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Nueva gestión para nuevos tiempos

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Juan Carlos Vilar Manzanero, Consejero Delegado de Consultores Argos (Madrid)
Cuando se habla de mejorar la gestión de una empresa u organización se observa en ocasiones que los cambios y reestructuraciones necesarias no pasan de ser meros retoques, que normalmente afectan a funciones de determinados puestos, con una profundidad limitada y sin hacer partícipes a un gran número de los integrantes de dicha organización.
 
Esta apreciación general puede extrapolarse perfectamente a la gestión de los centros educativos, sector que durante muchos años se ha basado en unos parámetros que podríamos denominar, si no `inmovilistas´, sí particularmente resistentes al cambio. Pero los tiempos han cambiado y siguen cambiando día a día, y hoy resulta impensable que un centro educativo permanezca ajeno a los nuevos modos de gestión sin comprometer gravemente su futuro. Y más cuando las perspectivas demográficas no son nada halagüeñas y es previsible una reducción de alumnos ("clientes") en un futuro más o menos próximo. Todo ello enmarcado en un escenario de crisis que exige de forma aún más perentoria la toma de decisiones.
 
Si hay un concepto que ha de presidir esa nueva etapa de los centros educativos es el de liderazgo. A partir del reconocimiento de que viejos hábitos no sirven para nuevos tiempos, la dirección debe ser capaz de encabezar un nuevo proyecto de gestión que ha de abarcar todos los aspectos del funcionamiento del centro y, lo que es más importante, ha de saber implicar en ese nuevo proyecto a todos los estamentos y recursos humanos del mismo.
 
Partiendo de la premisa de que la misión principal de un centro educativo es la formación de buenos estudiantes y buenos ciudadanos, y aunque los conceptos formativos también pueden mejorarse con la formación continuada del profesorado y el reconocimiento profesional de su gestión, existen otros factores que inciden en su  funcionamiento: económicos, sociales, participativos, etc. Un centro educativo no deja de ser una empresa y como tal requiere de una eficiencia y optimización de recursos para hacerlo sostenible. Los aspectos contables, fiscales, laborales, tributarios, mercantiles, y, en general, de inteligencia financiera y gestión empresarial integral forman parte del día a día del centro. Y no cabe duda que una gestión correcta y adaptada a los tiempos de estos aspectos será beneficiosa para el centro tanto en el presente como en el futuro.
 
El mundo educativo en general, como el resto de la sociedad, se encuentra inmerso en unos momentos de evolución y cambios permanentes, con el factor añadido de una crisis que ha removido conceptos que parecían inamovibles en nuestra estructura social y económica. Y la velocidad de los cambios puede ser excluyente: quien no se adapte no sobrevivirá.
 
Hablamos de actuaciones que no se pueden plantear de forma inmediata o improvisada; requieren de una planificación estratégica seria y meditada. Puede ser incluso necesario y conveniente recurrir a asesores externos especializados que modulen el tránsito hacia las nuevas formas organizativas; figuras como el interim management pueden ser útiles para esa transición, profesionales que temporalmente toman la rienda para la implantación de esos nuevos modelos de gestión.
 
Innovación, profesionalización, optimización, liderazgo, promoción de las capacidades, marketing educativo, son, entre otros, algunos de los conceptos que se están  convirtiendo en una especie de piedra filosofal para la supervivencia actual y futura de los centros educativos.
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