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Necesidad y exigencia de un cambio cultural en la dirección escolar

Artículo de opinión

  • 10/11/2016

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Maria Amparo Calatayud Salom, Profesora Titular en el Dpto. de Didáctica y Organización Escolar (Universidad de Valencia)
Inicio este  articulo tomando prestadas las palabras de Ball (1989) que ponen de relieve, en su célebre obra sobre la micropolítica de la escuela, lo importante que es el papel del director para la comprensión de la vida de la institución escolar y, por consiguiente, su transcendental papel en desvelar sus entresijos (la cultura organizativa, los conflictos, las tensiones, el clima, etc.)
 
En los últimos años y desde diversos ámbitos se está incidiendo en la relevancia del director del centro escolar en la configuración de una determinada cultura organizativa, como promotor de los planteamientos institucionales, en los procesos de cambio e innovación, etc. Se trata, por tanto, de un tema en relación con el cual se han planteado numerosas reflexiones relacionadas con la redefinición que conlleva el papel del director, su formación, las estrategias de actuación más adecuadas de su intervención, las funciones que ha de desempeñar, etc. (Valle, 2012). Si bien, se ha escrito mucho al respecto aún perdura una imagen del director como burócrata de la administración educativa.
 
En este momento, más que nunca, es necesario un cambio cultural en el discurso y en la práctica directiva. Es obvio que el contexto social, económico y cultural de hoy exige nuevas y diferentes funciones tanto para las organizaciones escolares como para la función directiva. El director se encuentra ante la problemática de dirigir a organizaciones escolares cada vez más autónomas y complejas que reclaman nuevos retos a la función directiva, dado que nos dirigimos hacia organizaciones que presentan determinadas connotaciones. De entre ellas destacamos, las siguientes:
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones más creativas, con culturas más colaborativas y participativas.
 
-De macroorganizaciones burocráticas y rígidas hacia organizaciones más flexibles, con mayor grado de autonomía que les permita desarrollar proyectos innovadores y con marcada influencia del contexto.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones que presentan un compromiso con la evaluación como estrategia de mejora y calidad.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones en las que hay que redefinir sus estructuras, funciones y procesos para adaptarse a la diversidad cultural y contextual en la que estamos viviendo.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones en la que la organización informal tendrá mucha más relevancia.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones que consideran al centro educativo como unidad básica del cambio.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones con nuevas coordenadas de espacio y tiempo. 
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones que llegarán a valorarse por el capital intelectual de sus miembros.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones en las que el aprendizaje y el conocimiento se dan en las propias instituciones.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones tendentes a la gestión del conocimiento.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones que presentarán diferencias intercentros, no existiendo la uniformidad organizativa que hay actualmente.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones en las que la dimensión estética o su imagen también serán importantes.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones escolares que presentarán una organización de tipo virtual.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones que se constituirán como agentes educadores más integrados en una red global.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones en las que la dirección será colaborativa e innovadora y logrará conducir a la comunidad educativa hacia la consecución del proyecto institucional compartido, actuando de forma coordinada con los agentes educativos del entorno. Para ello, será crucial el potenciar un liderazgo participativo y transformacional.
 
-Nos dirigimos hacia organizaciones abiertas al entorno que requieren de sistemas flexibles, del compromiso de toda la comunidad educativa y de la disposición de un proyecto educativo propio y compartido (Calatayud, 2010).
 
Instituciones escolares que reclaman una nueva cultura de la dirección que ha de dejar de centrarse en la vertiente de un proceso técnico de gestión administrativa y burocrática del centro para pasar a una idea del director como un agente cultural en el centro, como un participante de la cultura de la institución, como un dinamizador cultural, como impulsor de la investigación de los docentes en el aula y en el centro, como motor del desarrollo profesional docente, como agente promotor de la innovación curricular, etc.
 
En este sentido, recuerdo la aportación de algunos autores, de entre ellos, Antúnez (2000) quien señala que la dirección es el elemento clave para promover o impedir cambios en los centros escolares, tanto por el lugar que ocupa como por la información y relaciones que puede manejar.
 
Un denominador común de los múltiples debates y aportaciones sobre la dirección realizado en los últimos años pone de manifiesto que hay que entender la dirección como un proceso no exclusivamente centrado en aquellos aspectos estructurales y burocráticos sino también, sobre todo, en aquellos más culturales, dado que son ellos los que verdaderamente vertebran la vida organizativa de los centros escolares.
 
Si hay una de las cuestiones que resaltan la mayoría de los estudios referidos a la dirección escolar es la relativa a la gran cantidad de tareas y funciones que realiza un director de un centro. Tareas que se desenvuelven, básicamente en los siguientes ámbitos de actuación: solucionar problemas, tomar una serie de decisiones, hacer uso de su poder, delegación de tareas y desarrollar una serie de acciones directivas. Tareas que en la mayoría de las ocasiones son múltiples y complejas.
 
Además, con el paso del tiempo las tareas se han centrado mayoritariamente en aspectos burocráticos, administrativos, etc. en detrimento de funciones meramente pedagógicas, formativas, de asesoramiento, de innovación y de mejora para la institución escolar.

Indudablemente son muchas las dificultades que acontecen a la función directiva, pero entre ellas, creo que la falta de formación es una pieza clave en este puzzle de las dificultades. Hasta que la formación no incida en aspectos pedagógicos, de innovación, de liderazgo, de cambio, de mejora, de procesos comunicativos, de crear una cultura de colaboración y, lo más importante, la necesidad de pasar de la figura de director al de líder de su organización, nada cambiará. Es decir, se ha de pasar "del poder sobre", al poder "para". Y eso sólo puede ser realidad si se aboga por un director/a que sea:
 
*Líder de su organización, apoyado en un tipo de liderazgo compartido, resonante y pedagógico.
 
*Capaz de orientar el cambio en la escuela asumiendo el reto de que las organizaciones son entidades socialmente construidas.
 
*Que motiva, resuelve conflictos, transforma la cultura de la organización.
 
*Aprende a liderar desde las relaciones interpersonales entre los miembros de la organización y no desde la cúspide de la pirámide.
 
*Participativo, basado en un estilo de discusión y buscando un liderazgo abierto al cambio, que crea comunidad y es artífice social (Calatayud, 2015, 2009).
 
Como se observa, el escenario social, educativo y político no es el más propicio para ello, dado que estamos asistiendo a una figura del director/a como gestor/a sometido/a a políticas cada vez más conservadoras, con más controles, con campos de actuación más definidos e influenciados por las expectativas de sus clientes. Posturas que están en detrimento de una figura de director/a como docente comprometido con la mejora de su organización y con la optimización del proceso de enseñanza y aprendizaje del alumnado de su institución. Es decir, de una dirección por y para el aprendizaje de su organización. Siendo ésta una necesidad y una exigencia para los futuros escenarios de la dirección.
 
Referencias Bibliográficas
 
ANTUNEZ, S (2000). Claves para la organización de centros educativos. Barcelona. Horsori.
 
BALL, S.J. (1989). La micropolítica de la escuela. Barcelona. Madrid. Paidós/MEC.
 
CALATAYUD SALOM. M.A (2015),"El liderazgo emergente de los directores escolares en España. La voz del profesorado. Revista Iberoamericana de Educación (OEI). Monográfico: Formación de directores escolares en el contexto iberoamericano. Monográfico  Núm. 69 (septiembre-diciembre del 2015).
 
CALATAYUD SALOM, M.A. (2010). La escuela del futuro. Hacia nuevos escenarios. Madrid. CCS.
 
CALATAYUD SALOM, M.A. (2009). Entresijos de los centros escolares. Desvelarlos para mejorarlos. Málaga. Aljibe.
 
VALLE, E. (2012). Los directores de CEIPS ante el espejo. Barcelona. Anthropos.
 
 
 
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