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"Los alumnos adoptados necesitan familias y profesionales formados que puedan interpretar sus comportamientos y sus necesidades"

Entrevista


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Entrevista a Mireia Sala Torrent, pedagoga y logopeda. Decana del Colegio de Logopedas de Cataluña, Profesora de la FPCEE Blanquerna (Universitat Ramon Llull) y Codirectora del centro de lenguaje y aprendizaje Trivium
¿Qué deben saber las familias y los educadores de niños adoptados sobre el proceso de integración a su nueva realidad?
 
Los niños dejan tras de sí sus afectos, su idioma, sus costumbres, para adaptarse y establecer nuevos vínculos en otra realidad muy diferente a la suya, con una cultura nueva, nuevo idioma y nuevas exigencias.
 
Teniendo en cuenta las diferencias individuales, no podemos afirmar ni generalizar que todos los niños presentan las mismas características a la hora de integrarse a la nueva realidad, pero sí es cierto que, muchos de ellos, pueden haber pasado por diferentes instituciones, familias de acogida así como haber vivido en entornos de precariedad nutricional, sensorial, relacional y afectiva que, en edades tempranas, acaban teniendo consecuencias cognitivas, emocionales y comportamentales.
 
Estos niños tienen una historia repleta de inseguridades emocionales y experiencias traumáticas que necesitan ser reparadas con el tiempo, y el proceso de integración a la nueva realidad tiene que seguir un ritmo tranquilo y progresivo. 
 
Los adultos deben ser conscientes del esfuerzo emocional que tiene que hacer el niño para vincularse a su nueva familia y para aprender a relacionarse con personas nuevas de su entorno incorporando, al mismo tiempo, nuevas normas y nuevos límites.
 
¿Cuáles son los factores que provocan diferencias entre las expectativas y la realidad?
 
Los alumnos adoptados necesitan familias y profesionales formados que puedan interpretar sus comportamientos y sus necesidades, y entender el impacto de algunas vivencias como el abandono, la vida en un orfanato, la falta de afecto y de estimulación, que afectan a su desarrollo.
 
El desconocimiento de las capacidades y posibilidades reales sin respetar su evolución personal son factores que interferirán negativamente en la evolución escolar. Muchas familias y educadores son poco conscientes de las consecuencias psicológicas y de aprendizaje que presentan estos niños. A menudo el nivel de expectativas está por encima de sus posibilidades reales suponiendo una presión que bloquea el proceso de aprendizaje y genera un malestar emocional generalizado. Las inseguridades y la falta de tolerancia a la frustración de estos niños derivan en sentimientos negativos hacia todo lo académico suponiendo un sobreesfuerzo y un estrés tanto para él como por la familia adoptiva, que perjudican a la salud del vínculo afectivo.
 
¿Cómo tiene que ser la adaptación a la escuela? ¿Es aconsejable retrasar la escolarización?
 
La vinculación familiar siempre tiene que ser la prioridad en la primera etapa después de la adopción. Antes de entrar en el sistema escolar necesita sentirse seguro en su nueva familia. Cuanto más tiempo haya disfrutado para poder vincularse a nivel familiar más posibilidades de éxito tendrá en su vida escolar.
 
La situación del ingreso al ámbito educativo no es vivida igual por los niños no adoptados que por los niños procedentes de adopción internacional.
 
Los niños nacidos en nuestra comunidad y que han recibido una estimulación adecuada para su edad, realizan un ingreso en la escuela progresivo acorde con las habilidades necesarias y con un dominio lingüístico que les permite evolucionar armónicamente. Contrariamente, los niños que llegan a sus familias a través de la adopción internacional, tienen que incorporarse al sistema en un breve período de tiempo sin dominar la nueva lengua, con retrasos madurativos  y con una gran fragilidad emocional.
 
Mientras los otros niños ya tienen unos sentimientos interiorizados de pertenencia a una familia, los niños adoptados necesitan tiempo para elaborarlos, lo que supone un desgaste psíquico y emocional añadido que afecta a su capacidad de aprendizaje.
 
La inquietud, los temores, la desconfianza ante lo desconocido y la falta de hábitos que pueden manifestar los menores en el momento de incorporarse a la escuela, influirán en su proceso de adaptación escolar y en la construcción de su seguridad personal.
 
Las consecuencias de períodos prolongados de institucionalización u otras circunstancias que han frenado la evolución ocasionan un desajuste entre la edad y el desarrollo cognitivo, emocional y social. Por ese motivo es aconsejable retrasar la escolarización y adecuar el curso académico a partir de la madurez real y no en relación a la edad cronológica para evitar estrés emocional y la frustración que supone repetir curso más adelante. Además, es mejor no empezar la escolaridad a tiempo completo con el fin de evitar sensaciones de ansiedad y miedo, y sentimientos de abandono que generan experiencias negativas relacionadas con su pasado.
 
¿Cuáles son las principales dificultades a las que debe hacer frente el profesorado?
 
Según el lugar de procedencia, la edad de adopción y las condiciones que han vivido encontramos diferentes perfiles y pronósticos en relación a los aprendizajes y las conductas que muestran en la escuela. Los docentes ven cómo muchos de estos niños, a pesar de ser inteligentes, no tienen habilidades en procesos cognitivos necesarios para evolucionar académicamente al ritmo marcado por nuestro sistema escolar.
 
Mientras permanecen en cursos iniciales de Primaria muchos maestros y especialistas piensan que el problema es madurativo y que con un refuerzo complementario y con la ayuda del tiempo, se normalizarán. A medida que pasa el tiempo las expectativas no se cumplen y los niños se encuentran en un estado de desmotivación debido a una sensación de incapacidad para obtener los resultados deseados y una falta de confianza en sí mismos.
 
Según los maestros las dificultades más frecuentes tienen relación con:
  • Inmadurez en la regulación del comportamiento y de las emociones (llamar la atención constantemente, necesidad extrema de atención y de afecto, falta de autonomía y necesidad de un funcionamiento muy dirigido por el adulto, inseguridad y autoestima débil, miedos y actitud de hipervigilancia, desconexiones, ansiedad ante la frustración, baja capacidad de reflexión)
  • Falta de habilidades sociales (aproximación indiscriminada a personas desconocidas, dificultades para establecer unas buenas relaciones sociales por una privación inicial de vínculos, baja empatía entre iguales)
  • Hiperactividad, impulsividad y déficit de atención
  • Dificultades de planificación y organización  
  • Bases perceptivas poco desarrolladas y déficits de integración sensorial
  • Bajas aptitudes de memoria de trabajo
  • Baja capacidad de razonamiento abstracto
  • Dificultades de lenguaje académico y de lectoescritura
  • Problemas en la coordinación viso-motriz
 ¿Qué retos tiene que superar un niño adoptado internacionalmente a nivel lingüístico?
 
A pesar de existir muchas diferencias individuales, hay una dificultad común que una mayoría de niños adoptados en el extranjero necesitan superar: el aprendizaje de una lengua nueva en el momento de su llegada al país de adopción. Este proceso puede resultar complicado si tenemos en cuenta que muchos de ellos ya tenían dificultades con su lengua de origen. Hay una relación significativa entre el grado de dificultad en la adquisición de la lengua y la edad de adopción, aunque haya niños adoptados muy pequeños que también tienen problemas. Después de la adopción, el niño gana una nueva familia, una nueva cultura y un nuevo idioma pero debido a que las familias adoptivas no suelen poder mantener el idioma materno, el desarrollo de este idioma se interrumpe bruscamente afectando a la cognición y al aprendizaje. Con este cambio los niños adoptados viven una experiencia única a nivel lingüístico porque son aprendices de una "segunda primera lengua materna".
 
En un período inicial el niño hace un esfuerzo para convertir la nueva lengua en funcional comunicativamente pero se necesitarán años hasta que sea eficaz cognitivamente. La mayoría de los niños necesitan empezar de cero, no solamente en lenguaje sino en todas las habilidades mediatizadas por la lengua.
 
Muchos niños aprenden el idioma bastante rápido durante el primer y segundo año después de la adopción, pero con posterioridad siguen una evolución menos lineal y este idioma emergente no es lo suficientemente competente (en niños que han llegado entre los 18 meses y los 4 años) para elaborar eficazmente los aprendizajes escolares provistos de una gran carga lingüística.
 
¿Cómo se trabaja la integración de los niños y niñas adoptados en la escuela? ¿Se realizan acciones diferentes respecto a los otros niños?
 
En estos momentos es imprescindible y urgente la formación de los docentes en temas relacionados con la adopción. Durante algún tiempo se creyó que la escolarización de estos niños sólo se diferenciaba de los demás en una primera fase de adaptación pero la experiencia de los últimos años nos demuestra que no es así. Desde las escuelas se intentan trabajar los valores de diversidad pero se desconocen las particularidades que acompañan a una persona adoptada. A muchos niños y jóvenes se les exige y se les avalúa de forma constante por encima de sus posibilidades sin tener en cuenta su pasado. No se les aplica un protocolo específico para poder ayudar a reparar sus dificultades de base y no se ponen en marcha las adaptaciones oportunas a los déficits de aprendizaje que presentan. Es habitual que las pocas competencias metalingüísticas y los déficits en el procesamiento fonológico causados por un conocimiento precario del idioma se confundan con una dislexia, y que la inquietud motriz relacionada con procesos de ansiedad y trastornos de vinculación se confunda con el TDAH.
 
¿Qué retos plantean los adolescentes adoptados en el centro escolar?
 
Durante esta época de transición a la vida adulta surge la necesidad de autodefinirse y de responder a preguntas como ¿Quién soy? ¿Con qué grupos me identifico? ¿Qué es importante para mí? ¿Por qué me abandonaron?, etc.
 
Su curiosidad se centra no tanto en las familias adoptivas como en la adopción en sí y los profesores deben estar preparados para entender y poder responder a preguntas.
 
La adopción añade complejidad a esta etapa ya de por sí difícil. Necesitan encajar sus orígenes en el proceso de redefinición de su identidad, tienen dudas y reviven su sentimiento de abandono, necesitando elaborar sus pérdidas y saber más sobre su familia de origen. Si sus rasgos físicos son étnicamente diferentes pueden desencadenar ansiedad por sentirse aceptados en la sociedad.
 
Aparecen más inseguridades, más confusión y sentimientos contradictorios que afectan directamente al rendimiento escolar y en muchos casos las necesidades emocionales se anteponen a las académicas.
 
Muchos jóvenes presentan lagunas de conocimientos y se muestran desmotivados para continuar en el sistema educativo mostrando una necesidad de terminar la ESO y elegir unos estudios más adaptados a sus intereses y a definir su formación profesional.
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