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La Formación Profesional "esa gran desconocida"

Artículo de opinión


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Ricardo Llopart, Director de Ciclos Formativos de la Escuela Pàlcam (Barcelona)
Hace unos días llevé a cabo una entrevista con una familia para hablar de la continuidad académica de su hijo y cuál fue mi sorpresa cuando en un momento dado el padre se dirigió hacia mí con la expresión: ¿qué futuro puede tener mi hijo si no acaba unos estudios universitarios?. Nadie en su escuela les había hablado de las virtudes de los ciclos formativos, en este caso, de grado superior. Lo realmente preocupante del tema es que no se trata de un hecho aislado. La formación profesional continúa arrastrando unos perjuicios que la mantienen permanentemente estigmatizada como una opción de segundo nivel. Nadie se había tomado la molestia de informar a esa familia que el 21% de la oferta laboral cualificada demanda este tipo de formación ( Informe Adecco de Empleabilidad y Formación Profesional, octubre 2013) o que durante los peores años de la crisis (2012) la tasa de paro entre estudiantes de FP alcanzó el 7%, mientras que entre los universitarios alcanzó el 14% (Observatorio Inversis Banco)  y  tampoco se les había hecho saber que el grado de satisfacción de estos alumnos en su puesto de trabajo es el mayor que el de los licenciados.

Sin embargo, quedan temas pendientes. La administración y también los centros educativos  tenemos la obligación de adaptar nuestros programas de forma permanente a las exigencias cambiantes de nuestro mercado laboral, debemos tener la suficiente flexibilidad para que ninguna oferta laboral pueda quedar desatendida. Los mecanismos de ajuste deben ser rápidos, siguiendo  unos criterios de eficiencia  muy marcados y presentes. Tenemos que introducir como elemento verdaderamente diferenciador esa FP en alternancia que permita acompañar la formación que recibe el alumno de una experiencia profesional vinculada a la misma, siendo la FP Dual el objetivo a alcanzar en pocos años. Para ello es imprescindible involucrar a nuestras empresas, pequeñas, medianas y grandes, en este proyecto de forma que aprecien su rentabilidad y la oportunidad que supone, para ellos, contar con profesionales verdaderamente cualificados.

Queda mucho por hacer y en nuestras manos está alcanzar esos modelos de formación profesional que se conviertan en los verdaderos motores de empleo. Estoy absolutamente convencido que la solución a una parte importante de nuestros problemas de desempleo vendrá determinada por nuestra formación profesional. Una sociedad no puede soportar cifras de paro estructural que superen el 20 % de la población activa. No quiero resignarme a pensar que un porcentaje elevado de nuestros jóvenes abandonan prematuramente sus estudios por desmotivación y por falta de un proyecto de futuro, no quiero aceptarlo y es nuestra responsabilidad como docentes, como profesionales y como padres de familia que esto no suceda. Nos jugamos mucho en el tema para no dedicarle la importancia que se merece.

Desde aquí quiero reivindicar el papel de los profesores que, en la medida de nuestras posibilidades y en la mayoría de los casos yendo  más allá de nuestras propias funciones, nos preocupamos del bienestar de nuestros alumnos y de su porvenir. No hay mayor satisfacción personal que escuchar de un antiguo alumno que le sirvió de mucho estudiar formación profesional ya que, gracias a ello, ha conseguido labrarse un futuro esperanzador.
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