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De la formación en tiempos inciertos
Artículo de opinión
Mientras tanto será necesario fortalecer las políticas que acompañen a las personas en su incorporación al mundo del trabajo, nuevas políticas de recursos humanos en las empresas que apuesten por el desarrollo de las cualificaciones de los trabajadores y, finalmente, reflexionar de qué manera formar a los jóvenes en trabajos que todavía no existen.
Pero antes de avanzar en cualquier propuesta, una consideración previa. En primer lugar se deberá tener en cuenta la voz de los jóvenes y que sean ellos mismos quienes puedan inventar su propia juventud y su transición al empleo. Después de años y años escuchando que "la juventud" casi despreciaba el trabajo estable, un reciente informe de ADECCO nos dice que para los jóvenes españoles entre 18-30 años lo más importante era la estabilidad en el empleo por delante de tener el trabajo de sus sueños y trabajar en una empresa socialmente responsable. Pero la cruda realidad, según el mismo informe, es que el 42,2% cree que tras acabar su formación y durante el primer año de búsqueda no encontrará empleo. Por lo tanto, primero protagonismo juvenil y escucha activa.
Y, ahora, ¿de qué manera formar a los jóvenes para trabajos que todavía no existen?
1.- La negociación colectiva es el ámbito dónde se refleja con más vitalidad los cambios que se producen en el mundo del trabajo y, por tanto, un espacio anticipatorio que nos trasladará información muy relevante sobre los cambios tecnológicos y organizativos en las empresas.
Es necesario una mayor comunicación e intercambio entre el mundo del trabajo y el mundo de la formación a través de la negociación colectiva y a través de todos los mecanismos de participación institucional en los que están presentes las organizaciones empresariales y organizaciones sindicales.
2.- Situar la orientación como elemento central de las políticas de formación y cualificación profesionales que permita a los ciudadanos construir su itinerario profesional y adecuarlo a las oportunidades de empleo de las empresas. Este ajuste permanente entre perfiles de las personas y ocupaciones en los sectores productivos requiere de mayores recursos económicos para la orientación.
3.- Los últimos informes del CEDEFOP resultan reveladores sobre las futuras tendencias de empleo. Así, se prevé un claro aumento del porcentaje de población activa con cualificaciones formales de nivel medio y alto. El mayor incremento se registrará en el segmento de la población activa altamente cualificado; mientras que el mayor descenso se observará en el segmento de la población activa con cualificaciones formales de nivel bajo o sin cualificaciones. Sin embargo, cuando se traducen estas tendencias generales del mercado de trabajo en ocupaciones concretas del tejido productivo y de servicios siempre ha sido extraordinariamente compleja su traslación al mundo educativo. Diseñar e implantar nuevas titulaciones de formación profesional o grados universitarios es una tarea compleja y aunque se acelerara su puesta en marcha, siempre, se corre el peligro que los vertiginosos cambios tecnológicos del sistema productivo transformen en poco tiempo en obsoletas cualificaciones muy especializadas. ¿De qué manera gestionar esta incertidumbre y vulnerabilidad de nuestras previsiones?
Por esta razón, muchos expertos consideran que el trabajador de la empresa del futuro será más generalista que especialista y requerirá una recualificación permanente a través de unas políticas de formación en las empresas más ambiciosas.
Así será necesario apostar de forma decisiva en todos los ámbitos educativos por las competencias básicas imprescindibles para el aprendizaje a lo largo de la vida, pero también por las competencias blandas, genéricas o transversales. Es decir, habilidades comunicativas y trabajo en equipo, iniciativa, autonomía, creatividad, responsabilidad, capacidad de atención y escucha y como certeramente señala E. Acosta en Aproximación a las cualificaciones profesionales de la industria 4.0, Junio 2016, " Los conocimientos básicos desde la alfabetización digital, la alfabetización científica deben complementarse con la educación de las emociones y la construcción de una subjetividad integrada e integral, independiente pero responsable. Ahí pueden desenvolverse las capacidades de anticipación o las vocaciones científicas, la creatividad o la capacidad de innovación, sin pretender entrenamientos mecánicos en tecnologías específicas que no les servirán en la vida adulta porque se quedan obsoletas en poco tiempo y solo contribuyen a someter el pensamiento a un entrenamiento no reflexivo".
Así, para concluir, dialogo permanente entre colectivos afectados y agentes sociales del mundo de trabajo, más recursos económicos para políticas activas, más vigorosas políticas de formación en las empresas y una apuesta renovada por las competencias transversales.
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