Históricamente la escuela ha atendido prioritariamente la educación de los aspectos cognitivos del alumnado olvidando la educación de aspectos afectivos-emocionales. Desde nuestro punto de vista, la educación emocional es una herramienta muy valiosa que puede dar respuesta a esta deficiencia del sistema educativo.
En este sentido, proponemos una definición de educación emocional formulada por Pérez-González (2008, p. 527) inspirada en Bisquerra (2000) que define la educación emocional o socioemocional como:
"El proceso educativo planificado y desarrollado a través de programas, con carácter de prevención primaria inespecífica dirigido tanto a desarrollar la inteligencia emocional como las competencias socioemocionales a corto, medio y largo plazo, y a potenciar el desarrollo integral de la persona, con la finalidad última de aumentar el bienestar personal y social."
Las investigaciones actuales están demostrando que el desarrollo de programas de Educación Emocional tiene un impacto positivo en el alumnado, en algunas variables, tanto cognitivas como no cognitivas, tales como (Figura 1):
- El rendimiento académico del alumnado.
- Reducen significativamente o evitan problemas de comportamiento, como por ejemplo, las conductas disruptivas, agresivas o antisociales, el abuso de drogas, la ansiedad y los síntomas de depresión.
- Mejoran o promueven actitudes y conductas positivas hacia uno mismo, hacia los demás y hacia la escuela, tales como el autoconcepto, la conducta prosocial, la participación escolar y comunitaria.
Figura 1. Ámbitos de mejora de los programas de educación emocional.
En la actualidad, numerosos autores concluyen que existen evidencias de que diversas competencias socioemocionales se pueden mejorar a través de intervenciones escolares. Además también contamos con algunas evidencias de la eficacia de los programas de educación de la inteligencia emocional, aunque es aún bastante limitada.
Tal y como recoge Pérez-González (2012), los estudios de investigación en este tema concluyen que es necesario planificar las intervenciones en el campo de la educación emocional, para que estos programas tengan un impacto positivo.
Ruiz-Aranda, Fernández-Berrocal, Cabello y Salguero (2008) exponen que es conveniente que las intervenciones sobre educación emocional se realicen de forma sistemática y con un programa de eficacia comprobada. Castillo, Salguero, Fernández-Berrocal y Balluerka (2013) resaltan, igualmente, la importancia del desarrollo de intervenciones educativas sobre la inteligencia emocional mediante programas sistemáticos y estructurados.
Pérez-González (2008) recoge las aportaciones realizadas por Goetz, Frenzel, Pekrun y Hall (2005) en las que explican que a pesar de la proliferación de diversos programas de educación emocional, la mayoría de ellos carecen de una base científica y teórica sólida y, por lo tanto, debemos ser cautos en su aplicación.
En este sentido, presentamos en este artículo el programa "Dulcinea" de educación emocional dirigido a alumnado de educación secundaria entre 12 y 18 años (Pérez-González, Cejudo y Benito, 2014). Este programa se enmarca dentro de la intervención preventiva desde el campo de la educación, a través de una línea de intervención por programas (Cejudo, 2014). (Figura 2).
Figura 2. Imagen del programa de educación emocional "Dulcinea"
Metodológicamente de las diferentes formas básicas de intervención por programas (Bisquerra, 1998) se eligió la intervención desde la acción tutorial, como facilitadora de un proceso educativo que potencie el desarrollo integral de la personalidad del alumnado, facilitando el desarrollo psicosocial y afectivo de todos los alumnos.
Este programa está basado en una visión integradora de los modelos teóricos que conceptualizan la inteligencia emocional y, que cuentan con un respaldo científico más riguroso. Estos modelos son (Figura 3):
- Modelo circular de la inteligencia emocional rasgo (Petrides y Furnham, 2000, 2001, 2003).
- Modelo jerárquico de las cuatro ramas (Mayer y Salovey, 1997).
- Modelo competencial (Mikolajczak, Quoidbach, Kotsou, y Nelis, 2009).
Figura 3. Modelos teóricos del Programa de educación emocional "Dulcinea"
En nuestra propuesta defendemos que las diferentes facetas que incluye la inteligencia emocional pueden ser aprendidas y mejoradas a través de la educación (Ruiz-Aranda et al., 2008).
El programa de educación emocional "Dulcinea" tiene como finalidad principal que el alumnado adquiera estrategias emocionales básicas, así como, propicie una mejora de las habilidades empáticas, asertivas y sociales que favorezcan el desarrollo integral de la personalidad, potenciando de esta forma, la adaptación socioescolar y el ajuste psicosocial del alumnado (Pérez-González, Cejudo y Benito, 2014).
Los objetivos específicos del programa son los siguientes:
- Adquirir un mejor conocimiento de las propias emociones y de las de los demás.
- Fomentar la autoestima y el autoconocimiento.
- Potenciar las habilidades de relación interpersonal para mejorar sus interacciones sociales.
- Conocer y aplicar nuevas estrategias de regulación emocional.
- Valorar la importancia de la felicidad y del optimismo como características personales adaptativas ante el afrontamiento de las situaciones de la vida.
Las actividades propuestas intentan propiciar la autorreflexión personal, el conocimiento y comprensión emocional propia y ajena, la empatía con las emociones de los otros y la regulación de las emociones, tanto en procesos intrapersonales como en las relaciones interpersonales. En su conjunto, las actividades que contiene el programa estimulan la comunicación interpersonal, la autoestima, el autoconocimiento, la confianza y la cohesión del grupo-clase.
Cada sesión incluye la ficha técnica donde se recogen los objetivos, la descripción y desarrollo de la actividad, así como, los materiales que se requieren, el tiempo estimado de duración y la forma de distribución grupal para su implementación.
En cuanto a las técnicas con las que se trabajan las diferentes sesiones podemos destacar; las dramatizaciones, la reflexión individual, la dinámica de grupos, la reflexión grupal (debates en grupos de discusión mediante la formulación de preguntas, cine-fórum o disco-fórum), el modelado, el entrenamiento en la solución de problemas o la reestructuración cognitiva, la técnica del torbellino de ideas y el diario emocional.
CONCLUSIONES:
Las investigaciones en las dos últimas décadas demuestran que tanto la inteligencia emocional como las competencias socioemocionales constituyen una ventajosa herramienta personal para lograr mayores niveles de adaptación personal, familiar, social, académica, vocacional y profesional (Pérez-González y Pena, 2012).
Asimismo, actualmente se han logrado algunas evidencias empíricas importantes acerca de la posibilidad de mejorar los niveles de inteligencia emocional a través de programas de educación emocional bien fundamentados teóricamente y bien estructurados.
El programa de educación emocional "Dulcinea" pretende contribuir a la inclusión y enseñanza de las competencias socioemocionales y de la inteligencia emocional en la práctica educativa en los centros escolares.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS:
Cejudo, J. (en prensa). Recomendaciones para el diseño, desarrollo y evaluación de programas de educación emocional en el contexto escolar. En M. Álvarez González y R. Bisquerra. (Coord.), Manual de orientación y tutoría. Barcelona: Praxis
Pérez-González, J.C. (2008). Propuesta para la evaluación de programas de educación socioemocional. Revista Electrónica de Investigación Psicoeducativa, 6(2), 523- 546.
Pérez-González, J. C., y Pena, M. (2011). Construyendo la ciencia de la educación emocional. Padres y Maestros, 342, 32-35
Pérez-González, J. C. (2012). Revisión del aprendizaje social y emocional en el mundo. En R. Bisquerra (Coord.), ¿Cómo educar las emociones? La inteligencia emocional en la infancia y la adolescencia (pp. 56-69). Esplugues de Llobregat, Barcelona: Hospital Sant Joan de Déu.
Pérez-González, J. C., Cejudo, J., y Benito-Moreno, S. (2014). Teoría y práctica de la educación emocional. Madrid: McGraw-Hill.