación del cuerpo de maestros, sino que debería profesionalizarse. Compaginar la dirección con el aula es en ocasiones una tarea difícil, sobre todo cuando te requieren como cargo directivo y tú estas atendiendo al alumnado. Los directores, para no perder la perspectiva del aula, en todo caso deberían 'apoyar' al resto del profesorado, pero no ser tutores, generalistas o especialistas,  ya que a veces hemos de descuidar a un grupo de alumnos en beneficio de la colectividad.

Los directores somos, si cabe,  más vocacionales que los maestros, ya que, si te planteas toda la responsabilidad que recae sobre nosotros y sobre nuestras actuaciones, es posible que los centros se quedaran sin representantes legales, y si bien es verdad que el barco no se hundiría, seguramente iría a la deriva y sin rumbo.

Todo esto provoca un estrés añadido a nuestro trabajo, pero si tuviéramos los recursos necesarios y el apoyo de la administración es posible que fuera un poco más sencillo gestionar la ansiedad que en ocasiones provoca el ejercicio de la dirección. Cada día llegas al centro, con la intención de... y cada día surgen nuevas cosas que te llevan a... Nunca hay dos días iguales y no  acabas con la burocracia, que va en aumento y en detrimento de la educación propiamente dicha.

Falta mucho por hacer, los directores tenemos voluntad, somos entusiastas, creemos en lo que hacemos... pero no estaría de más que las familias, los Ayuntamientos, las AMPAs, la Administración, mencionada ya con anterioridad y hasta del propio Claustro, contribuyeran al trabajo que desarrollamos. De todos depende el éxito del proceso educativo y cada uno debemos asumir la parte que nos corresponde y no "descargar" la responsabilidad en los otros, en muchos casos en los directores.

A mí, personalmente, me encanta la función directiva, creo que puedo aportar mi experiencia, mi trabajo y mi ilusión al servicio de la Comunidad Educativa a la que pertenezco e incluso al sistema educativo en general, y creo que gracias a mis compañeros y compañeras, directores y directoras de los centros, llevamos adelante una educación pública de calidad y con perspectivas de mejora. Sigamos luchando y trabajando en beneficio de la educación, ya que somos un pilar básico de las sociedades del futuro.
 
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