La figura de director del centro educativo es un elemento clave en la conformación de un proyecto sólido, coherente y viable. Hasta ahora, el criterio imperante para la selección de directores ha sido el de considerar principalmente las competencias en los ámbitos psicológico y pedagógico del aspirante. Sin menosprecio de estas capacidades, la crisis ha evidenciado la importancia capital de que el director de escuela, colegio o instituto sea una persona capaz de administrar, asignar y gestionar recursos limitados.En los años en los que los centros educativos estuvieron ampliamente dotados, la gestión no requería de especiales conocimientos. En un contexto de abundancia, la toma de decisiones es más sencilla, pues optar por una alternativa equivocada no penaliza tanto. Con dinero, es fácil gestionar. Es en la administración de la escasez cuando se hace posible discernir entre el profesional realmente preparado para conducir todo un centro educativo del que sólo lo está para impartir unas excelentes clases. En este sentido, lo que la experiencia de estos años de estrechez nos ha enseñado es que la habilidad para gestionar, por encima incluso de las capacidades docentes, es la principal cualidad que debe tener la persona que se sitúa al frente de un centro educativo.
Para explicar la importancia de la profesionalización del director de un centro educativo usaré como símil la función del director general de una empresa automovilística. Para dirigir una compañía de estas características todos tenemos claro que lo más importante es que dicha persona goce de unos buenos conocimientos y experiencia en el mundo empresarial y si además tiene formación de mecánica mucho mejor, pero lo imprescindible es saber gestionar los recursos de su empresa. En cierta medida sucede exactamente lo mismo en un centro educativo (salvando las diferencias existentes). Es básico que el director de un centro tenga conocimientos de pedagogía y psicología y además práctica en la docencia, pero por encima de todo debe tener experiencia y conocimientos empresariales. No olvidemos que un colegio es un empresa, con una función social, pero al fin y al cabo una empresa que debe ser gestionada para hacerla viable.
Lo deseable sería que el profesional de la enseñanza con vocación directiva gozara de una formación humanística y a la vez tuviera conocimientos en técnicas de gestión. El correcto funcionamiento de los centros educativos, con toda su complejidad, y la sostenibilidad misma del sistema educativo así lo reclaman. La crisis nos ha dejado la enseñanza, cuya vigencia también es predicable para los tiempos de bonanza, de que es básico gestionar de una forma eficiente los recursos de los que disfruta un centro escolar. La educación es un proceso necesitado no sólo de buenos docentes, sino también de grandes administradores que permitan mantener fuerte toda la estructura organizativa escolar. Hagamos examen de lo sucedido en los últimos tiempos y afiancemos el sistema con una gestión profesional. Extraigamos esta lección en positivo.
