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Las TIC en la formación del profesorado, clave para transformar el sistema educativo

Artículo de opinión


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Lourdes Guàrdia, directora del máster de Educación y TIC (e-learning) y profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya
La formación del profesorado se ha convertido en un eje clave para transformar el sistema educativo, sobre todo la que prepara a los docentes en el uso educativo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Esto es debido a la presencia cada vez más intensa de estas tecnologías. En un sentido amplio, la formación del profesorado siempre ha sido necesaria y se ha abordado tanto desde las universidades, las administraciones y las empresas como desde diferentes tipos de asociaciones profesionales.
 
Hemos educado durante muchas décadas con un sistema que ha experimentado pocos cambios; o, en todo caso, no podemos hablar de cambios generalizados que hayan afectado masivamente las formas de enseñar y aprender. La conectividad, los dispositivos móviles y los ordenadores irán llegando poco a poco a todas las aulas (INTEF, 2013), pero será algo más complicado que todo el profesorado haya desarrollado las competencias digitales necesarias para utilizar las TIC adecuadamente, y desde un punto de vista ya no solo instrumental sino también metodológico.
 
En este sentido, el Marco estratégico europeo de educación y formación (ET2020) pone de manifiesto y establece como prioridad la necesidad de asegurar una docencia de alta calidad a las personas responsables de la educación de los estudiantes del nuevo milenio, que cada vez más utilizan las TIC en su entorno personal y social. Las instituciones educativas no pueden quedar al margen; deben llegar a ser un escenario coherente con lo que sucede más allá del contexto de enseñanza y aprendizaje formal.
 
La realidad, sin embargo, es que en la formación inicial de maestros, por ejemplo, casi ni se prevé en los planes de estudios la formación en el uso de las TIC en la educación. Y la formación en otros ámbitos docentes se circunscribe a menudo a cursos o seminarios cortos sobre el uso de una determinada tecnología que acaba de emerger, pero pocas veces se enfocan desde su uso didáctico.
 
Esto ocasiona que la oferta de másteres, posgrados y otras modalidades en este ámbito se haya triplicado en los últimos diez años. Uno de los másteres pioneros, por ejemplo, es el máster universitario de Educación y TIC (e-learning) de la Universitat Oberta de Catalunya, que se inició como máster propio en 2004 y que después llegó a ser de los primeros másteres universitarios en España, en 2007. En este programa ya se han graduado más de 2.000 profesores de distintos niveles educativos, y nació con esta vocación: formar en el uso de las TIC desde un enfoque pedagógico y didáctico y no solo desde un punto de vista meramente instrumental. Todavía ahora, después de doce años, la demanda es de más de 300 estudiantes nuevos por año, a pesar de haberse triplicado la oferta en el conjunto del Estado español. Esto indica que la necesidad de formación en esta área sigue siendo una demanda vigente.
 
La necesidad se confirma también revisando informes como el de High Level Group on the Modernisation of Higher Education que la Comisión Europea publicó en 2013 en el marco de las acciones de mejora de la calidad del aprendizaje y la enseñanza en las instituciones de educación superior. Este informe apunta que las administraciones deberían favorecer y hacer posible que los profesores desarrollaran habilidades docentes para la educación en línea y otras formas de enseñanza y aprendizaje más abiertas y coherentes con la era digital, así como aprovechar este conocimiento sobre el uso educativo de las TIC para mejorar la calidad de su docencia en favor del aprendizaje de los estudiantes.
 
También la OCDE ha dedicado estudios como el de TALIS (2015), mediante el que se han encuestado maestros de escuelas de treinta países diferentes. Los resultados de esas encuestas muestran que menos del 40 % de esos docentes usan la tecnología como recurso habitual para sus clases, y ellos mismos expresan la necesidad que tienen de formarse en competencias digitales dirigidas a la educación.
 
Desde otra perspectiva, no menos interesante, el informe emitido por la UNESCO en 2015 titulado Repensar la educación reivindica la profesión del docente como una de las más relevantes que existen. Y apunta que la tecnología no tiene que reemplazarlo como algunos insisten en vaticinar, sino que, al contrario, los docentes deben utilizarla como instrumento de aprendizaje, y al mismo tiempo hay que animarlos para que se formen y sigan aprendiendo para evolucionar profesionalmente.
 
La propia UNESCO en 2011 ya apuntaba unas primeras bases sobre la competencia digital de los docentes, e indicaba que no es suficiente que hayan desarrollado competencias TIC y puedan enseñarlas a sus alumnos, sino que también tienen que dominar las herramientas digitales para ayudarles a desarrollar las competencias necesarias para ser ciudadanos plenamente autónomos, integrados en una sociedad cada vez más tecnificada y con suficiente capacidad para seguir aprendiendo a lo largo de la vida. En este sentido, el gobierno de Cataluña a finales de 2014 decidió crear el Proyecto interdepartamental de competencia digital docente con el objetivo de disponer de un marco que ayude a identificar las competencias digitales que debe tener el profesorado y que permita desarrollar y acreditar estas competencias. Y es importante resaltar que estas se interpretan en un sentido amplio: instrumental y metodológico. En cuanto a la formación del profesorado, vuelve a ser una necesidad que hay que cubrir de forma inmediata y de la manera más eficaz posible.
 
Sin duda, la formación reglada y regulada debe ser una de las vías que tiene que cubrir estas necesidades formativas de los docentes, porque es responsabilidad de las administraciones y las universidades que así sea. Pero también es cierto que hay que potenciar que esta formación emerja de los entornos no formales y que cada docente configure su propia ecología de aprendizaje a lo largo de la vida, activando todos los mecanismos posibles, en red y en la red, compartiendo buenas prácticas docentes, formando parte de comunidades; en definitiva, yendo más allá, amplificando y aprovechando cualquier ocasión para seguir aprendiendo y desarrollándose como profesional.
 
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