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Las ferias de Educación Superior: ventana abierta a la singularidad de cada centro

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Olga Morelli Pons responsable del Servicio de Información y Orientación Académica de la Universitat Abat Oliba CEU (Barcelona)
El proceso de elección de estudios universitarios, así como del centro donde cursarlos, tiene en la actualidad una complejidad de la que carecía décadas atrás. La oferta se ha multiplicado –cerca de 2.900 grados y de 500 dobles grados- y, además, la libertad que el Espacio Europeo de Enseñanza Superior concede a las universidades en la confección de los planes de estudio, ha acentuado su diversidad. Ante tal riqueza, cobra un peso fundamental la tarea de documentación previa que el estudiante preuniversitario realice antes de tomar su decisión, y las ferias y salones de enseñanza –así como las jornadas de puertas abiertas- constituyen una gran ocasión de recabar información útil.
 
Podría pensarse que, a partir de la ‘era internet', las ferias de Educación Superior son una cita redundante e innecesaria. Sin embargo, la realidad es otra bien distinta, pues la información disponible en la red y la que se facilita en los ‘estands' de estos eventos tienen una relación simbiótica, se potencian y complementan mutuamente. Así, la prospección que se haga en la red de las posibilidades que ofrece cada centro servirá para formarse una idea previa que permita un mejor aprovechamiento de la experiencia en la feria o el salón correspondiente. Es muy recomendable, casi imprescindible, acudir a éstas con un bagaje. No partir de cero permitirá, por un lado, que la visita sea más selectiva, centrada en puntos de interés ya detectados, y, por otro, sacar más partido a las entrevistas personales con los representantes de las distintas universidades, que es uno de los principales alicientes de estos acontecimientos.
 
Precisamente, el factor personal marca el valor diferencial de lo que las universidades pueden ofrecer en las ferias. Como se ha señalado, a raíz de Bolonia la impronta que cada centro imprime a sus títulos es cada vez más marcada y singular, y sólo en el contacto personal y directo con los centros se pueden captar realmente estos rasgos distintivos. En los espacios dedicados a cada universidad, el futuro universitario puede acceder a este tipo de información: la que permite entender el enfoque propio que la universidad aplica a sus grados, cosa difícil de discriminar a través de la web.
 
Además, no conviene olvidar que cuando se habla de estudiar la universidad nos referimos también una vivencia. La universidad es una experiencia vital, y de ella pueden dar testimonio tanto los profesores como los alumnos. En los salones de educación superior, el futuro estudiante los tiene a su disposición para conversar e intercambiar impresiones, lo que supone un elemento de gran valor para conocer el talante del centro en cuestión y del tipo de experiencia que le espera si se decanta por él. Una vez más, el factor humano como complemento de la información objetiva.
 
Además, en un panorama universitario tan expandido, ferias como el Saló de l'Ensenyament aportan el hecho de hacer ‘aprehensible' esa inmensidad. Contemplar de un golpe de vista todos los espacios y ‘estands' puede ayudar a modelar una representación visual de la ‘constelación' que representa el sistema universitario. De esta forma, a ojos del futuro estudiante, la Universidad comienza a ser algo tangible y a su alcance, y esto es un gran activo cuando estamos hablando de futuro. 
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