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Algunas observaciones sobre la cuestión de género entre los profesores de idiomas

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Susana Diez de la Cortina Montemayor, Directora académica de AulaDiez español online
La mayor presencia de mujeres, en términos globales, en la profesión docente es algo incuestionable en los países de nuestro entorno, llegando a ser mayor del 95% en la Educación Infantil y Primaria en la mayoría de los países europeos, incluido el nuestro (en la Secundaria hay un relativo equilibrio, y en la superior por lo general el ratio se invierte en casi todos los países). La siguiente gráfica es bastante significativa en cuanto a los porcentajes de mujeres dentro del profesorado de nuestro país:



En la enseñanza de idiomas, en todos sus niveles, la presencia de la mujer supera ampliamente la de los hombres, llegando casi al 80%. Se ha querido achacar este predominio a causas muy diversas, con explicaciones que oscilan entre los dos polos siguientes: si la preferencia de las mujeres por esta profesión se debe a cuestiones biológicas de tipo cognitivo, o bien si se trata de diferencias socioculturales.

El problema de las diferencias cognitivas entre hombres y mujeres ha sido abundantemente estudiado sin que hasta la fecha se haya probado que exista ninguna diferencia clara entre el funcionamiento del cerebro de hombres y mujeres. Más bien el contrario, la proverbial "facilidad para los idiomas", la lengua o la literatura de las mujeres frente a la "mente matemática" o científica de los hombres se ha visto en los países desarrollados echada por tierra  al obtenerse datos estadísticos que muestran lo contrario: en los países donde la mujer tiene acceso a la educación en igualdad de condiciones que los hombres, las hipotéticas diferencias cognitivas y conductuales entre hombres y mujeres se borran hasta prácticamente igualarse. 

Las investigaciones llevadas a cabo en Adquisición de Segundas Lenguas (ASL) basándose en el sexo como una más de las múltiples variables individuales estudiadas (entre otras como la memoria, la raza, el orden de nacimiento, la experiencia previa, etc.) han sido poco sistemáticas y sus resultados no arrojan conclusiones claras:
 
"Aunque no sabemos de ningún estudio que haya estudiado sistemáticamente el nivel de ASL de las mujeres frente al de los hombres, normalmente se acepta que en la adquisición de la L1 las mujeres gozan de una cierta ventaja, al menos al principio. Lo que sí podemos es citar algunos estudios de ASL en los que se ha dado cuenta de diferencias asociadas al sexo –aunque tangenciales- en relación al tema central del estudio. Por ejemplo Farhady (1982) vio que las mujeres superaban con mucho a los hombres en un test de comprensión auditiva […]  Eisenstein (1982) también demostró que las mujeres hacían mejor que los hombres un ejercicio de discriminación dialectal y tenían más capacidad para reconocer dialectos de mayor o menor prestigio […] Según Lakoff (1973) existe un «lenguaje de mujeres» lleno de mecanismos retóricos de relleno como las preguntas de confirmación. También se ha observado que los hombres tienden a interrumpir más que las mujeres (Zimmerman y West, 1975) […] Gass y Varonis (1986), en un estudio no sobre el distinto grado de adquisición de cada sexo, sino sobre el comportamiento conversatorio de hombres y mujeres aprendices de SL, comprobaron que los hombres dominaban en la conversación. Así, la conclusión fue que ellos tenían más práctica lingüística en este tipo de interacciones, mientras que las mujeres, que mostraban iniciativas negociadoras más a menudo que los hombres, podrían haberse beneficiado de un input más comprensible" (Michael H. Long y Diane Larsen-Freeman: Introducción al estudio de la adquisición de segundas lenguas. Madrid, Gredos, 1994, pág. 188-189).

Los resultados de estos estudios de género en el aprendizaje de idiomas, que como hemos dicho son "tangenciales" y no sistemáticos, lo que parecen indicar es que no son las diferencias biológicas del funcionamiento del cerebro las que predeterminan una mayor especialización de las mujeres en el ámbito de las lenguas extranjeras, sino que se trata de rasgos culturales aprendidos por los individuos de una comunidad en el proceso de socialización educativa.

Siguiendo a G. Hofstede (1997), podríamos decir que cada persona tiene lo que denomina «mental programs» o «software of the mind», es decir, modelos de pensamiento, sentimientos y actuación que ha ido aprendiendo a lo largo de su vida, especialmente durante la infancia. Atendiendo a los diferentes grupos y categorías sociales a los que cada persona pertenece al mismo tiempo, se superponen diversas «capas» de programación mental que corresponden a niveles como el nacional, regional, étnico, lingüístico, de género, generacional, etc. Estas capas, que Hofstede resume en las cuatro siguientes, influyen en las diferentes culturas:
  • «Power distance» o relación con la autoridad
  • «Uncertainty avoidance» o forma de gestionar la incertidumbre o los imprevistos
  • Colectivismo versus individualismo
  • Femineidad versus masculinidad
Atendiendo a este último aspecto, una sociedad tiende culturalmente a la "masculinidad" cuando los roles de género están muy marcados, y a la "femineidad" cuando tales roles se solapan. En el estudio de Hofstede, basado en la cultura del aula, cuando una comunidad tiende a la "masculinidad" los alumnos tratan de hacerse visibles o de llamar la atención compitiendo unos con otros; si predomina la "femineidad", en el aula se valora la solidaridad como valor fundamental.

Trasladando estos mismos conceptos a la profesión docente, en la que a medida que se asciende en la escala del poder hay más hombres y menos mujeres (como, por otra parte, ocurre en todas las profesiones), ¿no tendríamos que concluir que cuanto más competitivo es un puesto, más "masculino", y cuanto más solidario, más "femenino"? Lo que hay que revisar, a la vista de todo ello, son los parámetros o valores culturales de nuestras sociedades. Lo que hay que revisar es si se está dando más importancia a la competitividad que a la solidaridad entre sus miembros, y si es deseable que esto siga siendo así o no.
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