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¡Evaluémonos todos! ¿Por qué no? Autoevaluarse para mejorar

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Eva Segura Blanco, Jefa de Estudios de Primaria. Escola Garbí Pere Vergés (Badalona)
Tenemos miedo a ser evaluados, ¿por qué?
 
Si no sabemos, aprendemos; ¿qué hay de malo en ello?
 
Puede ser que el problema esté en el enfoque que se da a la evaluación, puede que debamos cambiar la orientación de la misma hacia un camino personal para conseguir superarse, para ser mejor. Un reto personal que permita a cada uno exigirse el máximo de uno mismo, querer conocer más, formarse más, aprender más... Conseguir en cada uno de nosotros el desarrollo de dos de las competencias que debemos lograr: "Aprender a aprender" junto con "Autonomía e iniciativa personal".
 
Para ello, debemos investigar qué es lo que no sabemos, y el único modo de averiguarlo es mediante la evaluación. Hay muchos tipos de evaluación, pero la mejor, bajo mi punto de vista, es la autoevaluación. Debemos aprender a ser críticos con nosotros mismos para ser capaces de evolucionar hacia nuestra meta.
 
Si todo lo descrito se lleva a cabo, quiere decir que todos y cada uno de nosotros debemos ser capaces de realizarlo. Es decir, no hablamos de evaluación de los alumnos, sino de autoevaluación de cada una de las personas que trabajan en equipo con un objetivo común en un mismo centro.
 
Para poder realizar bien nuestro trabajo, también debemos dejar que los otros apunten lo que consideran que deberíamos mejorar, pues es el único modo de saber cómo somos vistos desde fuera y cómo podemos mejorar nuestra proyección hacia el exterior. Por este motivo, la evaluación de los docentes por sus alumnos tiene que ser positiva y bien aceptada, sin miedos. Deberíamos ser capaces de integrar la capacidad de crítica constructiva, en todo caso para mejorar. En algunos centros educativos ya se está llevando a cabo la coevaluación tanto de los alumnos como de los docentes para poder definir un plan de desarrollo personal individualizado. Este proceso debería verse como una oportunidad de crecimiento y mejora personal.
 
Por otro lado, existen las pruebas externas cuyos resultados deberían ser utilizados de modo orientativo por cada uno de los centros, con el objetivo de poder observar los puntos fuertes y los puntos a mejorar. Debería ser un buen instrumento de medición para poder mejorar el desarrollo y gestión de la calidad educativa. Los resultados de las pruebas no deberían ser un termómetro de control para ver cuáles son mejores o peores, sino que deberían servir para poder analizar y buscar procesos de mejora. De ese modo se podría evolucionar positivamente en las metodologías y estrategias usadas en el proceso de aprendizaje y poder analizar su aplicación en los siguientes resultados. La información que se consigue con los resultados de algunas pruebas generales aplicadas en diferentes países, también ayuda a replantearse el efecto de las técnicas de aprendizaje que utilizamos. Esta información ayuda en el proceso de autocrítica, dándonos la posibilidad de cuestionarnos si es el camino a seguir o debe ser modificado. Y, por supuesto, colabora en la toma de decisiones para la correcta evolución de la gestión educativa.
 
En definitiva, sería productivo perder el miedo a la evaluación, porque de ese modo, haríamos que nuestros alumnos la perdieran a su vez. Se trata de conseguir darle otra definición, conseguir que se viva como una oportunidad de mejora, nada más.
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