En este caso, puede aportaros mi visión desde dos puntos de vista, por un lado como experto en la gestión del talento humano, formando parte de una organización donde intentamos realizar procesos de selección rigurosos, que nos permitan encontrar a la persona más adecuada para el puesto de trabajo, y donde muchas veces nos encontramos con que los candidatos no reúnen las competencias precisas, tanto en capacidades como en actitudes.
Y por otro lado, como profesor de un Centro Universitario, donde tratamos de formar a los profesionales del futuro, y uno de nuestros retos es hacer ver a los jóvenes alumnos que los Recursos Humanos actúan como el mayor factor de diferenciación y ventaja competitiva de unas empresas sobre otras y, por ello, su formación juega un papel fundamental, ya que las empresas demandan profesionales cualificados y con la formación precisa.
Nos encontramos con que los jóvenes tienen dificultades para el acceso al empleo, y la primera pregunta que nos salta a la cabeza es: «¿será por su falta de formación?»
Es verdad, que el concepto de «trabajo» se encuentra actualmente ante un cambio profundo y sustancial; se pasa de un modelo de empleo estable y fijo a uno más dinámico y polivalente, en donde el trabajador tendrá que realizar diferentes trabajos y desempeñará distintos puestos a lo largo de su vida laboral.
Además, las empresas están sometidas a constantes cambios tecnológicos, económicos y organizativos que afectan a sus trabajadores. Los puestos de trabajo precisan una mayor flexibilidad y polivalencia, exigiendo cambios continuos. Del mismo modo, la tecnología evoluciona rápidamente y las personas deben adaptarse a estos cambios.
Antes, una persona se formaba en una profesión y podía vivir con la certeza de encontrar una estabilidad profesional; en la actualidad el trabajador debe entender que la vida laboral es un proceso de formación continua cuyo fin es adaptarse al nuevo medio. Esta es la clave para que los jóvenes participen en la transformación del mercado laboral.
Por tanto, juega un papel fundamental seguir una de las principales líneas del Subsistema de Formación Profesional para el Empleo, que nos habla de la necesidad de mejorar la empleabilidad de los trabajadores, especialmente de aquellos que tienen mayores dificultades de acceso al empleo, como sucede en este caso.
Por esta razón, los jóvenes deben suplir la falta de experiencia laboral con una formación sólida y de calidad, que pueda cubrir esas carencias, demandas y expectativas de cada persona.
Para ello, la adecuada forma de empoderamiento para los jóvenes será la Formación Continua, con la finalidad de dotar a los trabajadores de los conocimientos y habilidades que permitan desempeñar mejor un oficio o profesión, y la posterior formación continua en el mismo.
Para que la formación sea realmente útil, debe ser lo más participativa y práctica posible. Formar significa satisfacer las necesidades de aprendizaje y desarrollo profesional que tienen las personas, a veces exigidas por la sociedad y en otros momentos por la propia empresa en la que desarrollarán su trabajo.
Con la aparición de las nuevas tecnologías de la comunicación y la información, ha sido necesario desarrollar propuestas formativas eficaces que permitan flexibilizar los tiempos de aprendizaje de las personas. Al mismo tiempo, estas acciones formativas deben responder a las necesidades concretas de los solicitantes, que la mayor parte de las veces están orientadas al mundo laboral.
Actualmente, todos aquellos que nos dedicamos a la docencia, valoramos la importancia del eLearning como un motor de los cambios, que están afectando a la formación a todos los niveles.
En mi día a día docente, contemplo a muchos de aquellos jóvenes que inicialmente manifestaban un rechazo hacia la formación, admitir que necesitan ampliar sus conocimientos. Las TIC, principalmente en la formación de Posgrado, nos obligan a una formación learning by doing (aprender haciendo), que para los jóvenes resulta mucho más interesante y útil.
Se aprecia claramente que si una persona desea mejorar su presente o futuro profesional, debe formarse previamente, y seguir los avances que se produzcan en su sector, para ser un profesional competitivo, no perdiendo de vista esta premisa clave para todo trabajo:
Una persona está cualificada cuando en su desempeño laboral obtiene los resultados esperados, con los recursos y el nivel de calidad debido.
Otro punto a tener en cuenta además de la formación es, la motivación. Es necesario hacer ver a los jóvenes las dificultades del mercado laboral, y la importancia de obtener una serie de competencias básicas para acceder a un primer empleo, que los profesores, en el ámbito formativo, intentamos potenciar para mejorar su empleabilidad, como son:
- El entusiasmo y las ganas de trabajar.
- La capacidad de adaptación a la cultura de la empresa.
- La empatía o facilidad para entender las necesidades de los demás.
- El trabajo en equipo.
- La capacidad de aprendizaje y flexibilidad para adaptarse a los cambios.